Napster, corrupción y el poder de la gente

“Es un momento radical para los músicos, un momento realmente revolucionario,

y creo que las revoluciones como Napster son mucho más divertidas que el dinero,

que por cierto no tenemos con las principales discográficas de todos modos,

así que es mejor que lo superemos y entremos al juego.”

– Courtney Love

“Nuestra democracia, nuestro marco constitucional es realmente un tipo de software

para aprovechar la creatividad y la imaginación política de toda nuestra gente.

El sistema democrático estadounidense fue una versión política temprana de Napster.”

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– Al Gore

 

“Hoy quiero hablar de piratería y música. ¿Qué es la piratería? La piratería es el acto de robar el trabajo de un artista sin ninguna intención de pagarlo. No estoy hablando de software tipo Napster. Estoy hablando de los contratos de grabación de las grandes compañías disqueras.”

Así empezaba Kourtney Love su colaboración para Salon en el año 2000 en un artículo que encendió el debate en torno al excesivo abuso al que eran sometidos los músicos en su relación con las disqueras. No voy a entrar en detalles, para quien desee leer el artículo, no tiene desperdicio. Sólo comentar que, al lado de los ejecutivos de las compañías discográficas, esos políticos corruptos de los que escuchamos a diario poseen un cierto encanto y hasta una cierta inocencia.

Pero vale la pena considerar el tema desde una perspectiva como la de Al Gore. Un sistema peer-to-peer, un sistema que se deshace de los intermediarios y en el que cada cual puede aportar algo de lo que posee en cualquier momento debe ser sin duda una mejor aproximación a lo que hoy conocemos como democracia y lo que esta tiene por ofrecernos. La democracia está en peligro y si ha de funcionar correctamente requiere de la participación de todos. El fracaso del actual sistema político en el mundo occidental debería ser ya bastante evidente: desigualdad, inestabilidad, corrupción, disminución del estado de bienestar, daño irreversible al medio ambiente. Políticos que responden a intereses privados son la norma, no la excepción. Capitales privados voraces que anteponen la generación de utilidades al bienestar del individuo y el planeta se han convertido en una plaga que devora todo a su paso. El interés de la mayoría deja de tener importancia en cuanto aquellos a quienes elegimos para representarnos asumen sus cargos, los cuales casi siempre, al abandonar cuatro, cinco o seis años después terminan arrojando a la luz redes de corrupción y tráfico de influencias: piénsese en los casos de Lula, Cristina Fernández, Zapatero, Sarkozy o prácticamente cualquier presidente saliente. Cuando no es abierta y declarada corrupción es llana incompetencia la que termina acarreando miseria a la gente.

Luego, apoyado en un programa de propaganda mediática que le hace ver como el nuevo Mesías llega otro candidato que habrá de corregir el rumbo de la economía, los valores familiares, la abundancia, y todo vuelve a empezar. La pregunta es: ¿Por qué seguimos perpetuando este sistema?

 

Eliminar a los partidos políticos

Si bien no la única fuente de males, ciertamente es en los partidos políticos donde se gesta una gran parte de ella: la forma en que se elige a quienes habrán de representarnos y su proceder para hacer o dejar de hacer lo que está en beneficio de la gente deja mucho que desear. Cuando los elegidos no han hecho nada por la comunidad que aspiran a representar y la designación no es en base al mérito ciudadano sino a la astucia política, las conexiones o la conveniencia, el método exhibe sus flaquezas. Y, sin embargo, el sistema de partidos no es tan antiguo: tiene apenas unos 180 años. Se nos ha hecho creer que debemos adscribirnos a uno u otro, pero no tendría por qué ser así, incluso George Washington no creía en ellos al momento de la fundación de Estados Unidos. ¿Eres Demócrata o Republicano? ¿Por qué elegir entre una cosa o la otra? ¿Qué tal la libertad del individuo para no tener que elegir entre ninguna de estas opciones sino la de la mejor idea, sin importar de dónde provenga? Un sistema que me empodere y me ayude a tomar las mejores decisiones para mí, mi comunidad y mi familia, una decisión informada, apoyada en la tecnología y el conocimiento colectivo para evitar al mínimo la posibilidad del fracaso. Un sistema que antepone el bienestar del individuo a cualquier otra cosa. A su lado, el actual sistema de partidos es una caricatura.  A la única idea que valdría la pena adscribirse es a la del progreso y el bienestar general. Y si algo nos ha enseñado el desempeño de los partidos y sus representantes es que a estos no les interesa o son incapaces de generarlo.

Tan solo en México los partidos políticos le cuestan al erario alrededor de  $6,778 mdp cada año. Si el objetivo de todo ese dinero es ayudar a fomentar la democracia ¿por que no utilizamos sólo una mínima parte del mismo para implementar herramientas que permitan una mayor participación ciudadana en los asuntos públicos, que permitan votar iniciativas y leyes? No va a suceder. Por eso no se los vamos a pedir: es algo que tenemos que hacer nosotros.

