Editorial: De amigos a enemigos

El periodismo parece tener muchos amigos, pero muy pocos son sinceros. 

Esto explica porqué Andrés Manuel López Obrador hoy ataca nuevamente a la periodista Carmen Aristegui y a la revista Proceso, a quienes acusa de “nunca haber hecho un periodismo en favor del pueblo”, esto como reacción a la publicación del reportaje “Sembrando vida y la fábrica de chocolates”, que vincula la operación de uno de los programas insignia de la actual administración con una empresa de chocolate de la que los hijos del mandatario son beneficiarios. 

Las afirmaciones del presidente contra Aristegui y Proceso son desproporcionadas y absurdas. Sobre todo porque si AMLO logró canalizar electoralmente el descontento popular por la corrupción del gobierno de Enrique Peña Nieto, fue en gran parte gracias al periodismo de investigación. Reportajes como “La Casa Blanca” publicado por Aristegui, “Las empresas fantasma de Duarte”, que apareció en Animal Político, o los “Piratas de Borge”, que vio la luz en Mexicanos Contra la Corrupción, fueron piezas cruciales para mostrar que el “nuevo PRI” era una “Estafa maestra”. 

A pesar de lo anterior, desde el inicio de su sexenio Andrés Manuel López Obrador ha menospreciado el papel del periodismo en México. Ha atacado sistemáticamente a casas editoriales como el diario Reforma, Proceso, El Universal, así como a periodistas como Jorge Ramos, Carmen Aristegui, Raymundo Riva Palacio, Leo Zúckerman, entre muchos otros. Esto demuestra que en realidad al actual presidente le gustaba el periodismo cuando exhibía a rivales políticos, pero que no lo tolera cuando ese mismo ejercicio profesional exhibe a su gobierno. 

Es un hecho que el reportaje presentado por Aristegui y Proceso también puede ser sometidos a revisión y crítica, esto en clave periodística. Se puede evaluar la información que aporta, la profundidad de la investigación o la consistencia de sus afirmaciones, esto sin recurrir a la descalificación. La Presidencia cuenta con recursos para realizar cualquier aclaración por vías institucionales, ya sea a través de una conferencia de prensa, de la función de vocería o mediante un comunicado puntual, todo esto aportando nueva información que permita aclarar los hechos. 

Ensuciar a periodistas y menospreciar al periodismo no aporta a la construcción de una sociedad más informada, y de hecho, supone negar el derecho de la ciudadanía a conocer la verdad sobre el uso de recursos públicos. 

Por tanto, Tercera Vía se suma a la exigencia de respeto para comunicadores/as y periodistas, considerando que la transparencia, la rendición de cuentas y el acceso a la información son agendas insobornables que todo gobierno democrático debe asumir.  

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