La Revolución que no quieren ver

México vive una nueva revolución, una lucha por la transformación social por la que las mujeres en este país levantamos la voz cada día. Esta lucha es histórica, pero ha adquirido una gran fuerza gracias a la suma de miles de mujeres motivadas por cambiar las condiciones de desigualdad en las que vivimos en México.

Una revolución es lo que se vive en espacios públicos y privados, un cambio social que requerimos seguir impulsando en esta nueva ola feminista, aunque no todos lo ven o intentan negar esta realidad. 

Hay datos que deberían cimbrar al país y que nos ofrecen OCDE e INEGI como la brecha salarial de género que es superior al 14%, o como la violencia de género que vivimos 7 de cada 10 mujeres, pero el dato más escalofriante: los 10 feminicidios cada día, que no son ni siquiera reconocidos de forma oficial por los gobiernos sino contabilizados por asociaciones civiles y por activistas. 

Según ONU Mujeres, América Latina es el lugar, fuera de una zona de guerra, más letal para nosotras las mujeres, pero México no solamente es uno de los países peor evaluados en esta región sino en todo el mundo: en el Índice de Mujeres, Paz y Seguridad 2019-2020 del Georgetown Institute for Women, Peace and Security;  nuestro país está en la posición 103 de 167 naciones en las que se analizaron los niveles de inclusión, justicia y seguridad con los que vivimos las mujeres.

Vivimos en un entorno violento donde nos acosan, nos discriminan, nos maltratan y nos matan por el simple hecho de ser mujeres. 

Pese a esto, hay quienes prefieren ignorar la realidad o incluso prefieren criminalizar y agredir a las mujeres que se manifiestan exigiendo justicia, como sucedió en la Ciudad de México y en Cancún. También les ha parecido más sencillo acusar a los movimientos feministas de estar infiltrados o perseguir intereses partidistas. 

Otros, como el presidente Andrés Manuel López Obrador, normalizan la desigualdad entre hombres y mujeres al considerar que los roles de género, que nos colocan en una posición de subordinación, son positivos. Pero este 25 de noviembre fue más lejos, negó que nos estén matando por el hecho de ser mujeres, comparando las razones de los feminicidios con las de los homicidios, visibilizando, una vez más, la violencia de género, la misoginia y el machismo. 

Y aunque en la 4T hay mujeres valiosas que luchan por la igualdad de género, mientras AMLO no decida reconocer los graves problemas que provoca el arraigado  machismo en México, el alcanzar una transformación que nos garantice la igualdad será más complicado. 

Hay muchos casos en los que los gobiernos se han negado a este cambio, como la resistencia a la tipificación y luego investigación de feminicidios, dejando en la impunidad más del 90% de estos crímenes por razones de género.    

Nos enfrentamos a la violencia sexual, psicológica, física y económica pero también luchamos contra barreras que nos han impedido el acceso igualitario a los cargos donde se toman las decisiones, y cuando hay acciones de equidad para derribar estas desventajas históricas, por ejemplo, la paridad en las gubernaturas, la dirigencia del PAN y Morena en el Senado se ofenden e impugnan estas medidas. 

Quienes decidan seguir simulando, protegiendo a violentadores y siendo ciegos ante la revolución feminista, no deberían tener futuro en la política de este país pues esta lucha por alcanzar la igualdad de derechos ya no la para nadie. 

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