Un calvario la identificación de cuerpos de la fosa clandestina operada por la fiscalía de Morelos

A las 12:30 trabajadores de la fiscalía del estado de Morelos y familiares de personas desaparecidas comenzaron a excavar en un predio en Tetelcingo, su objetivo es rescatar más de 100 cuerpos que yacen anónimos en una fosa.

El trabajo comenzó con seis horas de retraso debido a que las autoridades de Morelos rompieron acuerdos que habían establecido con las familias. Horas antes, habían emitido un boletín en el que la fiscalía había asegurado tener todas las condiciones para comenzar con las excavaciones; la maquinaria, las carpas, plantas de luz y demás equipo necesario para esta titánica tarea, nunca llegaron. Fue la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), la institución que prestó y montó la infraestructura necesaria el día de hoy.

La UAEM ha acompañado este proceso desde hace meses a través del Programa de Atención a Víctimas de la universidad, participarán también con peritos para la plena identificación de los cuerpos en la fosa junto con la Procuraduría General de la República (PGR), la ficalía de Morelos y la división científica de la policía federal.


Oliver Wenceslao Navarrete Hernández fue secuestrado el 23 de mayo de 2013, posteriormente fue asesinado. Su cuerpo fue trasladado a las instalaciones del Servicio Médico Forense del estado. Siete meses (llenos de negligencia e irregularidades de ministerios públicos y la fiscalía) después la madre de Oliver, María Concepción Hernández Hernández, fue informada de que su hijo había desaparecido de nuevo.

Con sus propios medios, María Concepción encontró  indicios del lugar en el que se encontraba el cuerpo de su hijo: había sido llevado a una fosa común que la misma fiscalía morelense había habilitado en un predio en Tetelcingo. Sus familiares exigieron la exhumación del cuerpo y con mucha resistencia de las autoridades lo lograron. Lo que descubrieron fue impredecible, junto al cuerpo de su hijo se encontraban los restos de más de 100 personas sin identificar.  Los cuerpos se encuentran separados en bolsas, algunas con un papel con algún número de carpeta de investigación, su existencia no sólo era del conocimiento de la fiscalía que la utilizaba como “fosa común”, sino que fue cavada por las mismas autoridades. Al no contar con ningún tipo de permiso para funcionar, ni del Ayuntamiento de Cuautla, ni de la dirección de Panteones, tampoco de Protección Civil, se convierte en una fosa clandestina del gobierno de Morelos. 

A partir de entonces María junto con otros familiares de personas desaparecidas comenzaron una batalla por la identificación de los restos. A más de un año de la denuncia pública y algunos enfrentamientos con las autoridades, hoy por fin dio inicio la exhumación de los cuerpos.

Con presencia de medios de comunicación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, familiares y observadores comenzó el rescate de los cuerpos que constará de 5 fases:

  1. El descubrimiento de la persona dentro de la fosa, la identificación de elementos visibles como números de expediente, fichas o carpetas que aporten información sobre la identidad de los cuerpos.
  2. Su extracción y limpieza.
  3. Toma de muestras genéticas por parte de todos los peritos (UAEM, fiscalía, PGR y Policía Federal) y en presencia observadores (en su mayoría familiares de víctimas de desaparecidos).
  4. Embalaje digno de los restos.
  5. Traslado de los cuerpos al panteón Jardines del Recuerdo en Morelos donde serán depositados en una fosa común legal en la espera de ser reclamados por familiares.

Por la mañana el rector de la UAEM Alejandro Vera Jiménez, junto con familiares y el ahora Secretario de Comunicación Javier Sicilia, ofreció una conferencia de prensa donde dijo que las fosas de Tetelcingo “son una manifestación de la descomposición en la que nos encontramos como sociedad y de la colusión de algunas instancias encargadas de la procuración de justicia con la delincuencia y el crimen organizado”.

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Se espera que la exhumación de los cuerpos sea una labor que les lleve de 7 a 15 días, por lo que las áreas correspondientes de la UAEM estarán presentes en todo momento hasta el término de la exhumación.

Con información de Radio UAEM.

 

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