Nombran a Adrián Rubalcava como director del Metro CDMX pese a irregularidades y sanciones administrativas

Con la promesa de continuar la modernización del Sistema de Transporte Colectivo Metro, el exalcalde de Cuajimalpa, Adrián Rubalcava Suárez, fue nombrado director del STC por la jefa de Gobierno, Clara Brugada. Mientras el gobierno capitalino lo presenta como un “administrador experimentado”, el historial del nuevo titular del Metro cuenta una historia distinta: una marcada por opacidad financiera, contradicciones patrimoniales y auditorías reprobadas.

Rubalcava no llega en blanco. Su paso por la administración pública ha sido largo —más de dos décadas— y turbulento. En sus declaraciones patrimoniales hay omisiones que no pueden pasar inadvertidas: ocultó su participación accionaria en la empresa Katamon Industrial y Comercial, sociedad compartida con su jefe de gabinete en la alcaldía, Rodolfo Chehade. Además, declaró tener el 30% de Nova House SA de CV, pero su nombre no figura en los registros públicos de la compañía.

A estos vacíos documentales se suman discrepancias en la compra de un inmueble: en 2021 dijo haber adquirido un departamento por 900 mil pesos en 2004; un año después, el valor cambió a 1.01 millones y la fecha de compra se recorrió a 2006. Más allá del desorden administrativo, la Ley de Responsabilidades Administrativas de la Ciudad de México califica estas omisiones como faltas graves, sujetas incluso a inhabilitación.

Pero Rubalcava no sólo arrastra inconsistencias patrimoniales. Su último año como alcalde de Cuajimalpa fue auditado tres veces. En todas reprobó. Según la Auditoría Superior de la Federación (ASF), la administración de Rubalcava incumplió normativas clave como la Ley General de Contabilidad Gubernamental. El informe más grave revela un probable daño a la Hacienda Pública por más de 201 millones de pesos, equivalentes al 100% de los recursos federales auditados en 2023. La alcaldía no presentó documentación justificativa del gasto, ni registros contables. En palabras técnicas: dinero público sin rastro legal.

En otra auditoría, se detectaron irregularidades en el uso del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social Municipal. Rubalcava ejecutó recursos en zonas que no corresponden a las áreas geográficas justificadas, generando un daño adicional de casi 58 millones de pesos.

Y mientras se hablaba de austeridad en todo el país, en Cuajimalpa se gastaba más. La Auditoría Superior de la Ciudad de México señaló incrementos en partidas como alimentos, energía eléctrica y fotocopiado, sin que existieran lineamientos de austeridad que justificaran estos gastos. No hubo racionalización del uso de recursos ni medidas que restringieran el gasto administrativo.

La trayectoria política de Rubalcava también carga con señalamientos por violencia, ataques a opositores y vínculos con redes de secuestro, como el grupo conocido como “Los Claudios”. Aunque nunca fue procesado judicialmente, su nombre estuvo en la mira de la entonces Procuraduría General de la República.

El contexto del nombramiento tampoco ayuda. Rubalcava rompió con el PRI tras no haber sido elegido como candidato a la Jefatura de Gobierno. Su salto a la campaña de Claudia Sheinbaum fue interpretado como una jugada de supervivencia política. Ahora, su designación como director del Metro —una institución con presupuesto histórico de 23 mil millones de pesos en 2025— parece más un premio político que una decisión técnica.

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En contraste, Guillermo Calderón, quien deja la dirección del Metro, fue calificado como un “servidor público comprometido” y continuará como asesor en movilidad para concluir la renovación de la Línea 1. Si bien el Metro necesita liderazgo para encarar los retos de mantenimiento, seguridad y eficiencia, la figura de Rubalcava no parece encarnar precisamente la transparencia ni la rendición de cuentas.

De momento, Clara Brugada insiste en que Rubalcava es “un gran operador de proyectos” que ayudará a que el Metro avance. Pero el cargo no es menor: el STC Metro es una de las arterias vitales de movilidad para millones de capitalinos. El riesgo no está solo en el tren que descarrila, sino en el dinero que desaparece sin explicación.

En una ciudad donde cada peso mal ejercido puede costar vidas en los túneles subterráneos, la pregunta es inevitable: ¿es Adrián Rubalcava el nombre más confiable para dirigir el Metro o apenas un operador más en la maquinaria política?

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