¿Estudiar y trabajar más para ganar más?

La idea de que cualquier persona nacida en situación de pobreza, pueda aspirar a una vida digna e incluso logre convertirse en alguien adinerado, a través del estudio y el trabajo, sigue vigente.

Mucha gente continúa aceptando la premisa de que el esfuerzo es suficiente para poder destacar y obtener abundancia material. Que una cantidad importante de millonarios hicieron su riqueza por medio de buenos hábitos y una adecuada toma de decisiones. No es difícil hallar anécdotas de personas que provienen de una familia humilde, pero que con el tiempo pudieron construir empresas rentables, y son hoy en día ejemplos a seguir.

Estas excepciones permiten creer que casi cualquier persona puede lograr tales cometidos. Ejemplos de éxito que reducen casi todo al esfuerzo individual, sirven para perpetuar condiciones que no favorecen a las mayorías.

El Premio Nobel de Economía, Joshep Stiglitz, señala que el 90% de los pobres seguirán siendo pobres sin importar cuanto se esfuercen, mientras que el 90% de los ricos continuarán siendo ricos, de manera independiente a lo que hagan.

Uno de cada dos desempleados en México cuenta con educación media superior o superior, es decir, la mitad de la gente que busca trabajo, es también la que más estudios tiene. De los casi cincuenta millones de mexicanos que trabajan, solo el 5% ganan más de $13,254 por mes. Y más de la mitad de la gente ocupada, lo hace en el mercado informal, donde carecen de prestaciones como: seguridad social, crédito para vivienda, pensión para la vejez, vacaciones pagadas y aguinaldo.

Según un estudio de la Universidad Iberoamericana, titulado “La pobreza persiste en México”, en el sexenio de Peña Nieto, los salarios de los profesionistas cayeron cerca del 20%. Además, el Observatorio de Salarios indicó que el año 2005, un trabajador con licenciatura percibía $11,500.00, no obstante, para el 2016 el ingreso disminuyó a $7,600.00. Respecto a los recién egresados, uno de cada dos, gana menos de $8,000.00.  

Según la OCDE, de los países que son miembros, México es la nación en donde más horas se trabaja. En promedio, unas 43 horas por semana. El otro polo es Alemania, cuyo promedio está cerca de las 28 horas.  

Algunas de las razones que han propiciado tales situaciones, es que los costos de contratación y despido se han reducido; el número de gente desempleada favorece a que si un trabajador no acepta emplearse por cierto salario, otro más sí lo haga; las ganancias de las empresas en muchas ocasiones no están vinculadas a la remuneración de sus empleados; y estrategias fiscales y financieras, elevan las utilidades de las organizaciones a costa de sus colaboradores.

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Quienes apelan a la idea de que el Estado no es el responsable del bienestar de las personas y es tarea de cada individuo esforzarse lo suficiente para mejorar su vida, no reflexiona que es el gobierno precisamente, quien tiene la facultad de crear condiciones que permitan a cada trabajador, a partir de su esfuerzo, lograr los objetivos que se proponga.  

El libre flujo de capital no solamente debe referirse al dinero en sí, también debería permitir la libertad de la fuerza de trabajo, para poder desplazarse a donde más le conviene, poder ocuparse en lo que más le gusta o tiene habilidad, y ser capaz de emprender y tener acceso a medios que le den la posibilidad de competir, no por un sueldo que le garantice un estado permanente de pobreza, sino de bienestar.

Sin la estructura adecuada, por más que se esfuerce, estudie y trabaje un gran número de personas, solo pocos de ellos alcanzarán salir de la situación en la que se encuentran.

 

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