Pensar con el útero

Es realmente vergonzosa nuestra conducta, vergonzosa y miserable. Hemos llevado a un nivel de violencia estúpido e irracional nuestro trato hacia las mujeres. Escribo lo anterior bajo la más severa autocrítica, y por supuesto, con la justa crítica que merecen nuestras actitudes nacionales. Somos una sociedad de puercos: acosadores, violadores y violentos.

Leo las últimas declaraciones de Andrea Noel –la periodista extranjera que fue víctima de acoso de una forma humillante y denigrante— a la prensa mexicana, y comprendo que todos los hombres tenemos un grado de culpabilidad. Es necesario que reconozcamos esto y que lo señalemos. Sólo así podremos cambiar nuestras conductas nocivas. Noel logró identificar a su agresor gracias a las redes sociales: era un “hijo de familia”. Igual que los sociópatas integrantes de Los Porkys. Igual que gran parte de los hombres de esta sociedad mexicana, en donde la familia es un cenáculo regido por una madre abnegada y machista, y un padre totalitario (y también machista). Así las cosas. Noel sentencia: “Le quiero dar la oportunidad de pedir una disculpa, de ponerlo en la esfera pública que le sirva un poco para entender que lo que hizo estuvo mal”. Y agrega: “Que reconozca como hombre lo que hizo, me daría mucha felicidad que diga: ‘Acepto lo que hice y admito que está mal’, ese cambio de pensamiento me daría gusto porque significaría que aunque fuera este individuo, dejaría el mensaje de que esto no se hace, no se golpea, no se abusa de la gente”. Y esto va para todos nosotros (hombres).

Los artículos que publico semanalmente en Terceravía están centrados en la literatura y este no será la excepción. Comencé con la autocrítica anterior porque el pasado martes 12 de abril asistí a una mesa de debate y discusión titulada “Trascendencia y actualidad de la poesía escrita por mujeres”, en donde participaban tres poetas: Leticia Luna, María Vázquez Valdés y Mónica Mansour. No fue una mesa de “feminazis”, aclaro por si se levantan las suspicacias.

Mansour expresó con claridad un hecho importantísimo: los hombres y las mujeres no pensamos igual, ni tenemos la misma sensibilidad, ni aprehendemos de la misma forma el mundo, hay que dejarlo claro. “La mujeres pensamos con el útero… y con el corazón, con los riñones, con el cerebro y con el alma”, expresó la poeta. Parece una obviedad pero no lo es, en México (como en otras partes de latinoamerica) nos han impuesto la idea de que todos —¡sobre todo las mujeres!— debemos pensar con el falo.

Hace algunos años yo realicé el ejercicio de ponerme a pensar la literatura, y por supuesto el mundo, desde el útero. Emprendí la fundación, junto a cuatro compañeras, de una revista literaria que se llamó Hysterias:Una revista uterada. La publicación era bimestral y duró casi dos años: salieron 7 ejemplares. Si usted busca en google, podrá encontrar los números y leerlos.

Este viaje me transformó, efectivamente intenté pensar con el útero. Es bastante difícil hacerlo, porque los roles sexuales se ciñen a nuestro espíritu como una camisa de fuerza. Lo más honesto sería decir, que desde aquel viaje hasta ahora, sigo intentando pensar con el útero. Creo firmemente que ya es necesario que dejemos de pensar con el falo –y con los huevos— y comencemos a pensar con el útero.

Posdata: 

Quiero invitarlos a la siguiente mesa de debate y discusión del ciclo Crítica y Pensamiento sobre la poesía y la narrativa en México, cuyo tema será “Narrativa Mexicana Contemporánea: vasos comunicantes entre la tradición y la vanguardia” con la participación de René Avilés Fabila, Armando Alanís y Adam Ramírez Serret. La cita es el martes 19 de abril las 7 pm en Casa del Poeta Ramón López Velarde.

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