Defender el suicidio desde la poesía más oscura: “Muerte por hambre” de Nicolás Fiks

En "Muerte por hambre" Nicolás Fiks da una clase de la poesía más oscura, no para conquistar a la muerte, esa tarea quedará en cada quién, pero si para hacerle justicia.

Por Carlos Castorena

Dejé escapar mis oportunidades de ser feliz, aposté al futuro equivocado, y ahora, abandonado, en medio de la nada, solo puedo lamentar todo lo que perdí.

Nicolás Fiks

Con el tiempo he podido distinguir entre dos males —demonios mortales que parecen ser el principio de los pesares de los hombres, pero que habitan en distintos ambientes—. El más conocido es la ansiedad y se le atribuye como el pesar de los pesares y a veces se les escucha a las sirenas hablar de él como si fuera el primer monstruo. Pero otro le disputa aquel trono. Es éste el que más me ocupa en estas líneas.

La angustia es ave de futuro, no es el mal de los suicidas, pues los suicidas no temen a un futuro desconocido, tanto peor, ellos intuyen algo del futuro y es eso lo que los carcome. El desconocimiento para ellos habría sido un alivio y tal vez algo de esperanza. Los suicidas combaten otro monstruo: uno que nada en el pasado. Ellos no temen lo desconocido, sufren lo ya sumamente vivido.

Lamentan todo lo perdido, todo lo que no lucharon, todo lo que  les fue negado. Tal vez con muy poca precisión pero los antiguos judíos entendían el daño que podía provocar un perezoso. Lo que los judíos y los cristianos no entendían en esas épocas es que un perezoso era un deprimido. Nada hay de romántico en esto. De todos los demonios Belfegor es posiblemente el más asfixiante de todos los pecados. Con mucho la Lujuria y la Ira permitirían cuando menos vivir una vida digna de ser contada, incluso la Envidia y la Gula podrían dejarte socializar. La Codicia y la Vanidad, in-secretamente adoradas en nuestros días, hasta podrían convertirse en grandes aliados. En cambio la Pereza parece ceñirse sobre nosotros con un peso que nos arroja por fuera de cualquier utilidad.

Siempre he creído que Belfegor  guarda celosamente secretos desconocidos para los otros seis. Cuando uno es abatido por completo por la inacción, poseído por el demonio que escapa de la utilidad en un mundo de máquinas, como el nuestro. Uno termina por poder hacer lo que muy pocos otros hacen: contemplar. Contemplar en sí mismo pudiera ser un evento maravilloso pero para el que ha coqueteado con guadaña en mano, la contemplación tiene otro destino; como dije, la angustia es un ave de futuro, la depresión es una ballena de pasado, está alimentada por lo mucho que hemos contemplado, vio tantos pasados a lo largo de largas historias que intuye perfectamente el futuro. Belfegor da un regalo peor que el desconocimiento y es la certeza de que todo acaba siendo nada.

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Esa nada vestida de normalidad, de eventual concatenación de hechos innecesarios, una broma, un desaliento, un siempre fue-siempre será, de esta o de aquella forma, apatía, incluso peor que las heridas de batalla la cotidianidad puja un veneno monstruoso, Madam Bovary podría contarlo mejor que yo.

Así me encontré con el libro de poemas del escritor argentino Nicolás Fiks titulado Muerte por hambre (México,  Camelot América, 2018) como la Apokartéresis del maestro Hegesias. Su libro, de Nicolás, es como una danza va y viene en una serie de sentimientos encontrados en los que se siente ese eterno malestar que acongoja a los tocados por Belfegor.

Incluso se siente el semblante de su educación. Estudió Historia y Teología en la Universidad Católica Argentina. Por ello que me atreví a usar símbolos católicos para explicar este llamado a la Aporkartésis, si bien el  tema da para mucho más sólo escribo estas líneas. Claro, el lector puede investigar más al respecto, a riesgo de ser seducido por una de las filosofías más perseguidas y condenadas. Prueba de ello es la completa quema de los libros del maestro de esta corriente Hegesias y el cierre definitivo de las escuelas que inculcaban su pensamiento. Así Nicolás aporta este libro que trae a nuestra memoria una senda olvidada.

El libro de Fiks le sonríe a la muerte y la corteja mientras vomita sobre la triste trayectoria  de la humanidad, repasa colores, peligros, biografías e historia, como quien  instruye, da una clase. Una clase de la poesía más oscura, no para conquistar a la muerte, esa tarea quedará en cada quién, pero si para hacerle justicia. No es la muerte quien atormenta, ella si acaso es una seductora peligrosa, es la vida la torturadora tan talentosa en su crueldad que ha encontrado como ser amada calumniando a la muerte.

Este libro es para aquellos que han sido seducidos por la de labios filosos, ojos de misterio y ese penetrante silencio que  anuncia un destino inexorable pero que nada tiene de doloroso una vez cruzado.

 

 

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2 comentarios

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