La narrativa bélica escala al orden cósmico: La misión DART de la NASA impacta a un asteroide

Los dos grandes telescopios espaciales, el James Webb y el Hubble de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han captado imágenes de un experimento único en el que se ha estrellado una nave espacial contra un pequeño asteroide. Por primera vez observan juntos un mismo objeto celeste.

Ocurrió en la madrugada del lunes pasado, cuando la Prueba de Redirección de Asteroides Doble (DART) se estrelló contra Dimorphos, un pequeño asteroide que orbita otro mayor, Didymos. Fue la primera prueba mundial de la técnica de impacto cinético mediante una nave espacial para tratar de desviar uno de estos objetos modificando su órbita. La misión DART es una prueba para defender a la Tierra de posibles asteroides o cometas peligrosos.

Aunque el impacto pudo verse en la retransmisión en directo de la NASA, los científicos tendrán que analizar el impacto durante algunos días o semanas para ver si esta nave no tripulada logró alterar ligeramente la órbita del asteroide.

Se trata de la primera vez que la humanidad prueba el método de defensa planetaria llamado ‘impacto cinético’.

Es la primera vez en la historia de la humanidad que se intenta cambiar la trayectoria de un cuerpo celeste, para poner a prueba una tecnología que en el futuro podría servir para proteger a la Tierra de asteroides similares al que hace 66 millones de años provocó la extinción de los dinosaurios. Además, esta es la primera prueba de ‘defensa planetaria’ que efectúa la NASA, en el marco de la importancia creciente que han dado las Fuerzas Armadas de EE UU al espacio y a las posibles amenazas que puedan encontrarse en él.

En la transmisión que difundió la NASA, se puede observar el impacto a partir del minuto 1:15:00

El registro de los grandes telescopios

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En este contexto, las observaciones de los dos telescopios son algo más que un hito operativo. También hay cuestiones científicas clave relacionadas con la composición y la historia de nuestro sistema solar que los investigadores pueden explorar al combinar las capacidades de ambos.

Las observaciones conjuntas de Webb y Hubble permitirán a los científicos conocer la naturaleza de la superficie de Dimorphos, la cantidad de material expulsado por la colisión y la rapidez con la que fue expulsado.

Además, al analizar el impacto a través de una amplia gama de longitudes de onda entre el Webb y el Hubble se revelará la distribución del tamaño de las partículas en la nube de polvo en expansión, ayudando a determinar si arrojó muchos fragmentos grandes o, sobre todo, polvo fino. Toda esta información ayudará a conocer la eficacia con la que un impacto cinético puede modificar la órbita de un asteroide.

En términos generales se puede decir que el Webb se centra en el lugar del impacto y el Hubble en el material eyectado.

Hera: La misión europea que tiene la misión de estudiar el impacto

El equipo de la misión Hera, es el elemento clave en el período de observación por telescopios terrestres y espaciales para determinar si el impacto de DART ha logrado realmente lo que se pretendía, cambiando ligeramente la órbita de la pequeña ‘luna’ Dimorphos alrededor de su asteroide padre Didymos, de unos 780 m de diámetro.

La nave europea, que espera lanzarse en 2024, reunirá “información clave, como el tamaño del cráter que ha producido DART, la masa de Dimorphos, así como su composición y estructura interna, datos que ayudarán a convertir el experimento de desviación de DART en una técnica bien entendida y repetible que algún día podría llevarse a cabo de forma real”, según palabras de Ian Carnelli, el líder de la misión.

Las misiones DART de la NASA y Hera de la ESA cuentan con el apoyo de científicos de varios países a través de una colaboración internacional denominada AIDA (Evaluación del Impacto y Desviación de Asteroides). Las dos misiones fueron concebidas conjuntamente durante los primeros años del siglo XXI, cuando la preocupación por el potencial destructivo de los asteroides que pudieran llegar a la Tierra llevó a la creación de los primeros sistemas automatizados de seguimiento, que dieron lugar al Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra de la ESA (NEO-CC), y al sistema Sentry de la NASA.

