La fatiga del dating: Cuando las apps de citas se sienten como otro trabajo

La primera vez que utilicé una app de citas lo hice a escondidas. En ese entonces, sentía que no existía una aceptación tan grande como la hay ahora, y era difícil encontrar a alguien que realmente me interesara o viceversa, pero aún se sentía una adrenalina al recibir la notificación de que habías hecho “match” con la persona que te gustó, simplemente basándose en unas cuantas fotos, una biografía de menos de 500 carácteres e intereses compartidos. Me gustaba la satisfacción que me generaba entrar a la aplicación y darme cuenta que tenía un match nuevo, pero mis interacciones no pasaban más allá de un simple “¿por qué no hablamos por otro lado?”. La conversación se transformaba en un seguidor nuevo de Instagram o un nuevo amigo en Facebook, y ya está. El problema no era que tenía miedo o inseguridad por conocer estas personas con las que apenas había cruzado dos, tres palabras. El problema era que solo había cruzado dos, tres palabras con estas personas. El interés inicial, la emoción por conocer alguien nuevo, la genuina curiosidad de conversar con ellx, todo parecía el mix correcto. Hasta que dejó de serlo. Conversaciones que no llegaban a ningún lado, la falta de interés por conocerme profundamente, la requerida inmediatez aún cuando no había nada qué decir, etc. He de admitir que a pesar de tener la intención, nunca me animé a tener más de dos citas con personas desconocidas, lo cual sé que pudo haberle quitado el encanto a mi experiencia. Pero lo que también sé, es que tampoco hubo una motivación real para generar fuertes conexiones por su parte, y eventualmente conocí a mi pareja actual de una manera convencional, y es ahí donde mi experiencia como usuaria de app de citas acabó para siempre. Pero no para el resto del mundo. 

Aunque el uso de ciertas aplicaciones de esta naturaleza ya era bastante popular desde el lanzamiento de la app conocida como Tinder en 2012, fue con la llegada de la pandemia en 2020 que se convirtió en un refugio para todo tipo de público que buscaba conocer personas fuera de su entorno, o para generar lazos sexoafectivos y por qué no, encontrar el amor, o bien, simplemente para obtener validación. Sin embargo, estas famosas aplicaciones de ligue se distinguen por su carácter efímero, por su escasa profundidad y por la superficialidad de sus interacciones. La dinámica acá es sencilla: el usuario puede darle swipe right a la pantalla si alguien le resulta atractivo o interesante, pero si no despierta su interés simplemente puede deslizar al otro lado. Además, si una interacción no resulta estimulante o no genera la emoción esperada, basta con seguir deslizando y acumulando matches, lo que convierte la experiencia en un constante ciclo de interacciones fugaces y desechables. 

La cultura de las apps de citas nos ha hecho inmunes a la dopamina generada por vínculos sexoafectivos reales. Pasamos de un perfil a otro como si estuviéramos dando scroll en Pinterest o Amazon, reduciendo la experiencia de conocer a alguien a un acto de consumo inmediato. Dejamos de percibir a las personas como individuos con historias y pasan a convertirse en opciones dentro de un catálogo virtual. Separamos las personalidades, intereses y/o las cosas que nos hacen ser nosotrxs de la manera en la que nos presentamos, haciéndonos parecer más accesibles y más comercializables para lxs demás. Perseguimos la dosis de validación externa a través de likes y conversaciones superficiales. Y es… cansado. 

Existen personas que han usado estas aplicaciones de citas por más de cinco años con diferentes propósitos. Ya sea con la intención de encontrar el amor, conocer nuevas personas fuera de su ámbito o simplemente para tener encuentros casuales. La versatilidad de estas plataformas permite que cada usuario pueda adaptar las funciones a sus propias necesidades y deseos, generando un ecosistema en el que prácticamente cualquier tipo de interacción es válida. Y se sabe que en el juego de las aplicaciones de ligue, todo se vale. 

Hablando con diversas personas que son usuarias frecuentes de este tipo de apps se pueden llegar a diversas conclusiones y reflexiones en torno a sus experiencias. Por un lado, “J” expresa que nunca ha tenido la intención de perseguir una cita romántica por medio de estas aplicaciones, menciona que “hay gente a la que sí le gustas, que ve más allá de la apariencia física” y que en un acuerdo mutuo y consensuado por ambas partes, se reúnen de manera exitosa para tener encuentros casuales. Sin embargo, resalta que al identificarse como una persona no binaria, ha tenido que adaptarse a los ajustes de diversas aplicaciones. “Tristemente tengo que poner que soy hombre, aunque no me identifique como tal, para que me aparezcan más opciones” mencionó, y nos hace reflexionar en las complicaciones a las que puedes enfrentarte al momento de usar una app de citas desde una perspectiva de la diversidad de género, y cómo esto puede entorpecer tu experiencia. Por otro lado, “M” comparte que lleva seis meses usándolas de manera intermitente para conocer más gente, pero admite que es difícil encontrar personas con las que puedas conectar genuinamente, “es raro, porque hay personas que te escriben asumiendo que ya les gustas, cuando en realidad todavía nos estamos conociendo”, señala. También reflexiona sobre la dinámica inicial, ya que es muy apresurado decidir si estás interesadx o no en una persona solamente basándose en un par de fotos y una escasa biografía. Pero aunque puede ser un tanto inusual conocer a personas por este medio, “S” nos recuerda que “no siempre se dan lazos afectivos románticos, pero se puede dar cercanía o salir de un círculo” y comparte que su experiencia en estas aplicaciones ha sido gratificante, ya que conoció a su pareja actual a través de una de ellas. A veces olvidamos que datear de esta manera es mucho más sencillo que esperar un encuentro casual y romántico en la vida real. Porque, lamento decírtelo, la realidad es que no estamos en una romcom hollywoodense. Estamos en pleno 2025 donde el internet, las tecnologías y el uso de aplicaciones de citas forman parte de nuestra cotidianidad. Conectar con alguien por medio de estos espacios no hace las conexiones menos reales. Pero aunque existen puntos a favor, también hay personas que han abandonado estas aplicaciones, tal vez, para nunca más volver. Esto es lo que nos cuentan: 

