Pemex pierde 43 mil millones de pesos en primer trimestre de 2025 y aumenta su deuda

En el mundo paralelo de los informes financieros institucionales, perder más de 43 mil millones de pesos puede ser considerado un “avance”. Al menos así lo plantea Petróleos Mexicanos (Pemex) en su reporte del primer trimestre de 2025, en el que la petrolera más endeudada del mundo reconoce un nuevo descalabro económico, pero lo matiza con lenguaje técnico y eufemismos financieros.
Pemex reportó pérdidas netas por 43,329 millones de pesos, atribuibles a una combinación de caída en ventas (2.5 %), volatilidad cambiaria (15 mil millones de pesos en pérdidas por tipo de cambio), e incrementos generalizados en gastos administrativos, financieros y fiscales. Es decir: se gasta más, se vende menos y el peso se mueve como DJ en festival, pero aún así la petrolera presume “disciplina en el ejercicio del gasto”.
Y aunque estas pérdidas contrastan duramente con los 4,682 millones de pesos de ganancias del mismo trimestre en 2024, Pemex prefiere destacar que su EBITDA (una medida que excluye gastos financieros, impuestos y otros elementos que sí existen en la vida real) mejoró al pasar de un margen de 22.8 % a 31.4 %. Un logro digno de maroma contable.
Sin embargo, los resultados positivos del EBITDA se diluyen al comparar los datos duros: la producción de crudo cayó 11.3 % respecto al año anterior, y la de gas natural bajó un 7.7 %. La generación de gasolina, diésel y turbosina apenas alcanzó los 518 mil barriles diarios. En otras palabras, se produce menos, se exporta menos (bajaron 7.6 %), pero el optimismo de la narrativa institucional no se detiene.
En cuanto a la deuda financiera neta, esta subió 0.4 % para ubicarse en 93,363 millones de dólares, consolidando a Pemex como un “orgullo nacional” también en pasivos. Cabe recordar que en 2024 la empresa ya acumulaba pérdidas por más de 620 mil millones de pesos, y ahora, en 2025, empieza el año igual que lo terminó: en rojo.
Mientras tanto, Pemex asegura estar avanzando en el pago a proveedores, con un promedio mensual de 50 mil millones de pesos. Y aunque eso suena bien en apariencia, no compensa la ausencia de resultados estructurales en producción ni la falta de rentabilidad.
Todo esto ocurre bajo la administración de Víctor Rodríguez, director general de Pemex, quien ha anunciado inversiones por 1.85 billones de pesos para exploración, producción y petroquímica, con el respaldo de la presidencia de Claudia Sheinbaum. Una promesa que suena más a gesto de fe que a plan técnico, en un entorno donde la propia empresa necesita financiamiento privado para mantenerse a flote.
En este mismo sentido, BBVA México aumentó 35 % su línea de crédito hacia Pemex y CFE, destacando que dichas operaciones están basadas en análisis de solvencia. Traducido: Pemex aún puede seguir pidiendo prestado, porque el sistema financiero considera que es preferible mantenerla viva que dejarla caer. Porque si Pemex cae, no cae sola.
A esto se suma el reciente cambio en su naturaleza jurídica a “Empresa Pública del Estado” —una etiqueta más amigable— con una nueva legislación que abre la puerta a desarrollos mixtos, es decir, participación privada en áreas donde la estatal ya no se da abasto sola. Una decisión que, en otra época, habría encendido alarmas ideológicas, pero que hoy se presenta como modernización… porque “autosuficiencia” también puede significar aliarse con el capital privado.
En resumen: Pemex pierde, se endeuda, reduce producción y aún así presume logros contables, compromisos de inversión y nuevo marco legal. En un país donde lo público se sostiene con promesas y préstamos, la narrativa empresarial de la petrolera parece más preocupada por el control del discurso que por el control de las finanzas. Y aun así, desde Palacio Nacional —y ahora desde la oficina de Sheinbaum— todo marcha según lo planeado.