La supuesta demanda de Adele contra Ángela Aguilar que nadie ha confirmado: Is this for Real?

En el circo musical actual, donde la originalidad parece tener precios de oferta, circula un “chisme” que ya casi se vuelve leyenda urbana: ¿Ángela Aguilar, la supuesta musa moderna de la música regional, habría tomado prestado—sin permiso—un pedazo de la corona de Adele? La polémica estalla en redes, mezclando acusaciones, comparaciones y una buena dosis de ironía que ni el mismísimo Pepe Aguilar se imaginaría.
Diversos usuarios han señalado que el estribillo de “Qué Agonía”, tema que la cantante interpreta junto a Yuridia, suena curiosamente similar al icónico “Rolling in the Deep” de Adele. Al parecer, fue un video en TikTok el que reavivó este debate, mostrando de forma casi humorística cómo “un par de notas” podrían ser motivo de una demanda multimillonaria. Entre quienes se suben al carro del supuesto plagio, se comenta que un tribunal californiano habría fallado a favor de la británica, sellando el destino de Ángela en una especie de justicia poética. Sin embargo, este veredicto es tan concreto como una sombra en la oscuridad: ningún equipo, ni el de Ángela ni el de Adele, ha confirmado oficialmente tal acción legal.
La controversia, que parece sacada de un guion de telenovela, ha hecho que los internautas se dividan en bandos. Algunos afirman sin titubear que “la técnica de Adele ha sido robada”, mientras otros defienden la idea de que las coincidencias en melodías no son un delito, y que más de una canción en la industria ha recorrido caminos armónicos similares. En este escenario, el compositor mexicano Enrique Guzmán Yáñez, conocido como “Fato”, no se quedó callado y salió al rescate de Ángela, asegurando que “la canción es de Ángela y de Pepe”, desestimando así cualquier acusación de plagio. Con estas palabras, se intenta devolver algo de cordura a una historia que, de lo contrario, roza lo absurdo.
La narrativa se ha enriquecido con declaraciones encontradas en distintos medios: mientras algunos títulos sensacionalistas aseguran que la demanda de Adele ya ha ganado terreno y que Ángela tendría que pagar “varios millones de dólares”, otros informan que todo es un rumor que se alimenta de la creatividad desbordada de los fans y de la incesante comparación de melodías en redes sociales. Al final, la polémica parece ser otro capítulo en la larga historia de disputas creativas en la música, donde la línea entre inspiración y imitación se vuelve tan difusa como el eco de un acorde.
Resulta irónico que en una era donde se celebra la diversidad y la innovación, se siga debatiendo si copiar una parte del coro puede o no manchar la reputación de una artista. En este caso, la falta de declaraciones oficiales y de pruebas contundentes deja al público con una mezcla de escepticismo y entretenimiento, mientras se aguarda, quizás con algo de morbo, la confirmación o desmentido de lo que, al fin y al cabo, podría ser solo otro capítulo de la vorágine digital.