“Her” ocurre en 2025: Hablemos sobre la naturaleza del amor y las relaciones en la era tecnológica

La película Her (2013), dirigida por Spike Jonze, es una obra visionaria que plantea preguntas profundas sobre la naturaleza del amor en un futuro (ya no tan futuro) mediado por la tecnología. En la historia, ambientada en pleno 2025, Theodore, un hombre solitario, se enamora de Samantha, una inteligencia artificial diseñada para aprender y evolucionar. Aunque esta narrativa parecía un escenario lejano en su estreno, hoy resulta un espejo de las transformaciones sociales y emocionales que vivimos en nuestra relación con la tecnología.
En la actualidad, la tecnología ha permeado todos los aspectos de nuestra vida, incluidas las relaciones afectivas. Según el psicólogo Javier Urra, aunque las herramientas digitales han facilitado la comunicación instantánea, también han generado un aumento de la desconexión emocional. Esto se manifiesta en fenómenos como el phubbing, que ocurre cuando una persona ignora a otra al prestar atención a su teléfono móvil. Este comportamiento, cada vez más común, impacta negativamente en la calidad de las relaciones, generando sentimientos de aislamiento y falta de atención.
El filósofo Jorge Freire destaca que, aunque la tecnología facilita la interacción, también fomenta una cultura de relaciones más efímeras, donde se evita la profundidad emocional y el compromiso. Esta tendencia, reflejada en las dinámicas de las aplicaciones de citas, evidencia una paradoja contemporánea: mientras buscamos conexiones rápidas y accesibles, nos alejamos de las interacciones significativas y duraderas.
La búsqueda de validación y su impacto en la autoestima
Las redes sociales han añadido una nueva capa de complejidad a las relaciones, convirtiéndose en espacios donde las personas buscan validación externa. Publicar fotografías, recibir “me gusta” y comentarios positivos se ha convertido en una forma de medir la calidad de las relaciones, pero también puede generar inseguridades. Además, fenómenos como el cookie jarring, en el que alguien coquetea con otras personas para mantener opciones abiertas incluso estando en pareja, han surgido como manifestaciones de esta cultura digital.
La comparación constante con las vidas aparentemente perfectas de otras parejas en redes sociales también ha intensificado las inseguridades en las relaciones, según expertos. Este fenómeno plantea la necesidad de establecer límites sobre qué aspectos de nuestra vida privada deseamos exponer en el ámbito digital para proteger la intimidad y la autenticidad de nuestras relaciones.
Inteligencia artificial: consejera y pareja virtual
El auge de la inteligencia artificial ha abierto un nuevo capítulo en la interacción humana. En un caso reciente, se reportó que algunas mujeres jóvenes han comenzado a utilizar herramientas como ChatGPT para analizar conversaciones con sus parejas, buscando detectar señales de alerta. Si bien estas herramientas pueden ofrecer perspectivas interesantes, los expertos advierten que no deben sustituir el juicio humano ni la comunicación directa entre parejas.
A su vez, el desarrollo de sistemas de IA avanzados ha llevado a la creación de “compañeros virtuales” que ofrecen compañía emocional. Este tipo de relaciones plantea dilemas éticos y psicológicos: ¿qué significa amar a una entidad no humana? ¿Estamos creando un sustituto emocional que reemplaza la complejidad de las relaciones humanas?
El desafío de mantener relaciones auténticas
La tecnología ha facilitado enormemente la comunicación, pero también ha generado dinámicas que pueden erosionar la autenticidad en las relaciones. La inmediatez de las respuestas en plataformas de mensajería, por ejemplo, puede generar malentendidos y expectativas poco realistas. Para contrarrestar esto, los expertos sugieren establecer “zonas libres de tecnología”, donde las parejas puedan interactuar sin distracciones digitales, fomentando una comunicación más profunda y significativa.
En medio de esta transformación tecnológica, algunas personas están buscando reconectar con las relaciones humanas a través de interacciones simples y auténticas. Por ejemplo, la llamada “rebelión de los amantes del Mercadona” en España ha destacado la importancia del contacto humano en espacios cotidianos, como hacer las compras. Este movimiento sugiere que, incluso en un mundo digitalizado, las conexiones reales y espontáneas siguen siendo esenciales para la experiencia humana.
El amor y las relaciones humanas en la era tecnológica enfrentan tanto oportunidades como desafíos. Por un lado, las herramientas digitales ofrecen posibilidades únicas para conectar con personas de todo el mundo, aprender y compartir experiencias. Por otro lado, es esencial mantener una conciencia crítica sobre cómo estas herramientas impactan nuestra emocionalidad y nuestras dinámicas relacionales.
La clave, según los expertos, radica en encontrar un equilibrio saludable entre la tecnología y la vida real. Esto implica establecer límites claros en el uso de dispositivos, fomentar la comunicación cara a cara y reflexionar sobre las implicaciones éticas y emocionales de las innovaciones tecnológicas en nuestras vidas.
En pleno 2025, cuando transcurre Her, estamos viviendo un momento histórico donde las relaciones humanas se encuentran en un cruce de caminos. La tecnología puede ser una aliada poderosa, pero también puede convertirse en una barrera si no se utiliza de manera consciente. La autenticidad, la comunicación sincera y el reconocimiento de nuestra humanidad imperfecta siguen siendo los pilares fundamentales para construir vínculos sólidos y significativos. En un mundo cada vez más digital, el desafío es claro: cómo aprovechar la tecnología sin perder de vista lo que nos hace humanos.