“Poesía por Primavera” es —sin lugar a equivocaciones— uno de los festivales literarios más importantes de la Ciudad de México. Convertido ya en una tradición anual, el festival ha llegado a su séptima edición para mostrar una vez más la vitalidad de la literatura mexicana actual. El sábado 10 y el domingo 11 de marzo, a partir de las 11 h (y hasta las 20 h), tendrá lugar esta fiesta de la palabra que tiene como sede la calle de San Jerónimo, en el Centro Histórico.

Con la participación de más de 70 escritores, tanto narradores como poetas, y un número estupendo de editoriales independientes, “Poesía por primavera” ha mantenido la consigna de llevar la literatura a la plaza pública a través de una experiencia comunitaria.

Esta experiencia no sólo se construye con el hecho de compartir la poesía, sino también con la realización de “La Gran Comilona”, uno de los sellos distintivos de este festival, la cual invita a los asistentes a compartir los alimentos en una mesa destinada para tal fin. Para esta comilona que se realizará el domingo 11 de marzo a partir de las 14 h el único requisito es llevar comida y bebida (lo mismo platos, vasos y cubiertos), para compartirla gratuitamente con otros comensales sentados en la mesa, o bien en las jardineras de la plaza.

Auspiciado por hostería La Bota —otro de los bastiones culturales más importantes de la ciudad— el festival es coordinado por un equipo que tiene como cabeza al escritor y promotor cultural Antonio Calera-Grobet, quien conversó en exclusiva con Tercera Vía.

Vía telefónica el escritor explica que para él y su equipo “no hay ninguna diferencia entre compartir el pan y la poesía”. Además de compartirnos su visión sobre el panorama de la poesía actual de las letras mexicanas, Calera- Grobet manifiesta las dificultades inherentes al oficio de la promotoría cultural en un país como México en donde la cultura es vista con desprecio tanto por los gobernantes como por sus instancias burocráticas.

¿Qué diferencia a “Poesía por Primavera” de otros festivales?

“Poesía por primavera” intenta lo más difícil: su espíritu sigue siendo ocupar la plaza pública sin el vértigo del capitalismo más salvaje. Y relacionarnos en una zona temporalmente autónoma. Esto significa crear una convivencia desde el lenguaje de la poesía y no desde el lenguaje del poder. No obstante, esto no solamente es lo más importante para nosotros, también nos hemos preocupado a través de todo este tiempo que lleva realizándose el festival que este espíritu sea insobornable. El espíritu de “Poesía por primavera” siempre va a ser el mismo y es insobornable.

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¿Desde la primera edición hasta esta última cómo ha evolucionado el festival?

Supongo que todos los ciudadanos que han hecho alguna vez promotoría cultural sabrán que es un territorio bastante complejo. Y podríamos decir que es también un territorio infravalorado en este país. Pareciera que aquel que se encarga de hacer cosas por la polis es un romántico de pasiones inútiles que no terminan por abonar nunca en la realidad. Todo esto lo digo porque si hemos evolucionado en algo ha sido en la experiencia de realizarlo. Queremos que el festival deje sustancia, queremos que no sea un asidero temporal nada más, sino que deje conciencia, que sea un factor estructurante, de manera que insemine o inocule algo que después se reproduzca en otros espacios por otros grupos. Quizá esta idea es lo que más nos ha interesado, no queremos quedar simplemente en ser una cosa fugaz —un par de días al año— sino que brinde más a la vida cotidiana de los que visiten esta plaza.

Queremos que el festival deje sustancia, queremos que no sea un asidero temporal nada más

¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta un festival como éste?