 

Independiente no es suficiente: individual debe ser la medida

Los últimos meses han arrojado lo que parece será una tendencia a nivel global: partidos o candidatos que se dicen independientes como Podemos y Ciudadanos en España, Cinque Stelle en Italia, o personajes como Pedro Kumamoto o El Bronco en México. El sólo hecho de aspirar a seguir perpetuando el sistema debería descalificarlos. Revela a personajes sin visión. El actual sistema político es deficiente y requiere una total reestructuración ya que se presta a la corrupción. El sistema democrático representativo no funciona. Delegar el poder en unos pocos individuos fácilmente corruptibles le facilita a los poderes fácticos el prostituirlos. Aferrarse a seguir utilizándolo es mera necedad, ignorancia o falta de imaginación (o una combinación de todo lo anterior). Si el sistema no funciona, lo cambias, no lo sigues perpetuando. Ser independiente no es suficiente. En el nuevo modelo las instituciones permanecen, pero el poder está distribuido entre los ciudadanos y se puede ejercer en cualquier momento. La toma final de decisiones ya no le pertenece a los políticos. Los funcionarios públicos son evaluados constantemente y pueden ser removidos en cualquier momento si así lo decide la mayoría.

 


Devolver el poder a la gente

La tecnología nos alcanzó y estamos ya en condiciones de dotar de mejores instrumentos al ideal griego de democracia. El modelo representativo al que se tuvo que llegar fue sólo un accesorio intermedio impuesto por la imposibilidad de que el individuo pudiera desplazarse todos los días al ágora para votar leyes, participar en juicios o votar iniciativas. Pero el ágora, entendido como punto de reunión y participación lo tenemos ahora en nuestras manos. Podemos hacer de nuestro móvil el instrumento perfecto para decidir sobre aquellas cosas que nos interesan y nos afectan sin necesidad de un representante. El modelo de concentrar el poder en unas pocas manos resultó ineficiente desde el principio: ya la comedia griega daba ejemplos de individuos que enloquecían y se corrompían en presencia del poder. Esto, apenas unos años después de haber sido concebida la democracia. Delegar el poder en representantes, podría decirse, fue el pecado original de la democracia. Pero la tecnología nos permite ahora distribuir ese poder en las manos de todas las personas afectadas por decisiones de carácter público. Apoyados de sistemas informáticos, minería de datos y sistemas de recomendación, estamos en condiciones de poder hacer un mejor trabajo del que hasta ahora han hecho los políticos, reduciendo el riesgo de que el poder termine en manos de individuos sin el conocimiento mínimo necesario para desempeñar la función que les ha sido encomendada, minimizando la consabida pérdida de recursos económicos y riesgos que ello conlleva.

La democracia, como sinónimo de auto organización y autodeterminación política de la sociedad podría encontrar en un conjunto de herramientas informáticas el camino para hacer realidad la democracia deliberativa por la que abogaba Habermas. Una herramienta que ayude a salvar las distancias de aquellos que no están capacitados para enfrentar la política y las decisiones públicas y les permita informarse acerca del mejor curso de acción. 

Es la interacción entre los individuos la que genera el poder y lo convierte en un fenómeno social permanente. Barney Frank, un congresista norteamericano retirado solía decir que el gobierno es simplemente el nombre que le damos a las cosas que elegimos hacer juntos. Durante mucho tiempo, obligados por las circunstancias, hemos permitido que individuos que no nos representan como deben hagan las cosas por nosotros. Pero eso puede cambiar. Tenemos la tecnología para hacerlo. Devolvámosle el poder a las personas antes de que sea demasiado tarde. Hagamos historia. Gobernemos juntos.

 


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Napster

“Napster secuestró nuestra música sin preguntar. Nunca buscaron nuestro permiso. Nuestro catálogo de música simplemente estuvo disponible como descargas gratuitas en el sistema Napster.”

– Lars Ulrich

 

Algunas cosas suceden casi por accidente, de seguro Shawn Fanning no tenía en mente poner de rodillas a la mafia de la industria de la música cuando creó Napster. Despojarlos de casi todo su poder y sentar las bases para que un sistema más eficaz se hiciera cargo. Fue sólo el resultado de buscar mejorar el estado actual de las cosas: hacer más eficiente la manera de compartir la música que ya todos teníamos. Otras ideas, tal vez, debamos forzarlas un poco. Quitarles el poder a los políticos y convertirlos en lo que son: meros servidores públicos, eliminando de paso a los que no tienen vocación de servicio y están ahí solo para servirse del poder es, sin duda, una idea que vale la pena explorar.

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