La democracia al servicio de los ciudadanos y no al revés

Uno de los aciertos de Movimiento Ciudadano ha sido definir una agenda básica, con ejes que son, al mismo tiempo, potentes y concisos: derechos humanos, rendición de cuentas y participación ciudadana.

Una prueba contundente de esto es que mientras los gobiernos locales de Movimiento Ciudadano innovaron en transparencia (los 3 municipios más transparentes según CIMTRA son Tlajomulco, Guadalajara y Zapopan) y participación ciudadana (presupuestos participativos y revocación de mandato son una realidad), en las elecciones de este año casi todos los candidatos relevantes retomaron esa agenda (principalmente los del PAN, aunque también independientes e incluso los del PRI).

Derechos humanos, rendición de cuentas y participación ciudadana

Antes he dicho que más allá de los cargos y las elecciones que se ganen, la política tiene valor cuando modifica la realidad para bien de las personas. Y es justamente lo que hemos logrado: marcar la agenda.

La diferencia es que mientras para las otras fuerzas políticas el discurso es una forma de ganar elecciones, para nosotros es lo más importante. Por ello, y para seguir regresándole sus derechos a los ciudadanos, el próximo año los ciudadanos de la segunda ciudad más grande de México decidirán si corren a sus gobernantes o lo ratifican.

Sin embargo, al mismo tiempo que nuestra agenda avanza (al menos en el discurso de los partidos tradicionales, que nunca han tenido empacho en incumplir sus promesas) es importante leer los acontecimientos internacionales y afinar el tiro.

“La política tiene valor cuando modifica la realidad para bien de las personas”.
Hoy quiero hacer una reflexión sobre el asunto de la participación ciudadana, que acaba de propiciar un desconcertante evento: la decisión, vía referéndum, de las y los ciudadanos británicos para que el Reino Unido deje de formar parte de la Unión Europea.

Más allá del análisis de la coyuntura, como el hecho de que 7% de quienes votaron por el llamado “Brexit” dicen estar “arrepentidos” y de que el principal ingrediente para el resultado fue el abstencionismo de los jóvenes menores de 29 años (que votaron mayoritariamente por permanecer en la UE), vale la pena preguntarse cuáles decisiones y en qué circunstancias tienen que someterse a una votación directa.

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Para esa reflexión quisiera citar una idea de Sartori, de su libro “La democracia en 30 lecciones”: “La invitación a ‘participar más’ es meritoria; pero si se hincha desmedidamente, como si toda la democracia pudiera resolverse en la participación, es una recaída infantil (…) una recaída no solo impracticable de hecho, sino también conceptualmente peligrosa, que nos propone a un ciudadano que vive para servir a la democracia, en lugar de una democracia que existe para servir al ciudadano”

¿Cuáles fueron, a la luz de esta idea, los errores del Brexit que debemos tomar en cuenta para los cambios que empujemos en México?

  1. Intentar resolver una discusión compleja mediante referéndum. Ni siquiera los clásicos, en su idealismo democrático, fueron capaces de llevar un debate tan lleno de matices a un ejercicio de este tipo. La mejor prueba de este error es que se ha demostrado que la campaña para abandonar la Unión Europea se basó en mentiras.
  1. Desestimar la plurinacionalidad. Muchos no ven la diferencia entre este término y el llamado “independentismo”, pero no haber considerado la composición plurinacional del Reino Unido (destacadamente la tensión con Escocia), fue un absurdo que traerá la ruptura como consecuencia.
  1. Escalar la participación directa a un plano nacional. Y aquí me gustaría volver a otro mérito de la agenda de Movimiento Ciudadano: es local, no atenta contra pactos federales y por ello no polariza. La inmensa mayoría de los ejercicios de democracia participativa que tienen sentido son locales; los regionales, e incluso los nacionales deben ser la excepción.
  1. Por último, está el asunto de los márgenes. Una decisión con estas repercusiones no puede valorarse al nivel de otras en las que la mayoría decide, sin importar qué tan clara sea esa mayoría. En el estado nación de la actualidad este tipo de votaciones deberían ser válidas solo si fueran avaladas por un 60% de la población, con derecho a una segunda vuelta. De lo contrario, la tensión social no solo no se resuelve, sino que se profundiza.

Estas reflexiones sobre el Brexit y la democracia participativa sirven para señalar que la participación ciudadana debe ser vista siempre como una solución a los problemas que le son propios a la democracia. Por eso, seguiremos insistiendo en que los derechos de las y los mexicanos se expandan y ganen terreno frente a partidos y grupos de poder. Pero siempre teniendo en cuenta la gran recomendación de Sartori: es la democracia la que debe estar al servicio del ciudadano y no al revés.

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Imagen: Boceto de La Nueva Democracia, de David Alfaro Siqueiros

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