Arte y Ciencia: La danza de las emociones a través de una coloridas gotas

No cabe duda que el contacto entre artistas y científicos está generando nuevas formas de entender nuestro mundo y de expresar las emociones que nos genera. Un ejemplo perfecto de esto es Data Drops, un proyecto que nace de la colaboración entre un dúo artístico, Varvara & Mar, y el neurocientífico Mario de la Fuente que intenta traducir las reacciones emocionales a un baile molecular y colorido; “Nos pusimos en contacto y a partir del intercambio de ideas fuimos dando forma a distintos proyectos que podían utilizar el lenguaje de la ciencia, con el que trabajo día a día, como expresión artística”, señala De la Fuente.

Los autores encuestaron a los usuarios de teléfonos móviles para conocer las emociones que les generaba saber que sus dispositivos pueden revelar sus datos personales. Miedo, interés, emoción, sorpresa, felicidad, confianza, emoción y asco eran las ocho posibilidades que los participantes podían elegir. Las diferentes reacciones psicofisiológicas conseguidas se vincularon con un color concreto, de acuerdo a la teoría de las emociones enunciada por Robert Plutchik en 1980.

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Una vez que cada emoción fue asignada a una tonalidad, De la Fuente elaboró una disolución para cada una de ellas a base de propilenglicol, agua y colorante. Mediante las pipetas de laboratorio, las emulsiones se dispusieron en forma de gotas sobre un porta. Cuando las gotas se sitúan en la placa, empieza el espectáculo. Comienzan a moverse, a perseguirse, a fusionarse, a interactuar las unas con las otras, como bailarines dentro de una danza coreografiada por la física molecular.

Cada emoción es ligada a una disolución, cada una con una concentración diferente de propilenglicol y agua. “Este gradiente es el responsable del movimiento que se visualiza”, explica el neurocientífico Mario de la Fuente. De acuerdo con un estudio publicado en Nature y realizado por investigadores de Stanford (EE UU), la evaporación que se produce en la superficie de las gotas es suficiente para dirigir su movimiento sin necesidad de ninguna intervención externa. El baile de las gotas sucede, según los autores “de la misma forma en la que perdemos el control de datos personales en nuestros dispositivos electrónicos”.

En cada portaobjeto se reproducen experiencias emocionales interpersonales. “En este medio aséptico, igual que sucede en el entorno online, nuestras opiniones y sentimientos respecto del uso técnico de nuestra identidad virtual se mueven y libran su propia batalla de forma totalmente ajena a nuestra voluntad”, comentan los autores. Estos registros de emociones son almacenados en cajas de cristal que conforman la huella dejada por los encuestados mediante sus acciones online.

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Más allá de la validez de los resultados, lo interesante de Data Drops es que se trata de un punto de confluencia en el que arte, ciencia y técnica elaboran un lenguaje común para explorar nuestros sentimiento respecto al mundo digital que hemos fabricado. Es por eso que proyectos de este tipo deben visualizarse desde la experiencia artística, más que desde el rigor científico, aun cuando efectivamente nos invitan a visualizar de forma metafórica todos esos procesos de los que no somos totalmente conscientes pero que nos impactan emocionalmente.

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