A oposición le sobran 3 letras. A contrapeso 6. Cinco coordenadas para el futuro.

¿No debería preocuparnos más tener peso que ser contrapeso? ¿Ser opción que ser oposición? ¿Se puede contrastar sin mística? ¿Se pueden evidenciar excesos sin tener legitimidad? ¿Se puede proponer una alternativa al presente sin dibujar el futuro? ¿Se puede limitar al poder sin tener la suficiente fuerza para hacerlo?

Hace unos días escribí aquí mismo algunas de las razones por las que el presidente no tiene una oposición efectiva. Hoy, quiero agregar cinco coordenadas que me parecen fundamentales para orientar la actividad política de los próximos años en los diversos espacios en los que participo:

  1. Un objetivo claro debe ser luchar porque el nuevo gobierno no termine en una nueva desilusión como la que representó Vicente Fox en el 2000. Apostar por acelerar el cambio, no por frenarlo. Lejos de hacer eco de la cantaleta clasista contra el asistencialismo, buscar que los programas de transferencia directa se conviertan en derechos complementarios de las personas (que no sustitutos) a otros programas básicos para la igualdad, como ha sido el caso de las estancias infantiles y refugios para mujeres víctimas de violencia.

 

  1. Nuestros esfuerzos, además, se deben de centrar en ampliar la discusión nacional e ir más allá de la visión del mundo que propone el nuevo gobierno. Traducir la resistencia de comunidades a proyectos como el Tren Maya, la Refinería en Dos Bocas y la Termoeléctrica en Morelos en una reconfiguración de esos proyectos, que si avanzan, debe ser sujetándose a criterios de sustentabilidad y respetando el derecho de consulta previa que tienen las comunidades.

 

  1. Debemos de expandir el universo de lo que se discute. Dignificar la política, históricamente concentrada en lo electoral (política electorera) y ser la voz de los que no votan y no tienen ese derecho como carta de negociación para ser escuchados y representados: los recién nacidos, las niñas y los niños, los presos sin sentencia, la naturaleza, los animales.

 

  1. Parecería una obviedad, pero si queremos ser un contraste, tenemos que convertirnos en algo que contraste. No podemos diferenciarnos de un gobierno misógino si construimos movimientos en los que el protagonismo se concentre de forma exclusiva en los hombres, ni podemos exigir que el gobierno base su acción en la evidencia y la pluralidad si los espacios que nosotros construimos se caracterizan por la verticalidad y la improvisación. Nuestras exigencias deben de ser la medida y el modelo de nuestra forma de hacer política. Y viceversa.

 

  1. La política es local. La política es territorio. Debemos de ser una plataforma en la que el conflicto se traduzca en acción política, descentralizar nuestras actividades e incorporar relatos específicos. Hace unos días un amigo lo resumió en una brillante idea: “México es en este momento un país que no pide ser salvado”. Por eso, ninguna narrativa grandilocuente va a unificar un movimiento que tenga la suficiente fortaleza y la viabilidad para existir. Para ser un horizonte alternativo, tenemos que ser la suma de muchos horizontes; para ser esperanza colectiva primero debemos de ser un colectivo de esperanzas.
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