Diputado Hugo Eric Flores usa San Lázaro para promover marcha religiosa y anuncia iniciativas pro iglesias

Con una Biblia en una mano y la Constitución en la otra —aunque claramente prefería la primera— el diputado morenista Hugo Eric Flores convirtió el recinto legislativo en altar de campaña espiritual. Desde el lobby de San Lázaro, no sólo organizó la logística de la Marcha para Jesús —a celebrarse el próximo 19 de abril en la Ciudad de México—, también ofreció una clase exprés de reinterpretación del laicismo mexicano con tintes protestantes.
Acompañado de pastores, coros de “amén” y el respaldo del aparato institucional (es decir, micrófonos y salones públicos de la Cámara), Flores presentó el evento religioso con el entusiasmo de quien confunde libertad religiosa con privilegio institucional. Aseguró que la marcha, más que una manifestación de fe, es un acto de justicia social para los cristianos invisibilizados: “La marcha sí cambia”, declaró, como si una procesión pudiera compensar la violencia estructural o la inseguridad cotidiana.
Pero la ironía no acaba ahí. Quien ahora se erige como apóstol legislativo es el mismo que preside la Sección Instructora de la Cámara de Diputados, encargada —entre otras cosas— de evaluar procesos de desafuero. Es decir, el mismo Hugo Eric Flores que cerró filas para frenar el proceso contra Cuauhtémoc Blanco, acusado de abuso sexual. Por un lado, bendiciones públicas; por otro, protección política. ¿Doble moral? Mejor llamémosle “cruzada institucional”.
En defensa de sus actos, Flores se escudó en la “libertad de expresión y de creencia” y acusó que quienes critican su acción quieren imponer un “estado jacobino”, ese que él equipara con “ateísmo puro”. Aseguró que el verdadero laicismo fue idea de los protestantes (spoiler: no es así) y que “Cristo también tiene derecho a espacio público”, como si estuviera prohibido practicar la fe sin acceso a conferencias de prensa con logística parlamentaria incluida.
El uso de la Cámara no terminó en una simple rueda de prensa. También facilitó un auditorio para una reunión privada de más de dos horas, donde se discutieron estrategias para hacer de la Marcha para Jesús el evento cristiano más grande del país —y, por lo visto, del continente. Todo gracias a la cortesía del legislador que, por cierto, sigue siendo aliado del extinto Partido Encuentro Social (PES), hoy sin registro, pero aún con ambiciones electorales que buscan reencontrarse con Morena en 2027.
No menos importante, el diputado anunció nuevas iniciativas para facilitar que las iglesias accedan a medios de comunicación masiva y obtengan un régimen fiscal similar al de empresas privadas. O sea, una reforma a favor de que la fe facture.
Flores deja claro que, si de evangelizar desde el poder se trata, el púlpito está en San Lázaro. El laicismo, mientras tanto, sigue esperando su turno en la fila —o en el confesionario.