Una carne asada el origen del incendio de Arteaga que afecta más de 10 mil hectáreas de bosques

La Fiscalía General del Estado (FGE) confirmó que el incendio registrado en el ejido “La Pinalosa”, en Arteaga, fue iniciado en una cabaña, luego de que los propietarios de ésta realizaran una carne asada.

De acuerdo al fiscal general, Gerardo Márquez Guevara, hasta el momento se tienen identificadas a las personas, de las cuales aún restará determinar el grado de participación que tuvieron en los hechos. Informó que son de una a cinco personas, las que se estima se encontraban en la cabaña, el día de los hechos.

“Se localizaron por lo menos tres cabañas o viviendas con estragos por el incendio y en particular respecto a una de ellas se logró determinar como el lugar donde inicio el incendio”, indicó. Señaló que al lugar acudió personal de servicios periciales entre los cuales destacó un perito químico especialista en materia de incendios, ministerio público y policía Investigadora.

Indicó que estos se entrevistaron con quienes tuvieron primero contacto con el incendio. “Personas vecinas de la vivienda, donde se encontraron vestigios donde se inició el incendio, dan referencia de como inicia y el lugar exacto, pues procuraron contenerlo, sin embargo, les fue imposible”, dijo.

El fiscal explicó que de acuerdo al Código Penal del Estado, la penalidad por estos delitos, puede ir de tres a 15 años de prisión, sin embargo, se van analizar leyes especiales federales de protección del medio ambiente, para hacer la clasificación del delito.

Sin buenas políticas de justicia ambiental, personas que por accidente producen las causas primeras de un desastre ecológico podrían ser tratados como los criminales que operan en la más absoluta impunidad todos los días a todas horas. Cuando para estos casos deberían existir canales de conciliación que, lejos de ser punitivos sean restaurativos.

Fuente: El Siglo de Coahuila

Necesitamos justicia ambiental restaurativa y efectiva

La noticia se da en momentos en donde los bosques, selvas, manglares y otros ecosistemas de todo el país afrontan ecocidios sistémicos, ya sea por parte de empresas extractivistas, como las mineras, o talamontes ligados al crimen organizado, e incluso la mafia inmobiliaria que coludida con gobiernos de todos los niveles siguen rompiendo el frágil equilibrio ambiental en buena parte del territorio nacional, la nota viral es que el incendio de Arteaga fue originado por una carne asada.

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Según estas conclusiones de la investigación de la Fiscalía General del Estado de Coahuila y a pesar de que todo apunta a un accidente, los culpables podrían enfrentar hasta 15 años de prisión y más allá de las voces populares que consideran justa esta medida, esa ruta solo señala que las políticas ambientales en este país son retrogradas y están mal diseñadas.

El vacío en este sentido es claro, ya que el propio fiscal, Gerardo Márquez Guevara, aunque reconoce que el crimen no es doloso, no puede plantear con claridad una ruta de justicia no punitiva que facilite el acercamiento de las personas responsables. Se trata de uno de esos casos, en el que el vacío legal, sumado al clima de injusticia, burocracia y torpeza institucional que se siente en todo el país evitan salidas sencillas.

Para cualquiera es fácil decir que los responsables se deberían acercar y aceptar las consecuencias de sus actos; en este caso específico no apagar completamente un fuego para una carne asada. Pero como es costumbre, esta posición poco reflexiva conlleva problemas éticos y sobre todo no ayudará en lo más mínimo a contener los problemas causados por el incendio. Su función solo sería la de producir cierta sensación de justicia y calmar los ánimos de quienes estamos inconformes con las instituciones encargadas de la protección y la justicia ambiental en México.

Por esta razón, más allá del desenlace, esta historia nos invita a reflexionar sobre los efectos de que nuestra justicia esté mal diseñada, porque esto también se refleja en una sociedad que considera el castigo como la vía adecuada para tratar estos casos, sin notar que solo se convertiría en un ejemplo para personas comunes que cometen errores, dejando de lado los dos grandes problemas que se advierten por este tipo de noticias; el deterioro ambiental y la impunidad de los grupos auténticamente ecocidas.

Cabe preguntarnos si los culpables serían tendencia y ocuparían los mismos espacios mediáticos si los cuerpos de inteligencia hubieran encontrado evidencias que apuntan a un grupo ilegal de talamontes bien organizado. Por supuesto esto no quiere decir que las personas responsables deban quedar en el mismo limbo de impunidad, en el que ya se mantienen criminales de peso, pero debemos cuestionarnos que tipo de sociedad tenemos si necesitamos ese tipo de justicia para aprender que debemos asegurarnos de apagar el fuego en espacios naturales.

Texto del Colectivo Alterius
Ccon información de El Siglo de Coahuila

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