Para “K” y para “G”, la razón por la que se unieron a estas aplicaciones fue porque querían enamorarse. Eventualmente se dieron cuenta que tal vez no era el medio adecuado para hacerlo, así que continuaron usándolas con mente abierta, porque uno nunca sabe qué puede salir de estas interacciones. Sin embargo, con el tiempo se dieron cuenta que existían muchas limitaciones que hacían su experiencia una no tan exitosa. Entre mucho ghosting*, las sugerencias explícitas sin previo aviso y la muy mala comunicación, estas personas llegaron a la conclusión de que no era un sitio que cumplía con sus expectativas, y que solo hacía crecer un rechazo hacia este método de dating. Para “T”, la experiencia también fue similar porque a pesar de su buena actitud y disposición se cansó de toparse con personas que no eran honestas, que no sabían lo que querían y que no tenían intenciones de conocerla de una manera más profunda. Cuando “K” decidió desinstalar la app el año pasado pensaba que “aunque intentara ser lo más clara posible, (…) usualmente me topaba con gente que solo lo veían de forma sexual” y aunque sabe que es probable que pueda regresar a usarlas, admite que es un proceso que puede convertirse aburrido, monótono y predecible. Para “G”, el hecho de que encontrara pareja fuera de una app de citas la ayudó a dejarlas, pero también señala que “el proceso era muy agotador, porque aparentemente todes tenemos roles asignados. Si le gustas a alguien, automáticamente te empieza a tratar de cierta manera, ligando, siendo demasiado directos. Y sinceramente cuando apenas estás conociendo a alguien, sobre todo si es por internet, creo que lo más sensato es platicar un rato y ver como se dan las cosas. Aparte de que nos hacen ver como productos, ¿qué es eso de que pones tu foto como si fueras catálogo y nosotros decidimos si desecharlos o no?” 

No hay nada de malo en querer ligar y divertirte en el intento, buscar aprobación y experimentar validación al momento de recibirla. Sin embargo, el verdadero desafío es enfrentarte a la monotonía impuesta por estas mismas aplicaciones. La repetición constante de perfiles, las mismas preguntas genéricas para romper el hielo, la falta de profundidad en las interacciones y la predecible dinámica de deslizar y repetir los mismos patrones de conversación hacen de la experiencia tediosa, aburrida y desgastante. En muchos sentidos, podría asimilarse a la experiencia de buscar un empleo. Pongámoslo de esta manera: subes una versión editada al perfil (tu CV), esperas captar la atención de alguien y si eso sale bien pasas a la siguiente fase: la entrevista, la parte en la que vas a responder las mismas preguntas una y otra vez, vas a hablar de ti de la forma más idealizada y vas a tener la mejor actitud en espera de ser seleccionadx. Pero igual que en el mundo laboral y en el mundo de las citas, muchas de estas interacciones no llegan a nada, terminan en ghosting, en los clásicos “nosotros te llamamos”, “te avisamos” o “seguimos en contacto”, sabiendo que no va a pasar y lo único con lo que nos quedamos es con una sensación de fatiga, porque al final del día no solo es dar swipe right o swipe left, sino invertir dinero, energía y en ocasiones hasta dinerita con tal de encontrar a alguien con quien poder llegar a concretar algo, lo cual en su mismo también es un trabajo constante. 

Es más que necesario mencionar que el problema no eres tú, sino las apps y su dinámica misma, al final del día el mercado de las citas posee sus dinámicas y costes. Si bien, estas aplicaciones han facilitado el acceso a nuevas conexiones, así como han normalizado la práctica de tener citas casuales y se han convertido en una parte cotidiana de la vida moderna, también ha provocado un modelo de interacción impersonal, repetitivo y agotador. Y no tiene nada de malo señalar sus errores, porque como colectividad lo que buscamos es que estas experiencias puedan ser realmente placenteras y que signifiquen algo. Quizás la clave no está en incitar a los usuarios a rechazar por completo las apps de citas, sino en empezar a gestionar responsablemente nuestra forma de utilizarlas. Después de todo, somos nosotrxs quiénes elegimos qué hacer con las herramientas que tenemos al frente, y cómo podemos darle un sentido más humano a nuestras futuras conexiones.

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*ghosting: la práctica de terminar repentinamente toda comunicación y evitar el contacto con otra persona sin ninguna advertencia o explicación aparente

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