Sheinbaum lanza Plan Integral para el oriente del Edomex con mando único policial y promesas multimillonarias

En una puesta en escena de gran ambición territorial, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el llamado Plan Integral para el Oriente del Estado de México, una intervención multisectorial que promete desde hospitales hasta universidades y, sobre todo, una estrategia de seguridad basada en un mando único policial. Diez municipios —los más poblados y marginados del Valle de México— serán el escenario de esta apuesta que mezcla infraestructura, salud, educación y urbanismo con la esperanza de una mejora en la calidad de vida de más de 10 millones de personas. Sin embargo, el anuncio despierta más escepticismo que certezas, especialmente en torno al tema central: la seguridad.
#AlMomento || La presidenta @Claudiashein, acompañada por autoridades federales y municipales, encabeza el lanzamiento del Plan integral del Oriente de #Edomex, desde Tlalnepantla.
En su mensaje, destacó el crecimiento de la zona conurbada y los proyectos que se requieren. pic.twitter.com/MuQsdeJbp2
— IMER Noticias (@IMER_Noticias) May 4, 2025
La pieza angular del plan es el establecimiento de un mando único que integre a policías municipales, estatales, Guardia Nacional, Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y fiscalías. El objetivo declarado es la coordinación total. Sin embargo, el modelo no es nuevo. Experiencias pasadas en estados como Morelos y Veracruz han demostrado que, sin controles democráticos, transparencia operativa y fortalecimiento institucional local, la centralización del poder policial puede resultar en burocracia ineficaz, fricciones interinstitucionales o incluso más corrupción.
En voz de Sheinbaum, esta estructura de mando único estaría liderada por Omar García Harfuch desde la SSPC y Ricardo Trevilla desde la Secretaría de la Defensa Nacional. Esta dupla, ya conocida por su mano dura en CDMX, ahora extiende su influencia al cinturón más vulnerable del Edomex. El contexto no es menor: se trata de zonas con alta densidad poblacional, presencia histórica de crimen organizado y desconfianza profunda hacia las autoridades locales.
La presidenta también presentó un paquete de acciones paralelas que operan como complemento de “bienestar”: hospitales, centros de salud, universidades, preparatorias vespertinas, mejoras al transporte público, programas sociales y luminarias para senderos seguros. Todo esto, con una inversión proyectada de más de 48 mil millones de pesos, sin detallar mecanismos de evaluación, calendario de ejecución ni indicadores de impacto. Lo que se ofrece es una narrativa de transformación total, pero con escaso espacio para cuestionamientos o contrapesos ciudadanos.
En salud, se prometen diez Centros de Salud Ampliados del IMSS-Bienestar, un hospital oncológico en Ecatepec, un regional en Neza y una red de abasto de medicamentos esenciales. En educación, se construirán 20 preparatorias nuevas o reconvertidas y una universidad por municipio, además de CECIs para cuidado infantil. En transporte, se anuncia la sustitución de camiones por sistemas como el Cablebús y Trolebús elevado, con Chalco como punta de lanza.
El plan también contempla agua potable y drenaje, otro de los puntos críticos en municipios como Chalco, donde las inundaciones son una constante. Pero nuevamente, el discurso apuesta por la promesa sin detallar el cómo.
A todo esto se suma el componente habitacional, aunque más bien como contexto general del sexenio: Sheinbaum ya había presentado un megaplan para construir un millón de viviendas con 600 mil millones de pesos. En teoría, parte de esas obras podría beneficiar al oriente mexiquense.
La presentación fue acompañada por Delfina Gómez, gobernadora del Edomex, y por alcaldes de los municipios implicados. Algunos llevan apenas meses en funciones, lo que significa que el plan no se diseñó necesariamente desde abajo, sino que responde a una lógica centralizada donde la federación dicta y los municipios acatan.
En un gesto simbólico que cerró el evento, Sheinbaum bajó del presidium para escuchar a un ciudadano que busca a un familiar desaparecido. Un momento cargado de emotividad, pero también de ironía: mientras se habla de nueva infraestructura y futuro prometedor, el presente sigue marcado por desapariciones sin resolver y violencias cotidianas.
¿Es este “Plan Integral” una solución sistémica o un despliegue de marketing político con tintes tecnocráticos? ¿Qué garantías existen de que este modelo de mando único no repita errores del pasado? La narrativa oficial habla de coordinación, inversión y bienestar. Pero entre las promesas hay ausencias clave: mecanismos de rendición de cuentas, participación comunitaria y evaluación independiente. En una zona históricamente marginada, la vigilancia sin justicia ni desarrollo sostenible solo cambia de uniforme.