La ciencia no es para la prole

¿La ciencia es sólo para los ricos? Ese es el título de un artículo en la prestigiada revista Nature que salió la semana pasada. Ya el sólo título invita a diversas reflexiones pero leyendo el artículo vemos que se refiere a que sólo los ricos pueden hacer ciencia y no que los resultados científicos sólo estén al alcance de los ricos. 

De manera menos extrema, podríamos decir que la gente privilegiada puede dedicarse a hacer ciencia de manera mucho más fácil que los no privilegiados. Es decir, quizá no sea una actividad exclusivamente para ricos si nos referimos a los términos de adinerado o acaudalado. Pero sí podríamos pensar en el término “privilegiado”, que se refiere a alguien exento de una obligación o que goza de una ventaja exclusiva o especial por concesión de un superior o por alguna circunstancia.

Los autores del artículo comienzan diciendo que “A los investigadores les gusta pensar que nada importa en la ciencia, excepto la calidad del trabajo de la gente.” Y continúan diciendo que “la realidad es que el bienestar y los antecedentes importan mucho. Muy pocos estudiantes con antecedentes desventajosos logran dedicarse a la ciencia, y aquellos que lo logran, más tarde se dan cuenta de que tienen una preparación deficiente debido a una educación temprana de baja calidad”.

Es un artículo interesante en el que se dibuja el paisaje de la ciencia en ocho diferentes países, incluyendo algunos considerados “desarrollados”, otros “no tan desarrollados”, e incluso dos países con historia o presente comunista y socialista (considerados también potencias en la actualidad). Esos países recopilan datos del nivel socio-económico que permiten ver que se están perdiendo talentos de jóvenes no privilegiados que podrían contribuir en la mejoría de temas como salud, energía, contaminación, cambio climático y otros muchos.

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UN BREVE MAPEO DE LA CIENCIA INTERNACIONAL

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En Rusia, aún se mantienen los ideales socialistas en la educación. Hay estudiantes de ciencias tanto de niveles socio-económicos bajos, como altos, y desde diciembre del 2015 los estudiantes ganadores de las olimpiadas locales de ciencias reciben una beca mensual equivalente a $ 6 mil pesos ($ 307 USD). Esto permitirá a jóvenes de bajos recursos estudiar en las universidades más importantes, claro, con la condición de permanecer en Rusia por al menos cinco años después de su graduación. En China el gobierno comunista en Beijing creó programas que promueven la educación de gente de bajos recursos en todas las provincias. Estos programas incluyen descuentos en colegiaturas, becas, préstamos libres de impuestos, e incluso admisión gratuita. Esto permite que estudiantes de bajos recursos estudien en universidades de élite. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes en esas universidades son hijos de gobernadores, líderes y empresarios que prefieren carreras más lucrativas. Como resultado, los científicos normalmente vienen de familias de bajos recursos; y una vez dentro, los salarios son bajos, al grado de tomar parte de los apoyos económicos para gastos personales. Eso los obliga a aplicar para más becas y apoyos, involucrarse en diferentes proyectos y publicar muchos artículos. Todo eso hace difícil mantener la calidad de sus trabajos. Otros más, buscan trabajo fuera de China.

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En Estados Unidos, los cursos de ciencia en el nivel básico son los más caros y por eso pocos distritos de bajos recursos los ofrecen. Eso ha provocado que menos de la mitad de los estudiantes de esos sectores lleguen a inscribirse en las universidades. Una vez en la universidad, muchos estudiantes necesitan del apoyo de sus padres para sostenerse y pagar los estudios, obtener becas, ayuda federal, o trabajar medio tiempo y al final pagar deudas porque los costos anuales sobre pasan los 60 mil dólares (cerca de los $ 120 mil Mx.). Esto último es similar en el Reino Unido y en Japón.