Básicamente te voy a mencionar dos. Uno tiene que ver con la estupidez y con la negligencia de los gobiernos, pareciera que nosotros le estamos pidiendo de favor al Gobierno que nos pueda permitir llevar la poesía a la plaza pública. Pero todos los demás agentes nefandos, todos los demás agentes perniciosos de la cultura mexicana sí tienen derecho a estar en la plaza pública de manera natural. Por ejemplo, los corruptos, los ladrones, los secuestradores, los asesinos, ellos sí tienen una vigencia para trabajar en el espacio público. Son tolerados en múltiples ocasiones, e incluso son apoyados por el hampa del Gobierno. Los que promovemos la cultura somos vistos como un enemigo. Para que se nos den permisos, por ejemplo, para que se nos limpie una plaza, para que se nos ilumine una plaza, para que “por favor” nos brinden seguridad, nos tenemos que enfrentar a un monstruo voraz de millones de cabezas. Esto es un ejercicio absolutamente indignante porque a uno lo hacen ir a millones y millones de ventanillas para que solamente se rían de uno y del equipo de trabajo.

Los que promovemos la cultura somos vistos como un enemigo. Para que se nos den permisos, por ejemplo, para que se nos limpie una plaza, para que se nos ilumine una plaza

Entonces, francamente, uno se queda pensando si realmente todo lo que hemos hecho en estos años se valora o tiene un peso significativo, y nos preguntamos si vamos a seguir haciéndolo. El desgaste físico, de todo un equipo de trabajo, compuesto por jóvenes muy entusiastas, se ve siempre afectado por estas actitudes. Los gobiernos con los que yo me he enfrentado hacen siempre la inclusión abstracta y la exclusión concreta. Dicen que sí, que te van a ayudar en lo abstracto, pero te escriben en concreto no sólo que te excluyen sino que te ponen cualquier cantidad de vejaciones y groserías, pueden hacerte perder todo el tiempo que ellos quieran, desplazándote desde Tlalnepantla hasta el Centro Histórico para no avanzar absolutamente nada durante meses. Esto por supuesto es importante decirlo —porque además nadie se atreve a publicarlo—.

En este camino tienes que estar buscando aliados, lamiéndole las patas a la gente, de lamebotas para que te hagan caso, o para que no vayan a cerrar tu lugar. Ese es el problema que tenemos, el riesgo de que te cierren tu lugar, aunque tú seas legal y mantengas tu hacienda perfecta, des facturas, pagues impuestos —como pagar esas cuadras del centro que serán ocupadas por “Poesía por Primavera”—. Tienes el riesgo de que un político corrupto te cierre porque dices la verdad. Es una verdad que nadie apoya, pedí una planta de luz, pedí un templete… y bueno pues prácticamente mi familia termina por hacer casi todo. Y esto es uno de los obstáculos.

El otro al que me refería, te dije que teníamos dos, es el de una comunidad artística que está acostumbrada a exigir cualquier cantidad de cosas pero no a cumplir. ¿A qué me refiero? Me refiero particularmente a un caso del mayor desdén y suficiencia: si todo el tiempo en las redes sociales te muestras como ese ciudadano completo que quiere ejercer sus derechos a la cultura, que le exige a las autoridades que abran espacios de este tipo… ¿por qué cuando se le da la oportunidad de ser invitado, ese ciudadano no tiene ni siquiera la dignidad de contestar? Tú dirás “bueno ese es un caso privado de la relación entre el gestor y el invitado, no tendría por qué ventilarse de otra manera”. Yo te digo, fíjate que no porque lo que percibo es que hay una comunidad pseudointeresada por las cosas de la cultura, más entregada no sólo al ocio o la procrastinación, sino al desarrollo de su egolatría.

