Convertir la pandemia en lecciones

Hace tres meses, unos días antes de que la OMS declarara al Covid-19 como una pandemia, era muy difícil imaginar que estaríamos aquí el día de hoy: en la zozobra, con más de 400 mil personas que han fallecido en el mundo a causa del nuevo coronavirus y con la única certeza de que no será en los próximos días cuando nuestras vidas vuelvan a ser lo que antes eran.

Las pandemias llevan a una sociedad al límite y desde ahí exhiben sus contradicciones. Y ésta nos ha evidenciado de forma grotesca como una sociedad global desigual; así como las personas de ascendencia afroamericana y latina encabezan las muertes en los Estados Unidos, un fenómeno similar ocurre en todo el mundo: mientras una minoría (entre quienes me cuento) está en casa con el refrigerador lleno, internet, agua caliente y luz para cuidarse y cuidar a los demás, millones están expuestos a una realidad radicalmente distinta y de completa oscuridad.

Fanáticos de todas las ideologías han salido ya a anunciarnos al “hombre nuevo” que será creado a partir de esta emergencia. Son varias las voces que han decretado, una vez más, el fin del neoliberalismo y la confirmación de sus profecías para la humanidad. El mundo será completamente peor, o absolutamente mejor, después de esto. Sucederá.

Lamentablemente, esa discusión no se está viviendo en las instituciones. ¿Alguien ha visto al Partido Demócrata plantear cambios de fondo en su dirección programática a raíz de la pandemia? ¿A los gobiernos del mundo convocar a un diálogo de grandes reformas? ¿Hay algún tipo de coordinación global para la potencial producción y distribución de una posible vacuna?

Para convertir la pandemia en lecciones, se necesitan propuestas concretas que abran paso a la pedagogía cívica.
Lo que se aprecia es todo lo contrario: un mundo fragmentado y con los incentivos para que las tensiones geopolíticas se recrudezcan. Continúa el éxodo del paradigma liberal de la posguerra que llevó a la construcción de un amplio Estado de Bienestar para millones de personas y el vigor de un nuevo debate identitario, nacionalista y polarizador en todo el mundo.

Para convertir la pandemia en lecciones, se necesitan propuestas concretas que abran paso a la pedagogía cívica. Pienso en una idea, de mi propia experiencia formativa, y que tiene que ver con la promoción de una visión del mundo fundamentalmente internacionalista que se expandió exitosamente con los famosos Modelos de Naciones Unidas.

La representación de esos Modelos, además de formar capacidades de debate y oratoria en todo el mundo, nos permitió a miles de personas comprender la complejidad del mundo: su diversidad cultural, sus sistemas de gobierno y las razones detrás de estigmas y prejuicios que nos llevan a formar opiniones sobre las distintas nacionalidad. Nos conectan con los otros todos que nosotros somos, como escribió Octavio Paz.

Pienso en esos modelos y en el gran aprendizaje que millones de niñas, niños y adolescentes en todo el mundo, y particularmente en México, podrían tener si se organizara un Modelo en el que los estudiantes representaran a un país y su actuación frente a la pandemia. 

Que las niñas, niños y los jóvenes del mundo tuvieran esa oportunidad que los líderes mundiales nos han negado: una estudiante de Oaxaca podría representar a Corea del Sur y deliberar con un estudiante de Tamaulipas que representara a la India. Un estudiante zacatecano representaría el modelo Finlandés y discutiría con una estudiante que en la Ciudad de México defendiera la postura de Brasil.

¿No sería más útil para la formación de nuestras niñas, niños, adolescentes y jóvenes adentrarse en lo que están viviendo que seguir palomeando contenidos que los invitan a negar la realidad que los tiene confinados? 

El ejercicio también podría aplicarse desde la escala nacional. El modelo podría, también, invitar a los estudiantes a representar la respuesta de las distintas entidades de la república frente a la Pandemia.

Imaginemos lo que aprenderían: ¿Qué apoyos le dieron los distintos gobiernos a la población en esta emergencia? ¿Cuál fue el enfoque que las instituciones siguieron? ¿Qué lugar tuvieron los científicos y los profesionales de la salud en cada caso? ¿Cómo reaccionaron las personas en los distintos lugares frente a un problema común? ¿Cuáles son las actitudes sociales que ayudaron a salvar vidas?

Creo, sinceramente, que un ejercicio de este nivel de sencillez y que sería relativamente fácil de implementar, forjaría un nivel de conciencia sobre la pandemia que sí podría traducir la emergencia en reflexiones para un cambio de fondo en el horizonte.

Estaríamos formando hoy a las personas que mañana podrían evitar la tragedia que hoy ya parece imposible de esquivar, dados los líderes políticos con los que esta crisis encontró al mundo.

En tan solo una generación, podríamos sacudirnos la sinrazón que nos llevó al lugar en el que estamos. Solo aprendiendo de lo que hoy vivimos.

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