¿Por qué seguimos creyendo que el amor romántico lo es todo? La verdad detrás de este mito

Si alguien inventara una máquina para contar cuántas veces hemos escuchado la frase “cuando encuentres a la persona indicada”, probablemente explotaría antes de llegar al final de la lista. Desde que somos niños, el amor romántico nos ha sido vendido como el destino inevitable, el premio mayor, el propósito último de la existencia. Pero, en un mundo donde cada vez más personas eligen la soltería y las relaciones tradicionales están en constante evolución, la gran pregunta es: ¿por qué seguimos romantizando tanto la idea de estar en pareja?
El amor romántico: un producto con siglos de publicidad
El amor romántico no es solo un sentimiento, es una narrativa bien construida. Desde la literatura medieval con sus caballeros salvando damiselas, hasta las comedias románticas de Hollywood con finales en besos bajo la lluvia, todo apunta a la misma idea: el amor es la meta.
Esto no es casualidad. La sociedad ha impulsado esta narrativa porque, durante siglos, estar en pareja (y formar una familia) fue más una necesidad que una opción. El matrimonio aseguraba estabilidad económica, alianzas políticas y, en muchos casos, la supervivencia. No había mucho espacio para la independencia o la soltería como elección personal.
Pero el mundo ha cambiado. Hoy, la independencia económica y emocional permiten que muchas personas vivan solas y sean felices. Sin embargo, el mito del amor romántico sigue más vivo que nunca.
La cultura pop y su obsesión con “el amor verdadero”
Si las historias que consumimos reflejan nuestras creencias, entonces no hay duda de que estamos obsesionados con el amor romántico. Desde los cuentos de Disney hasta las comedias románticas modernas, la estructura es casi siempre la misma:
- Persona soltera vive su vida, pero algo le falta.
- Aparece un interés romántico, usualmente de forma inesperada y mágica.
- Surgen obstáculos, pero el amor triunfa.
- Fin. Todos felices, fin del problema.
Lo curioso es que rara vez vemos qué pasa después. ¿Cómo manejan los conflictos? ¿Siguen siendo felices después de los créditos finales? No lo sabemos, porque la historia nos ha enseñado que el amor es la solución a todo, no un proceso de trabajo constante.
Esto nos deja con la sensación de que estar en pareja es el camino natural y deseable, y que quienes no están en una relación están, de alguna forma, esperando su gran historia de amor.
La presión social: ¿cuándo te casas? ¿cuándo vas a tener hijos?
El amor romántico no solo está idealizado en la cultura pop, sino también en nuestras interacciones diarias. La presión social es fuerte y se manifiesta en preguntas aparentemente inofensivas, pero altamente invasivas: “¿Para cuándo el novio/novia?”, “¿Cuándo te casas?” y “No esperes demasiado o se te va a ir el tren.” Estas frases no solo refuerzan la idea de que la soltería es un estado de espera, sino que convierten las relaciones en una lista de tareas obligatorias. El problema es que no todas las personas quieren o necesitan seguir ese guion, y muchas veces, estas expectativas generan ansiedad, frustración e incluso relaciones forzadas.
La pareja como símbolo de éxito personal ¿Realy?
Vivimos en una sociedad donde el amor romántico se ha convertido en un medidor de éxito. Tener una pareja estable es visto como una prueba de madurez, estabilidad emocional y hasta estatus social.
Esto se refleja en redes sociales, donde muchas veces las parejas felices no solo comparten su amor, sino que lo convierten en contenido aspiracional. Las fotos de aniversarios, bodas de ensueño y viajes románticos refuerzan la idea de que la felicidad viene en formato de pareja.
Pero la realidad es que ninguna relación es perfecta y, aunque estar en pareja puede ser maravilloso, no es la única forma de encontrar plenitud.
La gran mentira: estar en pareja no es sinónimo de felicidad
El problema de idealizar el amor romántico es que muchas personas terminan buscando pareja por las razones equivocadas: miedo a la soledad, presión social o simplemente porque creen que así serán más felices.
Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que la felicidad no depende de estar en una relación. Un estudio de la Universidad de Harvard sobre el desarrollo adulto, que ha seguido a personas durante más de 80 años, encontró que lo que realmente hace felices a las personas no es tener pareja, sino la calidad de sus relaciones interpersonales (ya sean amistades, familia o comunidad).
Además, la psicóloga Bella DePaulo ha investigado la soltería por décadas y ha encontrado que las personas solteras tienden a ser más independientes, tener más amigos y ser más activas en sus comunidades, lo que puede llevar a una vida igual o más satisfactoria que la de quienes están en pareja.
¿Podemos dejar de romantizar la pareja y empezar a romantizar la vida?
No se trata de demonizar el amor romántico, sino de ponerlo en su justa dimensión. Amar es hermoso, pero también lo es viajar solo, tener amistades profundas, desarrollar pasiones personales y construir una vida a medida de nuestros deseos, no de las expectativas sociales.
Quizá es hora de cambiar la pregunta de “¿y para cuándo la pareja?” por “¿qué te hace feliz?”. Porque al final del día, lo que realmente importa no es si estamos en pareja o no, sino si estamos viviendo la vida que queremos, sin esperar un final feliz que dependa de otra persona.
Así que, si seguimos romantizando la vida en pareja, tal vez sea momento de empezar a romantizar también la soltería, la amistad, el autocuidado, los proyectos personales y todas esas pequeñas cosas que nos hacen sentir completos. Porque, spoiler alert: ya lo somos.