Todo el mundo, durante todo un año, dice que va a apoyar todo lo que sea referente a la cultura, y lo que me doy cuenta es que apoyan poco lo importante, llámese por ejemplo contactarse con la población mexicana, que su obra llegue a los demás. Por supuesto, este tipo de egolatrías obliga a que uno —como promotor cultural— tarde lo triple para ver quién acepta la invitación, tenemos que tardarnos lo triple con un fardo pesadísimo que es estar persiguiendo a las editoriales para que participen en el festival, me refiero a las editoriales que todo el tiempo están hablando de ser independientes contra el Gobierno, y las mismas que se quejan de que no hay espacio. Siempre están las plañideras que lloran y lloran porque nunca tienen cómo llegar a sus lectores y cuando se les abre una plaza que pudiera estar necesitada de su apoyo para hacer un evento cada vez más grande, no lo toman, lo desdeñan, lo dejan de lado. ¿Realmente tienen un interés por fomentar la lectura?  ¿Realmente tienen un interés por publicar y difundir a sus autores? No lo creo. Imagínate estar en medio de dos mazos de naipes… ¿Qué requieres para logra salir bien parado de ahí?

Además de que necesitas mucho esfuerzo —y dinero que la familia Calera-Grobet ha dado para la realización del festival—, solamente te queda sentirte bastante apabullado y vapuleado por todo esto. Y no lo puedes mostrar porque cómo es posible que un promotor se aje, cómo es posible que un promotor se rompa, esa es tu obligación, y entonces cada vez es más complicado y más complicado y más complicado.

¿Por qué tratar a los poetas de esa manera?
En esta ocasión en donde sí pudimos contar con la presencia de escritores muy importantes, los otros escritores digamos no tan importantes, asumidos por sí mismos como no tan importantes —no por lo que yo piense, sino por lo que la historia de la literatura ha dicho— empezaron a aceptar, ahora sí a motivarse, ah si está éste otro entonces sí voy, si está este otro entonces sí te respondo, me parece una actitud mezquina que no se merecen nuestras letras.


Si estamos en un momento de oro de la poesía mexicana ¿por qué tratar a los poetas de esa manera?, ¿por qué tratar a los organizadores de los encuentros de esa manera? Podríamos ser más elegantes y más propositivos, más participantes y menos observadores, menos pasivos.

 

¿Hay una responsabilidad social, y hasta cierto punto ética, del organizador de un festival como “Poesía por Primavera” con la sociedad?

Yo nunca he leído en mi encuentro, no sólo en estas siete ediciones que tiene el festival bajo este nombre, sino desde que lo hago a finales de los noventa con Alejandro Aura. Nunca he leído en mi encuentro porque lo que importa aquí no es el equipo que lo organizó, lo que importa es que el escritor se tope con su lector en la plaza pública sin intermediarios, y que decenas y decenas de editoriales puedan ofrecer su producto a bajo costo. Creo que —sin petulancia lo decreto— no hay ningún lugar que trate a los autores como se les trata en La Bota, y si los ha habido no serían tantos, entonces ¿qué es lo más importante? Lo más importante es que el escritor lea ante su comunidad, y por supuesto esa es una aportación ética, dentro de una magnitud de relaciones que debes tejer como promotor: tienes que crear relaciones editoriales, relaciones entre lectores y escritores, en un espacio abierto, en primavera, buscando que se logre ahí una epifanía.


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Una epifanía en la cual tiene que mostrarse la literatura de un país, o por lo menos de una ciudad —aunque siempre hemos contado con autores de otros puntos de la república—. Que esto sea lo que más sorprenda. Porque lo más importante es eso, no somos las personalidades. Va siendo momento de que nos preguntemos si vamos a ser un contrapeso real a lo que sucede en la política o no, si vamos a ser una comunidad literaria ordenada, participativa, empática con todos sus agentes o sólo vamos a ser caso de los más importantes, de los que salen en televisión…

¿Los escritores somos un gremio realmente o no somos un gremio?
Bueno pues a ver cómo nos va, la moneda está echada al aire, hay gente que participa con nosotros muy importante, creo que juntar a estos escritores se logra pocas veces, y hay un esfuerzo inhumano de mucha gente aquí que merece un aplauso. De manera que es importante que yo lo tenga que decir, porque no puedo dejar de mencionar a mi familia, porque los medios también solamente me ven a mí, pero está Adrián Calera-Grobet, que es la mano derecha de esto. Está Mauricio Calera-Grobet que maneja las finanzas y la logística. Y está Luis Grobet que se encarga de todo lo que tiene que ver con el salón y la comida de esos días. Yo no puedo dejar de decirlo, es así, esos son los que hacen “Poesía por Primavera”, y ahora por supuesto, sin el apoyo de Ricardo Suasnávar y Martha Mega, hubiera sido imposible. Ese es el equipo que lleva trabajando por lo menos unos cuatro meses en esto, y por supuesto, mucho más tiempo en la estructura completa.

