La filosofía de un atlista

Las personas que le vamos al Atlas somos los aficionados más criticados en México junto con los de Cruz Azul. A nivel mundial quizá nos comparemos con los aficionados de los Cubs de Chicago, de los Browns de Cleveland o del Real Betis. Son equipos particularmente perdedores, igual que el Atlas.

Andrés Guardado, segundo capitán de la selección nacional de México, lo define muy bien: “es más sencillo ser aficionado del equipo con campeonatos del que no tiene”. Pareciera que habláramos de un asunto irracional: lo razonable es estar del lado del equipo con muchos campeonatos, con los Yankees en lugar de los Cubs, con los Bulls o los Lakers en lugar de Memphis, con los Patriotas o los 49s de San Francisco en lugar de los Browns de Cleveland o con el Real Madrid y Barcelona en lugar del Betis. Incluso con las Chivas de Guadalajara, el América o hasta el Cruz Azul en lugar del Atlas.

Un atlista no lo es porque no utilice su razón -a los humanos nos caracteriza usar la razón- sino todo lo contrario: un atilsta utiliza la razón para ser aficionado del Atlas. El aficionado del Atlas es aficionado del futbol por razones diferentes que la mayoría de los aficionados, quienes buscan y anhelan la victoria, porque el juego así es. El Atlas forma parte de esa ínfima y casi nula minoría de quiénes ven el futbol por otras razones: estilo de juego, sentimiento de esperanza y constante reinvención en los finales de los partidos.

El Atlas inspira en sus aficionados un deseo permanente a anhelar el último minuto. Es una manera distinta de ver el futbol: no se habla de mediocridad, incluso es de lo último que habla un atlista que vive en la constante reinvención de un campeonato. La filosofía del atlista se construye en la esperanza permanente.

Algunos insultan a los atlistas, llamándolos soñadores, pero si lo son, su filosofía está cimentada en el sueño; no hay atlista que no se imagine la locura que significaría que el Atlas sea campeón. Porque el Atlas solo ha sido campeón una vez y ha estado en una final en los últimos 18 años el mismo número de veces.

En contexto, la visión del futbol de un atlista es como a los que les gusta la poesía: hay quienes prefieren un estilo de poesía que a otros les parece tremendamente absurdo. Hay quienes prefieren un género de música que a otros les parece digno de la clase baja. Los atlistas son gustosos de un futbol ofensivo, de un equipo construido desde la cantera, de jóvenes irreverentes que desafíen a los defensas, de las sufridas victorias, los empates que saben a triunfo y las derrotas que nos aterrizan al lugar perdedor que la historia nos colocó.

No hay absolutos en los atlistas: esta filosofía se compone de esos empates, esas victorias y esas derrotas, cada una de las tres las digiere y las coloca en la repisa de su sentimiento. Decidir por ese estilo de ver y sufrir el futbol es de las cosas más racionales que he decidido en la vida.

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