Morena firma acuerdo con el Partido Comunista de Cuba sin revelar detalles

En un gesto que ha generado más preguntas que respuestas, Morena, el partido gobernante en México, firmó un acuerdo de cooperación con el Partido Comunista de Cuba (PCC) durante una visita oficial a La Habana encabezada por Carolina Rangel Gracida, su secretaria general. La reunión se celebró en el contexto del Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba y contra el Imperialismo, coincidiendo con las festividades del 1 de mayo en la Plaza de la Revolución.
Lo que en los comunicados partidistas se presenta como un acto de solidaridad y hermandad política, se ha manejado con un alarmante nivel de opacidad. Hasta el momento, no se han hecho públicos los detalles del documento suscrito entre ambos partidos, lo que impide conocer el alcance y compromisos del acuerdo firmado con un régimen de partido único señalado por violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
Morena ha reiterado su respaldo al pueblo cubano y su modelo político, destacando la resistencia de la isla ante el embargo económico de Estados Unidos. “Cuba es un ejemplo vivo de que otro mundo es posible”, afirmó Rangel, retomando la retórica del Humanismo Mexicano promovido por la Cuarta Transformación. Sin embargo, estas expresiones idealistas omiten cualquier mención a la represión política, la censura sistemática o la falta de libertades civiles en la isla.
Durante su estancia, la dirigente morenista también sostuvo encuentros con el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), y autoridades académicas de la Universidad “Ñico López”, todos organismos afines al aparato ideológico del régimen. La narrativa construida por Morena ensalza el vínculo con la Revolución cubana y reivindica una supuesta herencia diplomática iniciada por figuras como Lázaro Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.
Aunque los lazos entre México y Cuba no son nuevos, la formalización de un acuerdo partidista con una fuerza política que representa un régimen autoritario despierta preocupación. No se trata de un pacto entre Estados soberanos —donde al menos rigen normas del derecho internacional— sino entre estructuras políticas que responden a objetivos electorales y de consolidación ideológica.
En paralelo, Morena atraviesa un momento interno delicado. Este mismo fin de semana, el Comité Ejecutivo Nacional encabezado por Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán prevé revisar sus reglas para la promoción de candidaturas, en medio de tensiones por nepotismo y actos anticipados de campaña, según ha advertido la presidenta Claudia Sheinbaum.
El simbolismo del viaje a Cuba y el tono con el que Morena presume esta alianza parece más una declaración ideológica que una acción diplomática. Pero los riesgos de exportar gestos de admiración a modelos autoritarios no deben subestimarse. ¿Qué dice de la salud democrática de un país que aplaude y se alía con un régimen que no permite elecciones libres, ni oposición, ni prensa crítica?
Mientras el acuerdo siga siendo un enigma, la sombra del autoritarismo se cierne sobre el discurso de la transformación.