¿Piensas que a los poetas les interesa menos la poesía que a los lectores?

Creo que les interesa más su poesía que la Poesía (escrita con mayúscula). Y les interesa más su presentación en el mundo literario que el mundo literario mismo, y ahí percibo que hay un defecto que viene creando monstruos bastante particulares, y es el siguiente:

Pongo en duda que exista un gremio de la literatura en México, un gremio entendido como algo organizado que tiende hacia un fin. Lo que hay son escritores que están más preocupados por hablar del mundo literario que de la literatura misma. Estamos más preocupados por hablar del mundo del arte que del arte mismo y eso denota una soberbia y una actitud patógena, enferma y patética, de entender la literatura de un país. Creo que en otros momentos de la historia nuestros escritores fueron un tanto más observadores de la forma en que como ciudadanos podían ser algo más allá que escritores puros, es decir, ser escritores más comprometidos con lo social. Ahora eso se ha perdido, entonces la gente me dirá “¿estás promoviendo la literatura de panfleto, algo propagandístico?” Yo no estoy diciendo que el poeta o el narrador tenga que llegar de esa manera a la polis, no estoy diciendo eso, justo estoy tratando de decir que una cosa es lo que pudiera hacer un poeta por la literatura pero también lo que pudiera hacer por la sociedad, es cierto que todavía no estamos conscientes de cómo hilar esos dominios, cómo nosotros los podemos engarzar de manera invisible, que pudiéramos decirnos escritores que son ciudadanos y creo que ahí nos falta mucho por aprender. Cuando digo que hablamos más del mundo del arte que del arte mismo, me refiero a que estamos preocupados más por nuestra figura enmarcada en letras doradas. De esta manera estamos perdiendo el rumbo de lo que le importa al país y de ayudarlo a detener su debacle si es que sea posible.

¿“Poesía por Primavera” es un termómetro o una forma de tomarle el pulso a la poesía actual?

Sería muy soberbio asumir que la poesía que voy a presentar es la poesía que se ejerce en todo el territorio nacional. Pero sí puedo decir que, por lo menos, de los escritores que se presentan en la capital mexicana están invitados la mayor parte de los escritores más reconocidos por instituciones, o por el mismo sector de la literatura. Ahora, hay que decir también, y esto es algo que cualquier persona que se dedique a la historia de la literatura mexicana tienen que reconocer, no existe un encuentro de literatura que haya convocado a más escritores que éste.

Sería muy soberbio asumir que la poesía que voy a presentar es la poesía que se ejerce en todo el territorio nacional.

Y si no están ahorita muchos de ellos invitados, es porque estuvieron el año pasado, y porque necesitamos rotar a otras voces que no hayan leído con nosotros, somos un festival incluyente y abierto. Y si tú has venido unas tres o cuatro veces al festival, espero que comprendas que si no has sido invitado el espacio fue cedido, por lo menos en esta edición, a un joven escritor de las letras mexicanas.

En esta edición somos más de 70 escritores, entre narradores y poetas. Y siempre ha sido así, 60 escritores participaron el año anterior. Más de 60 mujeres en el antepasado, cosa que por cierto pasó inadvertida, fue un ejercicio de género, de apoyo al nuevo feminismo, que pasó desapercibido —por hombres y por mujeres—. No tuvimos una sola nota en los periódicos y ese es un hecho ya histórico. Ése es el ninguneo del que somos víctimas muchas veces en el año todos aquellos que hacemos algo desde La Bota o desde La Chula.

 

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