Brenda Cedillo #VocesVioletas

Brenda Cedillo (1997), estudiante de Filosofía en UNAM y poeta, ha colaborado en la antología Contracanto (Proyecto Almendra, 2014) de estudiantes de CCH’s a través del Torneo Adversario en el Cuadrilátero, organizado por Verso Destierro. En esos primeros versos podemos ver las primeras ideas que no ha parado de pensar las cuales desembocaron en Los Espejos del mundo (Proyecto Babel, UNAM 2017), primer poemario que desarrolló.

También colabora en la Antología de literatura mexicana núm. 22, titulada: Ciudadela de Orfebres (Colectivo entrópico, 2018) . Ganó el 2do lugar en el Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero 2017. Actualmente colabora en la plataforma de literatura Liberoamérica.

Su poesía es un diálogo constante con su ser filosófico, por lo que sus versos, se ven inmersos en diversas cuestiones como la Libertad, la finitud y la imposibilidad del habla. Brenda, nos dibuja el último rodeo al lenguaje, para poder salir del campo de lo que puede ser dicho con sentido.

A continuación presentamos una breve selección de su obra poética:


La puerta

Encuentro

_____

_____

el último rayo de sol

que mira

una puerta antigua

postrada en la pared.

Entro en ella y hallo

la flor efímera

de la cactácea

abriendo sus labios.

Es el silencio

que lento observa

a las palabras

volar


como pájaros

huyendo al horizonte.

Mi razón acongojada

en una jícara se empeña


Escucha nuestro podcast



en entender al mundo.

Pero la voz advierte

tal engaño

cuando respiro

y doy un paso más

y mi piel se eriza

y mis ojos miran

sin poder cantar

el primer signo

que de mi pecho

florece.

Voy entonces

con la falda

que conecta a la tierra

y me alimenta

para ser el fresno

que reverdece

a la memoria.

Mientras el mundo

se multiplica

en granos de arena

a la espera

del calor de nuestra vida

y romper

en mil fragmentos

de cristal.

He ahí

nuestro son triste

al compás de la danza

del firmamento.

Ahora,

muere la flor

de la cactácea

abandono la puerta,

cierro los ojos

y el mundo

se evapora.


Tejedoras del destino

No fuimos dictados

jueces del mundo.

Quien piense

ser juez,

el mundo le reprochará.

Lo firmo con lo humano

Esto que dije

O no dije

será cantado

por un alguien

sin rostro

que mis ojos

no conocerán.

Cual milagro del péndulo

ante los ojos galileanos

lo advierto.

Fractálica música

de caracoles

que Boecio

nunca develó

en los labios

de su futuro lecho.

Lo asumo ahora

con mi alma

que en el telar

lenta, cobra forma

gracias a la tejedora.

Y quiebro

a la noche

en el instante del mundo

sangrando sus dolores

intermitentes

de madrugada.

Mientras escucho

el coro de las tejedoras

del destino

llorando en la calle

de nuestro porvenir

que justo ahora,

no existe.


El comienzo

◊◊

Me dijeron: no busques

nada se te ha perdido

y los vi desde lejos

ocultar lo que roban y reír.

-Rosario Castellanos

-Darle vuelta a la hoja

para empezar

este juego de sonidos

que sublevan

sus tonos de golpe-

La luz de una mirada

como un atardecer

al borde de sus ojos

es la culpable

de continuar mi búsqueda

de palabras

que el silencio      no ha guardado

en este caos que al escribirlo

no acontece.

¿Quién pudiera

mostrarse para

trascender en forma

de flores

dentro de mi boca?

Brindarme

la llave del mundo que se pierde

al despertar y ver que el sueño

está olvidado.

Abrir los labios

para que seamos

el ave envuelta en canto

o ser el viento

que extingue la huella en el polvo

esfumando, todo esfuerzo

de sobrevivir en textos recién encarnados.


El  ojo de agua

No obtuvo el universo provecho a mi llegada,

ni aumentará mi marcha su rango y esplendor,

ni de nadie escucharon mis oídos jamás

porque un día llegué y otro me marcharé.

-Omar Jayyam; Irán

 

Cantemos,

por el reencuentro con la vida

que nuestra hora ha llegado

en tejidos que un ave desata con su vuelo;

dejando abierto el paso

a nuestra mirada

para encontrar el cuerpo del silencio.

Yo solía mecerme

en la inmensidad

de un momento sin comienzo,

como luz de una estrella muerta.

Ahora, todas mis palabras

han nadado hacia mí

como estrellas fugaces

en un mar desconocido

intentando

adherirse a fragmentos

de nuestra vida.

Los signos muertos

se volvieron ceniza

Dejando

como única verdad

tu palabra

la palabra viva

aquella que es

puente

donde vamos

a nuestro encuentro.

Como mar y cielo

ave y viento

muerte y vida.

Es el aroma del mundo

que por un instante

se respira.

La línea que se rompe

entre el cielo

y quien observa

cuando en la caída

los nudos del tiempo

atan y desatan

nuestra vida.

La voz florida

-siempre ella-

nos advierte

nuestro caminar   finito.

Como espejo de agua

que refleja, quieta

nuestro acontecer;

en el instante eterno

que transcurre llamándose:

mortalidad.

(Cae una hoja, alguien canta

alguien ríe, alguien muere

una lágrima brilla   y

TODO

en este goce de la vida)


El bucle que florece

I

a Fer

 

Es un placer

que sepas

-¿lo sabes?-

que sólo existe

este instante

que florece.


Trayectoria circular

El tiempo siempre es sueño.

Un caminar constante.

Piedra moldeada por el agua.

Frutos de un árbol.

Parpadeos  lunas  y  viento.

Arena que no desaparece

-sólo se mueve-

Es volver a despedirme

Para que la vida

Se muerda la cola

Una vez más.

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