Autopartes mexicanas quedan exentas de aranceles en EEUU tras nuevas directrices del T-MEC

Las autopartes mexicanas seguirán cruzando la frontera sin pagar aranceles. Así lo confirmó la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos, y lo celebró con bombo y platillo el gobierno de Claudia Sheinbaum. La exención se aplica a las piezas automotrices originadas en México y Canadá que cumplen con los requisitos del T-MEC, en medio de un clima de endurecimiento fiscal promovido por la administración de Donald Trump.
La medida no es menor: la exportación de autopartes representa cerca de 70 mil millones de dólares al año para México. No solo significa una victoria técnica, sino una contención política: con este paso, el presidente Trump da un gesto de continuidad al tratado trilateral sin desestimar del todo su narrativa proteccionista. Para el equipo de Sheinbaum, este anuncio representa un triunfo negociador, particularmente para Marcelo Ebrard, quien lleva las riendas de las pláticas semanales con el gobierno estadounidense.
Ebrard ha insistido en que la industria automotriz en América del Norte está profundamente integrada, y desmantelar esa sinergia con aranceles acumulativos sería tanto un golpe para México como un bumerán para la misma economía estadounidense. General Motors, Ford y Stellantis no podrían sostener sus costos si los componentes básicos de sus cadenas de suministro se encarecen artificialmente con gravámenes.
De hecho, fue este argumento —el riesgo de colapsar una industria transnacional— el que logró persuadir parcialmente a la Casa Blanca. Las autopartes mexicanas serán tratadas como si fueran de origen estadounidense en los esquemas de compensación del sector automotriz, aplicables a partir del 3 de mayo. Esto se traduce en que fabricantes dentro de EE. UU. podrán acceder a reembolsos parciales de hasta el 15% del arancel si ensamblan vehículos con piezas del T-MEC, y no tendrán que acumular múltiples aranceles sobre un mismo producto.
Sin embargo, la victoria no es total. Estados Unidos mantiene aranceles del 25% sobre acero y aluminio —productos que también forman parte del ensamble automotriz—, y que afectan por igual a México, Canadá y al resto del mundo. Además, si bien se evitó la tormenta completa en autopartes, subsiste la amenaza de una política comercial volátil, especialmente cuando las tensiones bilaterales se usan como moneda electoral.
Para Sheinbaum, la noticia es doblemente relevante: presume estabilidad económica y capacidad de interlocución con la administración de Trump, un socio incómodo pero imprescindible. Sin embargo, la presidenta fue clara al señalar que esto es un avance parcial, no una victoria definitiva. “No echamos campanas al vuelo”, dijo Ebrard, reforzando que la negociación es diaria, y que cada semana se pelea por no retroceder.
La reacción pública ha sido desigual. Mientras el gobierno celebra un triunfo técnico y los empresarios respiran con alivio, algunos sectores critican que se esté vendiendo como logro lo que no es más que una concesión momentánea para evitar el colapso de una industria clave. Como si en esta partida, mantenerse en el tablero ya fuera una victoria en sí misma.