El desafío de las pensiones

La población de México a enero de 2016 de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO) es superior a los 122 millones 273 mil personas. Con ese volumen poblacional nuestra nación ocupa el undécimo lugar entre los países más poblados del mundo, donde China mantiene la posición número uno, seguida de India y los Estados Unidos. El tener una población de esta magnitud representa, en este momento, una oportunidad mayor para nuestro país pues si bien se registran cambios demográficos que más adelante se abordarán, ahora México tiene una población preponderantemente joven, esto es, lo que hace un par de sexenios se denominó el “bono demográfico” El tener una población de esta magnitud representa, en este momento, una oportunidad mayor para nuestro país pues si bien se registran cambios demográficos que más adelante se abordarán, ahora México tiene una población preponderantemente joven, esto es, lo que hace un par de sexenios se denominó el “bono demográfico” que significa en esencia que se dispone de una amplia franja de la población en edad productiva que mucho puede aportar al desarrollo.

Sin embargo, y bajo este escenario, México al igual que otras naciones experimenta un cambio demográfico que implica pasar de altas tasas de natalidad y mortalidad hacia tasas bajas. Es decir, nacen y mueren menos personas, con ello la conocida pirámide poblacional se “achata” en los extremos, lo que constituye en términos de empleo, seguridad social, finanzas públicas y servicios médicos un tema de la mayor relevancia para toda sociedad.  Con los avances en la medicina y el mejoramiento de los estándares en la calidad de vida, las tasas de mortalidad han bajado, y ocurre al mismo tiempo que con el control de la natalidad y los cambios en las expectativas y proyectos de vida también se han reducido las tasas de natalidad. Esto propicia, como ya se ha visto, una transformación profunda en la pirámide poblacional que necesariamente impacta los arreglos institucionales entre trabajadores, empresas y Estado.

Considerando las cifras del CONAPO, ocurre que para el año 2050 habrá una población superior a los 150 millones 837 mil personas con una esperanza de vida al momento del nacimiento de 79.42 años, lo que representan casi 6 años más respecto de la esperanza de vida que se presentó en el año 2010 que fue de 73.97 años. En México las personas vivirán más, la cuestión radica en las necesidades económicas, médicas y de servicios en general que requerirán para tener acceso a una vida digna, esto es, se trata de cumplir el principio de una sociedad para todas las edades, lo cual es un principio sustancial de los derechos humanos de toda persona, y para este caso  de los adultos mayores que requerirán esta serie de servicios y recursos económicos,  estimándose que los adultos mayores requieren una atención médica especializada  ante las enfermedades crónicas y degenerativas lo cual  necesariamente presiona desde ahora en México las finanzas de las instituciones de seguridad social.

En México las personas vivirán más, la cuestión radica en las necesidades económicas, médicas y de servicios en general que requerirán para tener acceso a una vida digna

En lo anterior es preciso señalar que el porcentaje de población mayor de 60 años del total de la población proyectada para el año 2050 será de 21.5 por ciento, mientras que este estrato de la población en 2015 no representaba más del seis por ciento.  En pocas palabras, en sólo treinta años habrá casi  cuatro veces más adultos mayores de los que había en el año 2015, lo cual constituye un desafío de envergadura para Estado y ciudadanía.   

Antes estas tendencias que desde la década de los años noventa del siglo XX se registran en México, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) diseña escenarios para que el pago de pensiones no derive en un problema mayor como el que se registró en Grecia donde se volvieron insostenibles para el Estado. En términos llanos, de continuar las tendencias demográficas actuales, y todo indica que así será, y la estructura de ahorro para las personas pensionadas, los rendimientos otorgados por las Afores que existirán en México para el año 2050 serán insuficientes para cubrir los requerimientos de las personas.

Asimismo, este escenario implica que en el mercado laboral se acotará el número de trabajadores con respecto al de adultos mayores, por ello la política fiscal se ve cada vez más interesada en el incremento del gasto destinado a pensiones públicas. De igual forma, puede explicarse que una proporción menor de trabajadores en activo tendrá por consecuencia una recaudación potencial de impuestos menor, ante una base gravable más reducida, y su efecto serán menos ingresos por recaudación fiscal generándose presiones fiscales. Para explicar de forma aproximativa estos cambios en política fiscal, habrían de ponderarse los datos del Cuarto Informe de Gobierno que, por ejemplo muestra que se gastan más recursos para el pago de pensiones del IMSS e ISSSTE con 446 mil 441 millones de pesos que para programas de combate a la pobreza donde se ejercieron 410 mil 295 millones de pesos.

En México, los trabajadores formales ahorran forzosamente 6.5% de su salario para pensión, esta cifra resulta la menor de los 34 países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Por ello, la Secretaría de Hacienda hace apenas unos meses planteó la posibilidad de aumentar esa contribución obligatoria y así, que el dinero del retiro sea mayor para cubrir con mayores certezas a los adultos mayores.

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Como se puede apreciar la estructura del sistema de pensiones en México resulta insuficiente para enfrentar los desafíos que se derivan de los cambios en la estructura de la población, de la nueva generación de servicios médicos que debe desarrollarse y de las  presiones fiscales presentes y futuras, asimismo, acontece que los sistemas de pensiones son desiguales entre las diferentes instituciones por ejemplo los casos de IMSS, PEMEX y CFE resultan emblemáticos por los sistemas de prestaciones económicas, sociales, y médicas, entre otras, que se generan desde los Contratos Colectivos de Trabajo, mismo caso de algunos sistemas estatales de seguridad social, que contrastan con los de los trabajadores al servicio del Estado donde existen “topes” a las pensiones con independencia a los años de contribución de los trabajadores.  

Sin embargo, el problema mayor está en la estructura laboral en México donde prácticamente más de la mitad de los trabajadores en activo están en la informalidad, es decir que no tendrán una pensión, ni contribuyen a un sistema de prestaciones médicas que mañana les garantice una atención digna, de ese modo, el desafío  para la nación mexicana radica en estructurar una nueva política de pensiones y servicios médicos con las capacidades financieras para enfrentar un futuro que ya está entre nosotros.

El problema mayor está en la estructura laboral en México donde prácticamente más de la mitad de los trabajadores en activo están en la informalidad, es decir que no tendrán una pensión

El conjunto de evidencias disponibles obliga a un cambio de paradigma en la relación de los trabajadores con el Estado, a la creación de sistemas de pensiones que consideren la realidad de los desafíos futuros, a generar sistemas alternativos de financiamiento de ingresos y servicios médicos desde lo privado bajo una férrea vigilancia pública, a un sistema de representación sindical menos oneroso y con mayor grado de compromiso financiero con sus propios trabajadores, y desde luego a una visión de Estado para que las personas pueden vivir con dignidad tras una vida de trabajo.  

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