Durante el concierto, Zócalo abierto. Y para manifestantes de Ayotzinapa: vallas y granaderos

Como bien se sabe este 26 de Septiembre se celebra un año más de la tragedia de Ayotzinapa, uno de los momentos más emblemáticos y bajos de la historia reciente de México.

Es especialmente agridulce ya que reportes periodísticos y revelaciones recientes indican lo desnaturalizado de los sucesos, que involucran a un alcalde sanguinario, militares coludidos, responsabilidad canadiense y alemana, junto a un gobierno federal desesperado por superar el tema.

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Las principales revelaciones vienen de una columna reciente de Peniley Ramírez en Reforma, sobre el documento sin censura de la Comisión de la Verdad que le fue filtrado. Uno de los puntos más incómodos, es la frialdad con la que la hija del alcalde Abarca habla de los normalistas y lo sucedido. “Total me fui a dormir”, dice luego de narrar algo espantoso.

La periodista en Reforma compartió los extractos de conversaciones de WhatsApp presentes en el reporte.

Es en este contexto, que a diferencia de otros años, es especialmente tenso el clima respecto a Ayotzinapa. Para la Jefa de Gobierno, que ayer abrió el Zócalo para un concierto con el grupo Firme, las cosas han cambiado en menos de 24 horas.

De recibir más de 280 mil personas, ahora le cierra la puerta a un posible número similar.

Para empezar, hay los no-granaderos que famosamente no-desapareció la Jefa de Gobierno.

Los #8M y las marchas por la emergencia nacional feminicida no han  pasado desapercibidas para los gobiernos en la CDMX, pero no en políticas públicas sino que desde ahora desde antes ponen vallas y se preparan.



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En tiempos donde se busca militarizar (más) la seguridad pública,  hay que recordar algo…

Foto: Cuartoscuro.com

 

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