Liquidación millonaria en Guanajuato: fiscal Carlos Zamarripa se autoriza beneficios y gratificación por “fidelidad” antes de renunciar

Carlos Zamarripa Aguirre dejó la Fiscalía General del Estado de Guanajuato a principios de 2025, pero lo hizo con una despedida que ha dejado una estela de indignación política, cuestionamientos legales y críticas sociales. Su retiro estuvo acompañado de un paquete económico que supera los 8 millones de pesos, producto de un finiquito oficial más una “gratificación por fidelidad” que él mismo incorporó al reglamento interno de la Fiscalía en los últimos meses de su gestión.

Una salida anticipada… y planificada

Aunque su mandato concluía en 2028, Zamarripa adelantó su salida tras el cambio de administración estatal. La entonces candidata y hoy gobernadora panista, Libia Dennise García Muñoz Ledo, prometió durante su campaña que el fiscal no continuaría bajo su gobierno. Y cumplió. Sin embargo, en lugar de una jubilación discreta, Zamarripa orquestó su salida con un beneficio económico sustancial.

Poco después del anuncio de su salida, el fiscal reformó el reglamento interno de la Fiscalía —sin pasar por el Congreso local— para crear el llamado “Sistema Complementario de Seguridad Social”. Este incluyó becas educativas, apoyos médicos y funerarios, un seguro de vida y, lo más controvertido: una nueva prestación llamada “gratificación por fidelidad”, aplicable a funcionarios con más de 15 años de antigüedad.

Gratificación millonaria por “fidelidad”

Bajo este nuevo esquema, Zamarripa cobró 4.2 millones de pesos de liquidación tradicional, más 3.9 millones como “premio” por su lealtad institucional. Esta última suma representa casi el mismo monto que recibió como indemnización por más de tres décadas de servicio. A ello se añade una pensión mensual de 52 mil pesos, que podría alcanzar hasta los 144 mil pesos si se aplican los ajustes reglamentarios que él mismo promovió.

No fue el único beneficiado. Un total de 14 funcionarios cercanos también cobraron esta “gratificación por fidelidad”, con montos que oscilan entre los 285 mil y los 1.6 millones de pesos. En total, la Fiscalía erogó cerca de 15 millones de pesos en estas compensaciones, lo que generó acusaciones de uso discrecional de recursos públicos.

Cuestionamientos desde el Congreso y la sociedad

Las bancadas de Morena en el Congreso local han encabezado la denuncia pública. El diputado Abraham Ramos Sotomayor calificó el acto como un “derroche de recursos públicos” en beneficio de una gestión que, lejos de mostrar resultados positivos, estuvo marcada por un incremento del 658% en los homicidios durante su gestión. Por su parte, la diputada Hades Aguilar subrayó el descaro con el que se entregaron las compensaciones, tachándolas de “sin pudor, sin recato y sin vergüenza”.

Zamarripa fue fiscal por casi 16 años y funcionario de la Fiscalía durante más de tres décadas. En ese periodo, Guanajuato pasó de ser una de las promesas económicas del país a convertirse en uno de los estados más violentos, acumulando más de 3 mil homicidios dolosos por año en sus últimas gestiones. A pesar de haber recibido formación en el FBI y contar con apoyo estadounidense, los resultados de su estrategia contra el crimen fueron, según críticos, estrepitosamente fallidos.

Revisión bajo presión

La presión mediática y política no ha sido en vano. El actual fiscal estatal, Gerardo Vázquez Alatriste, ha admitido que revisará el marco normativo que permitió estas gratificaciones, con el fin de analizar su viabilidad legal y, potencialmente, revertirlas. Morena también ha solicitado formalmente eliminar del reglamento interno la prestación por fidelidad y transparentar a fondo el uso de recursos públicos dentro de la Fiscalía.

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La paradoja que encierra el caso Zamarripa es difícil de ignorar: un fiscal que se retira tras años de cuestionamientos y escasos resultados, que modifica las reglas del juego antes de salir y que se premia a sí mismo por su lealtad institucional. La escena se remata con un video de despedida cargado de música épica, pausas dramáticas y frases como “Carlos Zamarripa sigue adelante, empujando los límites”.

En la era de la transparencia, los ciudadanos exigen más que discursos con fondo musical: esperan rendición de cuentas. La pregunta que queda flotando no es si Zamarripa sigue adelante, sino si el sistema permitirá que otros repitan su fórmula.

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