De hecho, la idea del impacto proviene de Europa. Según explica Carnelli, “El matemático y astrónomo Andrea Milani de la Universidad de Pisa –un pionero de la defensa planetaria que tristemente falleció en 2018– tuvo la idea de una misión con dos naves que llamó Don Quijote: una nave espacial impactaría contra un asteroide y la otra observaría y mediría el grado de desviación”. El concepto se internacionalizó y la NASA se encargó de lo que se convertiría en DART.

La obsesión bélica estadounidense ya es cósmica


Así la narrativa bélica de los Estados Unidos, y demás países con esencia colonizadora, se oficializa a nivel cósmico, con la primera intervención directa en contra de un cuerpo celeste. Al respecto, poco después del lanzamiento la directora de la División de Ciencias Planetarias de la NASA, Lori Glaze, afirmó que el mundo ha abierto esta noche un nuevo capítulo: “Nos estamos embarcando en una nueva era para la humanidad, una era en la que tendremos la capacidad de protegernos a nosotros mismos de algo tan peligroso como el impacto de un asteroide. Eso es algo increíble. Nunca antes hemos tenido esa capacidad”.

La misión Dart no solo es una apuesta por “defender” a la humanidad de los peligros cósmicos. Si así fuera, se trataría de un proyecto bastante inútil; primero porque se estarían invirtiendo millones de dólares para detener un evento improbable y segundo porque no hay nada que pueda a salvar a la humanidad de su destino final. Con asteroides o sin ellos, la especie humana está marcada por la impermanencia y es cuestión de tiempo para que desaparezca en su totalidad, con su legado cultural, con su historia creativa y destructiva por igual.

Tal vez para algunos valga la pena invertir esos recursos para evadir por un momento ese inevitable destino, pero hay una apuesta concreta y directa en la nueva era de la investigación espacial; la explotación de los recursos cósmicos. Los grandes programas de ciencia espacial son polémicos, al menor por la forma en la que se difunden. Mientras en la narrativa mediática se trata de la colonización de otros planetas o la defensa frente a la inmensidad que nos rodea, lo cierto es que lo más relevante es la búsqueda y uso de recursos minerales, que seguramente podrán encontrarse por toneladas en los cuerpos del sistema solar, done apuntan las investigaciones.


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Despojándolos de esa carga de ciencia ficción, el desarrollo tecnológico casi siempre tiene aplicaciones directas y funcionales en la vida cotidiana. Desde las comunicaciones hasta el desarrollo de naves no tripuladas, pasando por el diseño de los trajes, tecnologías de combustión e incluso su incursión en el mundo del arte, los logros de las agencias espaciales son espectaculares y podrían ayudar a mejorar el entorno que nos sostiene en este planeta. Pero eso solo será posible cuando los programas científicos dejen de estar al servicio de instituciones que se obsesionan con fortalecer a la industria militar, con hacer la guerra aquí y más allá de nuestra atmósfera.

Sus alcances bien encaminados, podrían ser la clave para transitar a un mundo más justo y equitativo, en armonía con la gran roca galáctica que habitamos. Para esto, debemos partir de un debate fundamental que se abre con la siguientes preguntas… ¿Es posible que el cosmos nos provea de los recursos por los que históricamente se han enfrentado los Estados Nación? ¿Habrá algo más allá de esta Tierra que cubra nuestras necesidades, sin recurrir a los programas de dominación geopolítica? ¿O será que la ambición y el hambre de quienes planifican el desarrollo tecnológico en nuestros tiempos solo está expandiendo sus límites de consumo para llevar el deterioro ambiental a otras galaxias?

Tal vez sea momento de reflexionar un poco más sobre las implicaciones de sostener una visión de confrontación frente a la Naturaleza, tal vez sea momento de aceptar los impactos del futuro y dejar de impactar nuestro presente.

Nota del Colectivo Alterius con información de Agencia SINC

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