Ya no te amo, adiós

Parece imposible terminar una relación así: ya no te amo, adiós. Sin deshacerse en disculpas y justificaciones, sin atender a pláticas incómodas y sin responder muchas preguntas. Sin embargo, todo el dolor, el hartazgo y el desamor que trae una ruptura amorosa se resume en muchas ocasiones a eso.

En sí mismo, el amor es un riesgo. Zygmunt Bauman escribió que pocas empresas empiezan con tantas esperanzas y son tan propensas a fallar como el amor. Ser buena persona, incluso tener cualquier tipo de capital cultural, no dicta quién recibe o no amor.

Y así como puedes estar profundamente enamorado, también puedes dejar de estarlo. La académica Ángels Santa Bañeres escribió que el amor lleva en su esencia el desamor, y que por ello el amor fracasa desde el principio, o empieza fracasando. No hay manera de huir la experiencia del rechazo, es indivisible del amor.

Las relaciones terminan más rápido que nunca. Muchas veces antes que si quiera empiecen. Aunque hay cifras poco claras sobre los noviazgos, una leída a la página de matrimonios del INEGI muestra un aumento de 61% en los divorcios y una disminución del 20% de los matrimonios. Y una pregunta sin respuesta: cómo terminar una relación.

Antes de entrar en materia, es importante entender algunas cuestiones sobre las rupturas. Un estudio realizado en la Universidad de Miami, por los investigadores Tiffany Field y Diego Miguel, en el 2009, en el que entrevistaron a 192 estudiantes, determina que las mujeres dijeron sufrir más en las rupturas (¿sorpresa?), que la persona que toma la decisión de terminar la relación dice sufrir menos, y que los factores de tiempo o de una nueva pareja son los que logran revertir la depresión.

Las rupturas son sumamente comunes. Muy pocas veces son originales. No es de extrañar que todos alguna vez hayamos dicho “no sé si fue real”, o “me siento usada”. Recuerdo una chica que dijo que se podía “romper diferente” refiriéndose a que una relación podía terminar con ternura y cuidados. No se puede. La decepción, el enojo o los reclamos son inevitables. Para mí hay una sola forma, representada en la película del 2004 Closer. En la escena final, Natalie Portman le dice a Jude Law “Ya no te amo, adiós”.

La cuestión es que nadie quiere decir eso. Pero tal vez deberíamos de hacerlo. El estudio antes mencionado también demostró que el contacto recurrente con la expareja, e incluso ver la foto de esta, puede causar niveles altos de estrés. Y, sin embargo, la mayoría de los estudiantes entrevistados afirmaron seguir en contacto con sus exparejas.

Entonces, ¿Qué decimos para terminar una relación “en paz”? “No eres tú soy yo”; “no estoy list@ para una relación”; “eres increíble, pero…”; “te quiero, pero…”. En una primera impresión estas formulitas tan empleadas pueden parecer un intento de amabilidad. Al mismo tiempo son una falta de consideración. No porque sean falsas, puesto que las razones para terminar una relación son variadas, pero porque me parece que las relaciones terminan en su mayoría por indiferencia.

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En ese sentido, pienso que son verdades a medias, que esconden una verdad más aterradora, que es tan simple como “no te amo tanto como tú me amas” o “no me gustas tanto”.

Lo problemático de esta supuesta amabilidad es que en sí misma es una contradicción. “Eres la mejor persona que he conocido, pero no puedo estar contigo”. El que escucha, triste e incrédulo, podría aferrarse a la primera parte de la oración, y convenientemente olvidar la segunda.

Hago un espacio para aclarar que no digo esto desde un púlpito moral. Cuando tenía 17 años mi novio de prepa me cortó en una fiesta. “Ya no me gustas”, dijo y se acabó. De repente estaba llorando en el coche de mis papás, regreso a mi casa medio borracha. Puedo decir que sufrí mucho tiempo, pero también puedo decir qué nunca me pregunté por qué habíamos terminado. Escribo esta columna porque yo he dicho todas esas formulitas, y creo que, haciéndolo, he lastimado a mucha gente.

Hay que aceptar la realidad: a todos nos han rechazado y posiblemente todos hemos rechazado a alguien. Somos conscientes de que lo que sientes o no por una persona trasciende tu control o voluntad. El amor se acaba y nos continúa sorprendiendo. Incluso querer dure para siempre, aparentemente es pedir demasiado.

Creo que hay un punto que suele ser infravalorado, y posiblemente es el más importante del amor y el desamor: el respeto. No tendríamos que tratar con condescendencia a nuestras parejas, ocultándoles una verdad que eventualmente van a descubrir mediante decepciones infinitas. No deberíamos hacer las cosas más “dulces” a la hora de explicarnos, porque eso solo nos simplifica el proceso, y se lo complica exageradamente al otro.

Hay que hacer las paces con ser “el malo de la historia”. El otro no tiene que enterarse de la culpa que nos produce lastimarlo, si esa culpa se traduce en reciprocidad. Sé que a las mujeres nos cuesta especialmente trabajo. Siempre que es nuestra decisión terminar una relación nos volvemos frías y manipuladoras. Pero hay que hacerlo.

Y tener la certeza de que, pasado un tiempo, tu expareja va a terminar por entender. Me gustaría pensar que todos tendremos nuestro turno para explicarles cuánto nos dolió terminar la relación y lo especial que fue. Pero justo cuando no se encuentren en la posición tan vulnerable de aferrarse a ello.

 

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