Pese a errores y confusiones, INE aprueba impresión de 600 millones de boletas para elección judicial

Como si se tratara de una hazaña histórica digna de récord Guinness, el gobierno mexicano ha dado el banderazo de salida a la impresión de más de 602 millones de boletas para la inédita elección judicial del próximo 1 de junio. Talleres Gráficos de México (TGM), con el entusiasmo y determinación de quien se embarca en una misión imposible, trabajará a marchas forzadas para producir la nada despreciable cantidad de 10 millones de boletas diarias.

Para asegurar que este maratón de tinta y papel se lleve a cabo sin contratiempos (o con los menores posibles), la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana ha desplegado una vigilancia permanente en las instalaciones. Porque, claro, si algo sabemos en México es que una boleta electoral es casi tan valiosa como un billete de lotería premiado. De ahí que también la Guardia Nacional vigile celosamente la maquinaria, la materia prima y el producto final. Nada podría salir mal, ¿verdad?

La presidenta del Instituto Nacional Electoral (INE), Guadalupe Taddei, y la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, supervisaron personalmente la puesta en marcha de la impresión, verificando que la tinta se secase correctamente y que los nombres de los candidatos estuvieran bien escritos, al menos en esta ocasión. “Este es un proceso inédito en la historia de México”, declaró Taddei, con la seguridad de quien sabe que, efectivamente, ningún otro país del mundo (Salvo Bolivia) ha optado por dejar la elección de jueces y magistrados en manos del voto popular de manera tan ambiciosa.

Rodríguez, por su parte, aseguró que las boletas tendrán candados de seguridad similares a los del papel moneda, un dato que sin duda resultará tranquilizador, especialmente si consideramos la cantidad de billetes falsos que circulan en el país. La funcionaria insistió en que el diseño de las boletas permitirá que los ciudadanos ejerzan su voto con la certeza de que están eligiendo con libertad y no bajo la influencia de actores políticos, económicos o, digamos, del crimen organizado. Confianza total.

¿Elección democrática o carta abierta a la incertidumbre?

La impresión de boletas se produce en el contexto de la polémica reforma constitucional que llevó a esta histórica votación, promovida en su momento por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y consolidada bajo el mandato de su sucesora, Claudia Sheinbaum. Con ella, México se convierte en pionero en la elección directa de 881 cargos del Poder Judicial federal, incluyendo nueve ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), magistrados del Tribunal Electoral y jueces de distrito.

El argumento oficial para esta reforma es democratizar la impartición de justicia y acabar con la corrupción, evitando que jueces y magistrados sean nombrados a puerta cerrada. Los críticos, sin embargo, insisten en que poner a jueces y magistrados en el escaparate electoral podría hacerlos más vulnerables a intereses partidistas y presiones externas. Después de todo, si la política es un juego de influencias, ¿qué garantiza que la justicia no se vuelva un trofeo más en la contienda?

Para añadir un toque de comedia involuntaria, el INE ha tenido que aclarar que los candidatos a los cargos judiciales aparecerán con su nombre real en la boleta y no con apodos. Porque, aparentemente, en algún momento alguien creyó que el “Licenciado en Derecho El Chido” o el “Magistrado Justiciero” podrían postularse con sus alias de confianza.

Producción exprés, dudas eternas

El plan logístico para imprimir más de 600 millones de boletas en poco más de dos meses no es cosa menor. Talleres Gráficos de México trabajará 24/7 con 170 empleados de base y 326 eventuales, mientras que 70 supervisores del INE vigilarán el proceso “a pie de máquina” para garantizar que todo salga conforme a lo previsto. Un detalle importante es que, por primera vez, parte de las boletas serán impresas con procesos digitales y no en offset, aunque se promete que tendrán las mismas características de seguridad.

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Y, claro, como en todo gran proyecto nacional, no podía faltar la participación de la Secretaría de la Defensa Nacional, que custodiará las boletas desde su impresión hasta el día después de la elección. Porque si algo hemos aprendido de elecciones pasadas es que las boletas suelen tener un talento especial para aparecer en lugares inesperados cuando nadie las está cuidando.

Más allá de la impecable logística que se presume, las dudas persisten. Desde la rapidez con la que se han ejecutado los cambios hasta el riesgo de que las elecciones judiciales se conviertan en un espectáculo más de la política mexicana, la impresión de estas boletas no solo simboliza la llegada de un proceso electoral inédito, sino también un experimento con consecuencias impredecibles.

Lo que queda claro es que, sin importar los riesgos o los cuestionamientos, las boletas ya están en marcha, la Guardia Nacional está en su puesto y el reloj avanza. México se dirige con paso firme a una elección histórica que, con suerte, logrará lo que promete. O al menos, nos dejará una gran lección para futuras reformas electorales.

Nos vemos en las urnas el 1 de junio. Y si todo falla, al menos tendremos boletas con seguridad de papel moneda.

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