En India el principal problema es que fuera de las ciudades la educación superior, incluyendo la ciencia, es un privilegio para los ricos, los políticos y las castas superiores. Actualmente hay agencias que comienzan a adoptar un enfoque más del estilo “bottom-up” (de abajo hacia arriba) que busca encontrar personas talentosas en los niveles económicos más bajos. En Kenia el gobierno otorga becas para los estudiantes de secundaria que obtienen buenas notas en ciencia y también hay préstamos para ayudarlos con los gastos diarios. Pero a nivel de posgrado, las oportunidades son pocas, y los estudiantes tienden a buscar apoyo en organizaciones extranjeras o en instituciones binacionales. Esto implica mucha competencia y puede llevar años. Muchas universidades en Kenia no obtienen apoyos seguros por parte del gobierno, y las autoridades gubernamentales proponen actualmente aumentar cinco veces los costos universitarios. Esto limitaría a las personas de bajos recursos el estudio de las ciencias.

En Brasil hay inequidad en muchos aspectos, como en la educación. Pero en el 2011 se creó el programa “Ciencia sin Fronteras” para enviar a decenas de miles de estudiantes a estudiar al extranjero sin importar su condición socio-económica. Universidades importantes como la UNICAMP dan preferencia de admisión a estudiantes provenientes de escuelas de gobierno. El artículo no nos da pistas de la inserción de los estudiantes a los puestos de investigación.

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EL ESCENARIO EN MÉXICO

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¿Y qué pasa en México? México comparte algunos aspectos de varios de los países arriba mencionados. Hay inequidad en servicios de salud de calidad, en educación y en alimentación. Todo eso se relaciona más directamente de lo que muchos piensan con la creación de científicos. Afortunadamente, en México hay universidades públicas a lo largo y ancho del país que imparten carreras científicas. En algunas de ellas los estudiantes pagan cuotas mínimas, pero en otras, sobre todo en provincia, año con año las cuotas se incrementan mientras que los salarios permanecen estancados con relación al incremento de precios de la canasta básica en los últimos 2 sexenios. También hay universidades privadas que imparten carreras científicas, pero estas son definitivamente para ricos, no sólo para privilegiados. A pesar de los rezagos en educación y los impactos de la crisis económica global y dentro de México, actualmente hay universidades mexicanas, públicas reconocidas a nivel mundial por sus trabajos en investigación científica. Ejemplos de ello son la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Autónoma de México (UAM) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN). También hay ejemplos de universidades privadas consideradas de calidad. Ejemplo de ella es El Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).

En estas instituciones hay investigadores provenientes tanto de escuelas y universitarias públicas, como privadas; con mezclas entre ellas a lo largo de su educación. Hay investigadores provenientes de familias con bajos recursos, y otros con familias adineradas, de políticos y de empresarios. Hay investigadores mexicanos (indígenas y no indígenas) y extranjeros, hombres y mujeres (aunque aún son menos mujeres que hombres), heterosexuales y homosexuales, religiosos y no religiosos. El principal privilegio que comparten los actuales investigadores ha sido una buena educación. Son personas que tienen aproximadamente entre los 40 y los 70 años de edad. El salario de un investigador es variable, va de los $ 9, 600 Mx. (menos de lo que gana un enfermero o un músico) a los $ 120, 000 Mx. con los incentivos y actividades extras. El rango del sueldo depende de muchos factores que varían de acuerdo a la institución y rama científica, pero incluyen el número de publicaciones en revistas indexadas, capítulos de libros, tesis dirigidas y ponencias en congresos. Esto se califica anualmente si el investigador ya pertenece al selecto grupo del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Por lo tanto, actualmente hay investigadores privilegiados y otros no tan privilegiados. En provincia probablemente haya mayor polaridad de privilegios entre los investigadores. No hay que olvidar que todos los productos de los investigadores requieren de recursos. Esto último nos recuerda el caso de China, donde los investigadores tienen que buscar financiamiento a través de la productividad en cantidades que puede poner en riesgo la calidad de las investigaciones.

