Trump amenaza a Elon Musk con deportación y retiro de subsidios por oponerse a reforma fiscal

Lo que comenzó como una alianza entre dos de los personajes más poderosos e impredecibles del escenario estadounidense —Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, y Elon Musk, el empresario más rico del mundo— se ha convertido en un enfrentamiento frontal que amenaza con arrastrar miles de millones de dólares, un proyecto de ley emblemático y hasta la estabilidad bursátil de Tesla.
Después de haber compartido ideas, escenarios y hasta cargos dentro del gobierno (Musk dirigió el ahora polémico Departamento de Eficiencia Gubernamental, DOGE), el magnate sudafricano-estadounidense decidió romper la tregua. En una maratón de publicaciones en su red social X, Musk tachó el megaproyecto fiscal de Trump como un “gasto descabellado” que traiciona las promesas de austeridad hechas por los legisladores republicanos. En respuesta, Trump no se limitó a ignorarlo. Amenazó con retirarle subsidios gubernamentales y deslizó públicamente la posibilidad de deportarlo, a pesar de que Musk tiene ciudadanía estadounidense: “Lo miraré”, dijo a la prensa, provocando una cascada de reacciones en medios y mercados.
Una ley que divide y cuesta caro
El “Gran y Hermoso Proyecto de Ley” promovido por Trump no solo ha dividido al Congreso, también fracturó su relación con uno de sus mayores donantes. Musk, quien aportó más de 275 millones de dólares a campañas republicanas en 2024, se ha convertido en uno de los críticos más duros del plan. Según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso, la legislación agregaría entre 2.4 y 3.3 billones de dólares al déficit en los próximos diez años. Para Musk, esa cifra es intolerable. “Lo único que pido es que no llevemos a Estados Unidos a la quiebra”, escribió.
La Casa Blanca ha defendido el plan como una vía para “liberar el crecimiento económico” mientras se reduce el déficit, pero para Musk, la contradicción es evidente. Su respuesta fue visceral: lanzó una amenaza directa a los congresistas que votaron a favor de la ley y prometió financiar campañas para derrotarlos en las primarias de 2026. Incluso propuso formar un nuevo partido político, el “American Party”, con una línea populista que, irónicamente, recuerda el estilo disruptivo de Trump.
Tesla paga el precio del conflicto
El mercado no tardó en castigar la pelea. Las acciones de Tesla cayeron casi un 5 % al día siguiente del estallido mediático, perdiendo parte de su valor en un momento en que el resto del mercado alcanzaba máximos históricos. Inversionistas y analistas temen que la amenaza presidencial de cancelar contratos y subsidios se concrete. JPMorgan estima que la pérdida de beneficios fiscales y regulatorios podría costarle a Tesla entre 3,000 y 4,000 millones de dólares anuales.
Dan Ives, de Wedbush Securities, lo sintetizó con claridad: “Esta situación de BFF se ha convertido en un culebrón que sigue pesando sobre las acciones de Tesla”. La relación amor-odio entre Trump y Musk ya no es una anécdota política; es un factor que incide en los portafolios financieros de medio mundo.
¿Y DOGE? El “monstruo” que podría devorar a su creador
Uno de los momentos más surrealistas del enfrentamiento fue cuando Trump amenazó con usar el DOGE —el órgano gubernamental que Musk dirigió— para investigar y desmantelar los beneficios que el propio Musk ayudó a crear. “DOGE es el monstruo que podría tener que volver a comerse a Elon”, dijo el presidente. Aunque parezca un chiste sacado de Rick and Morty, esta declaración condensa el nivel de ironía y contradicción con el que se maneja la política pública en la era Trump.
Más allá de los memes, el DOGE podría ser utilizado como herramienta para revisar los contratos millonarios que empresas como SpaceX, Neuralink o X mantienen con el gobierno federal. Aunque Tesla no depende tanto de estos acuerdos como SpaceX, su modelo de negocio sí se apoya en créditos fiscales por hasta 7,500 dólares por vehículo vendido, así como en la venta de créditos regulatorios a otras compañías, mercado que podría desaparecer si Trump elimina las regulaciones climáticas estatales.
¿Qué sigue?
Musk ha prometido represalias políticas y reducción de financiamiento a candidatos que respalden la ley. Trump, por su parte, ha dejado abierta la puerta para un castigo más amplio y personal. “Podría perder mucho más que eso”, repite con ambigüedad. La amenaza de deportación, aunque legalmente inviable, sirve como símbolo del tipo de política que se está practicando: una donde los aliados se vuelven enemigos, las decisiones económicas se toman en redes sociales, y las consecuencias se sienten primero en Wall Street antes que en Washington.