Abucheos, expulsiones y un Congreso en ebullición: Trump y los demócratas protagonizan una sesión caótica

Donald Trump volvió al Congreso como presidente, pero no todos parecían contentos con su regreso. En su primer discurso ante la sesión conjunta, el mandatario republicano recibió un recibimiento tan efusivo como divisivo: ovaciones entusiastas por parte de sus seguidores y abucheos atronadores desde la bancada demócrata.

El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y el vicepresidente, JD Vance, se vieron obligados a desempeñar el ingrato papel de guardianes del orden, levantándose varias veces para implorar silencio. Pero el momento culminante llegó con el congresista demócrata Al Green, quien decidió que las palabras no eran suficientes y optó por un performance visual, agitando su bastón en señal de protesta. Un gesto que no fue bien recibido por la mayoría republicana, que lo acompañó con una sinfonía de “¡USA, USA!”.

El desenlace fue predecible: Green fue expulsado y escoltado fuera del recinto, pero no sin antes enviar su mensaje al mundo. “Vale la pena que la gente sepa que algunos de nosotros vamos a oponernos al deseo de este presidente de recortar Medicare, Medicaid y la Seguridad Social”, declaró, aceptando su destino con resignación heroica.

El rosa como símbolo de rebeldía

Pero Green no fue el único en desafiar la jornada. Las congresistas demócratas del Caucus de Mujeres decidieron hacer de la moda una declaración política y vistieron de rosa en protesta contra las políticas de Trump. “El rosa no es solo un color, es un símbolo de protesta, un símbolo del poder y la perseverancia de las mujeres”, afirmó Norma Torres, una de las impulsoras del movimiento. Los mensajes en sus carteles tampoco se anduvieron con rodeos: “Betrayed for billionaires”, “Musk roba” y “Salvemos Medicaid” fueron algunas de las consignas que se asomaron en el hemiciclo.

Trump, entre aranceles y migración

Mientras la oposición se expresaba con abucheos y pancartas, Trump desplegó su ya conocida retórica de “América primero”. Anunció con entusiasmo aranceles del 25% para productos de México y Canadá, asegurando que traerían “una pequeña turbulencia” antes de devolver la gloria económica al país. “Aranceles, qué bella palabra”, exclamó con la convicción de quien cree haber descubierto la panacea económica.

También aprovechó el momento para presumir sus supuestos logros en materia migratoria, afirmando que bajo su liderazgo las cifras de ingreso irregular a EE.UU. han caído a “niveles récord”. Y, fiel a su estilo, no pudo resistirse a lanzar un dardo contra su predecesor, Joe Biden, a quien acusó de haber “abierto las fronteras y destruido hermosas ciudades”.

Un Congreso, dos realidades

El discurso de Trump no dejó a nadie indiferente. Para los republicanos, fue una muestra de liderazgo firme y decidido; para los demócratas, un recordatorio de todo lo que consideran un peligro para el país. Con abucheos, expulsiones, protestas vestidas de rosa y un presidente que no se cansa de repetir “América primero”, el Congreso fue el escenario de un espectáculo político digno de las mejores temporadas de drama en Washington. Y si este es solo el comienzo del segundo mandato de Trump, la función promete no decepcionar.

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