Dos Bocas nos ha costado ya 21 mil millones de dólares y sigue sin funcionar; especialistas alertan impacto fiscal

Pocas obras públicas en México han tenido tanta publicidad como la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco. Y pocas han dejado tan claro el divorcio entre el discurso político y la realidad operativa. A pesar de haber sido presentada en septiembre de 2024 como una instalación “ya funcionando al 100%”, el propio Pemex acaba de reconocer ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) que la refinería sigue en etapa de pruebas. Eso sí, con un costo actualizado de 20 mil 959 millones de dólares, un 162% más que el presupuesto inicial.

El informe entregado por la petrolera mexicana a la SEC no deja lugar a dudas: Dos Bocas no solo no está terminada, sino que ya tuvo dos paros técnicos (en febrero y abril de 2025) y podría requerir aportaciones adicionales de capital público. Es decir, más dinero del erario para una obra que aún no ofrece resultados.

A la pregunta “¿cuánto ha costado realmente?”, la respuesta es detallada pero dolorosa:

  • 16,816.3 millones de dólares en construcción y puesta en marcha,
  • 1,030.9 millones en gastos administrativos y fiscales,
  • 3,111.7 millones en transporte de insumos y manejo de productos.
    Total: 20,959 millones. Nada mal para una planta que, en marzo, solo procesaba 103 mil barriles diarios de crudo (menos de la mitad de lo prometido).

Mientras tanto, Pemex perdió 43 mil millones de pesos en el primer trimestre de 2025, lo que complica todavía más el panorama fiscal. Analistas como Jesús Carrillo y Gonzalo Monroy coinciden en que esta refinería no solo es un pozo sin fondo, sino también un error de estrategia: el problema estructural de Pemex no se resuelve agregando más infraestructura deficitaria.

Carrillo apunta que el proyecto se gestó con poca planeación y mucha retórica política, mientras Monroy estima que Dos Bocas podría estar apenas cerca del 95% de operación en 2027, si todo sale bien. Y eso, sin contar los “detallitos” en diseño, transporte y logística que ya causaron apagones.

¿Y las coquizadoras de Tula y Salina Cruz? Igual que Dos Bocas: prometidas, presupuestadas y aún sin operar. Todo esto deja claro que la “autosuficiencia energética” prometida no es más que una etiqueta vacía colgada de una infraestructura que ni arranca ni deja de costar.

Luis Miguel Labardini lo resume con ironía amarga: Dos Bocas va a ser un lastre para las finanzas de Pemex. Y no es solo cuestión de esperar a que “agarre ritmo”; los problemas son estructurales, técnicos y financieros. Una refinería que gasta como si ya produjera, pero funciona como si aún la estuvieran diseñando en un PowerPoint.

En resumen, el megaproyecto estrella de la soberanía energética mexicana se ha convertido en un costoso ejercicio de simulación. Un elefante blanco con casco de ingeniero que, mientras sigue en pruebas, ya nos cuesta lo mismo que dos Juegos Olímpicos o la mitad de la deuda externa de algunos países de Centroamérica. Pero al menos, eso sí, tenemos una foto para el recuerdo… y una factura que sigue creciendo.

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