Satélite muerto resucita: Relay 2 sorprende tras 58 años con poderosa señal de radio desde el espacio

El 13 de junio de 2024, un estallido de radiofrecuencia tan breve como intenso sorprendió a la comunidad científica. Captado por el radiotelescopio ASKAP en Australia, el pulso duró menos de 30 nanosegundos, pero fue tan potente que eclipsó el cielo entero durante ese instante. Inicialmente, los astrónomos pensaron haber hallado un nuevo púlsar o algún fenómeno astronómico exótico. Lo que encontraron fue más inquietante: la señal no venía de una galaxia lejana, sino de un viejo conocido abandonado en órbita desde hace casi 60 años.

Se trataba del Relay 2, un satélite experimental de comunicaciones lanzado por la NASA en 1964 y oficialmente “muerto” desde 1967. Según el equipo de la Universidad de Curtin, liderado por Clancy James, este pulso de radio fue tan potente que los telescopios no pudieron enfocarlo, como una cámara que intenta captar algo demasiado cercano: la señal se originó a apenas 4500 km de la Tierra.

El evento, documentado en The Astrophysical Journal y en el repositorio arXiv, obligó a los científicos a revisar una lección básica: no todo lo que brilla viene de las estrellas. En este caso, el destello electromagnético podría haber sido causado por una descarga electrostática acumulada tras décadas de exposición al entorno espacial, o por el impacto de un micrometeorito que generó una nube de plasma alrededor del satélite. Ambas explicaciones, aunque plausibles, siguen siendo difíciles de comprobar sin evidencia directa.

Este fenómeno ha prendido las alertas sobre los efectos no contemplados de la basura espacial. Como explicó la astrofísica Karen Aplin a New Scientist, satélites pequeños y baratos, sin suficiente protección contra descargas electrostáticas, podrían ser vulnerables a estos eventos, que también generan interferencias que complican la observación de fenómenos astronómicos reales. La señal del Relay 2 no fue un mensaje, sino una advertencia accidental sobre los límites del control humano en órbita.

Lejos de la narrativa del “satélite zombi” que resucita, Relay 2 no volvió a la vida, pero sí cobró una última relevancia. Su estallido no solo desconcertó a los astrónomos, sino que también reveló un nuevo frente para la ciencia espacial: la detección de fenómenos eléctricos en objetos inactivos. Mientras el cielo se llena de tecnología en desuso, distinguir entre una señal cósmica y el eco de nuestros propios artefactos será un desafío cada vez más urgente.

La historia del Relay 2 no es la de un regreso heroico, sino la del eco inesperado de una tecnología olvidada que, por un instante, volvió a gritar en medio del silencio orbital.

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