Ahora ¿Qué pasará con el futuro de la ciencia en el país tomando en cuenta su situación actual? Tenemos una reforma educativa con un trasfondo de reforma laboral y la UNESCO acaba de publicar su Informe de seguimiento de la educación en el mundo (Informe GEM) en el que se dice que México tiene un rezago de 70 años en cuanto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esto significa que, según sus cálculos, la universalización dela educación primaria se logrará en el 2035, la de secundaria en el 2060 y la media superior en el año 2100. Confirmamos entonces que las deficiencias en la educación básica en México como país, y sobre todo en provincia desde siempre, dificultan el camino de millones de estudiantes hacia la educación superior y por lo tanto, hacia la ciencia. Esas dificultades son mayores en zonas rurales e indígenas. Existen escuelas de educación primaria y secundaria en zonas rurales. Pero estas escuelas tienen deficiencias graves. También existen escuelas rurales formadoras de maestros creadas en la década de 1920 con el objetivo de masificar la educación. Lamentablemente estas escuelas tienen un historial de dificultades de supervivencia y hasta de persecución, llegando al grave caso del asesinato de 5 y la  desaparición de 43 estudiantes de la escuela rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero.

En el mejor de los casos, cuando los jóvenes de zonas rurales logran insertarse en universidades, deben invertir en gastos de transporte, alimentación, habitar en casas de estudiantes, o de manera más privilegiada, rentar cuartos o casas compartidas, recibir ayuda de su familia, trabajar de medio tiempo o imaginar otras formas de obtener recursos. Aquí vale la pena recordar lo que gana un mexicano. El salario mínimo en México es de $ 77 Mx. ($ 3.9 USD), es el menor de Norteamérica y Centroamérica. Este es un escenario que se ha formado desde hace 36 años.

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NUESTRA CIENCIA EN PICADA


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Volviendo a lo positivo, México cuenta con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT). De acuerdo a la página de dicho centro, el gasto en inversión y desarrollo experimental (GIDE) pasó del 0.43 del PIB nacional, al 0.57 en 2016. Sin embargo, el presupuesto nacional para dicho consejo se reduce con los años. Por ejemplo, en 2015 se anunció una reducción en el presupuesto para el 2016 del 31%. Aun así, CONACyT logró aumentar en un 7.2% la membresía al SNI. También se hablaba de la creación de 282 nuevas plazas con las cátedras CONACYT. Estas cátedras en la realidad de muchos sitios, están envueltas de distorsiones, cambios al gusto dentro de las instituciones y frustraciones de algunos candidatos que han tenido que reiniciar su búsqueda y con ello sus proyectos desde cero (Sí, sería buena una investigación, rendición de cuentas y transparencia al respecto). A nivel institucional, también se da la eliminación de plazas y proyectos importantes de investigación, como ocurrió en el herbario del Instituto Nacional de Ecología (INECOL) en Pátzcuaro, Michoacán. En cuanto a las becas de estudiantes de posgrado (recordemos que los posgrados y los posdoctorados son necesarios para ser investigador en la actualidad) tenemos un descenso respecto al año pasado. En 2015 fueron 61 mil 296 los becarios y este año 58 mil 290.

Entonces, una educación de calidad podría permitir el interés y llegada de niños y jóvenes al estudio de las ciencias. Pero a pesar de que la educación es un derecho humano, en México parece ser un privilegio. A nivel actual profesional, parece que acceder a becas es cada vez más difícil, y ya es un privilegio contar con ellas. Tenemos entonces en el presente, una situación que difícilmente promoverá en un futuro no muy lejano la llegada de personas bien preparadas a puestos en universidades, institutos y centros de investigación. Incluso, quizá podríamos tener en algún momento, tomadores de decisiones “tomando” no muy buenas decisiones. Imaginen un país donde los mandatarios y tomadores de decisiones plagien tesis y no se interesen por la educación y la ciencia… ¿Qué pasaría?

P.D. Favor de no amenazar, desaparecer, torturar, ni matar a nadie por este escrito.


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Texto de Adriana Aguilar: Primatóloga con estudios de Doctorado en la Université de Sherbrooke (Quebec) e integrante del Colectivo Alterius.

Con información de Nature, El economista, El financiero, La Jornada y Sin Embargo

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1 comentario

  1. Tathan Hill
    27/09/2016 at 14:34 — Responder

    UAM= Universidad Autónoma Metropolita… irónico es que 4 de sus colaboradorxs estudiaron allí, ¡¡hay les encargo!!

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