La polémica de Rachel Zegler y Blancanieves: todo lo que Disney no quiere que sepas

Tras el estreno del live action de Blancanieves, un clásico de Disney, el resultado en taquilla no fue el ideal esperado. No: fue peor de lo que pensaban. Pero los productores, los medios de comunicación y las críticas en redes sociales han apuntado a la actriz Rachel Zegler como la responsable de este fracaso. Sí, el fracaso de Blancanieves aparentemente no se debe a las decisiones tomadas por los comités directivos, o por los equipos creativos, ni se debe a las prácticas de la empresa y plataforma multimillonaria Disney, sino a las acciones individuales, postura política y percepción pública de una actriz racializada de 23 años. OK, te explicamos qué está pasando en la esfera pública de Hollywood.

Pero antes… ¿qué fue lo que realmente salió mal con Blancanieves?

1. El casting

Desde 2022, Disney nos dio la noticia de que Rachel Zegler protagonizaría Blancanieves y Gal Gadot interpretaría a la reina malvada. Y definitivamente este dúo fue una sorpresa para todxs. Por un lado, la actriz Gal Gadot, quien cabe mencionar que es israelí, ya estaba ganando cariño desde que interpretó a una moderna Wonder Woman. Pero por otra parte, Rachel Zegler no emocionó tanto. A pesar de haber ganado previamente un Globo de Oro por West Side Story de Steven Spielberg y por haber protagonizado la aclamada The Hunger Games: The Ballad of Songbirds & Snakes, la audiencia cuestionaba la decisión: que si era poco conocida para un rol protagónico, que si sus raíces colombianas no la hacían adecuada para interpretar a un personaje de “tez blanca” (sí, sabemos que es una caricatura, pero al parecer mucha audiencia no lo sabe), que si es demasiado problemática para su propio bien, blablablá. En pocas palabras: racismo y misoginia.

2. Problemas dentro y fuera del set

En 2023, ya en pleno rodaje de Blancanieves, se les atravesó la huelga de actores que tuvo lugar durante poco más de cuatro meses, provocando que todas las producciones de ese año se detuvieran. A esto añádele que hubo un incendio en el set de grabación, aunque afortunadamente no hubo heridos. Pero este tipo de complicaciones le costó a Blancanieves un aumento de presupuesto que no terminan de recuperar. Para que te des una idea, la película costó entre 270 y 350 millones de dólares… y se estrenó recaudando 87 millones de dólares a nivel mundial. Ouch.

3. Las posturas políticas: el apoyo de Rachel Zegler hacia Palestina vs la protección de su co-protagonista isarelí, Gal Gadot

Pero los problemas no acabaron ahí, porque según Variety, un ejecutivo de Disney planteó sus preocupaciones tras las declaraciones de Zegler durante la campaña de promoción, en donde, por medio de sus redes sociales, agregó la siguiente línea: “y recuerden siempre, Palestina libre”. Un simple post provocó que el productor de la película, Marc Platt, volara directamente a Nueva York para hablar con ella y convencerla de eliminar tal publicación, cosa que la actriz negó hacer.

Y, bueno, dirás: ¿qué tiene que ver un tuit con el fracaso de una película? Pues es ahí exactamente donde empezaron los señalamientos. Disney insiste en que, a partir de este suceso, la coprotagonista Gal Gadot empezó a recibir amenazas de muerte. Pero vamos por partes. Primero, Zegler no es la única que ha expresado su postura política en redes sociales, pues la misma Gal Gadot, quien sirvió en las Fuerzas de Defensa de Israel, ha denunciado a todo aquel que no comparte su ideología proisraelí. Segundo, el mismo medio Variety menciona que supuestamente Disney tuvo que pagar seguridad adicional para Gadot como respuesta a dichas amenazas, pero convenientemente olvidan los discursos de odio que estuvieron (y siguen) circulando hacia Rachel Zegler, así como un suceso en que un grupo de personas la acosaron tras ubicar su departamento. Y por si tenías la duda: no, a ella nunca le otorgaron seguridad adicional.

La misma historia de siempre: a Rachel Zegler se le aplica un doble estándar

Por más que quisiéramos decir que nos sorprende, no es la primera vez que vemos este fenómeno suceder. Cuando Halle Bailey fue anunciada como La Sirenita, se convirtió en el foco de atención por meses, evidenciando el racismo y la misoginia de muchos espectadores. Y vamos, su estreno no fue un rotundo fracaso, pero recaudó una cifra baja en comparación con otros remakes de Disney, como La Bella y la Bestia con Emma Watson. La gran diferencia con esos otros estrenos live action es que fueron encabezados por mujeres blancas. ¿Y esto por qué importa?

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Pues pongámoslo de esta manera: la misma Emma Watson, al momento de promocionar su película, dio declaraciones donde resaltaba la importancia de reescribir estas historias, en donde la protagonista merece su propia autonomía y ser un ejemplo para las generaciones más jóvenes. Lo mismo hizo Lily James cuando interpretó a Cenicienta, elogiando esta nueva versión de la historia y celebrando que su personaje no se desarrolla en torno a un príncipe. Ambas actrices fueron alabadas por estas opiniones, pero cuando Rachel Zegler se atrevió a decir que la película original de Blancanieves es anticuada y no responde a las necesidades actuales, no la bajaron de problemática, malagradecida o molesta.

La editora ejecutiva de Cine y Medios de Variety, Tatiana Siegel, ha sido una de las responsables de la revictimización de Rachel Zegler en los medios, señalando que Disney ya estaba harto de las acciones individuales de la actriz, como mostrar solidaridad con Palestina, denunciar la hostilidad del entonces presidente Donald Trump, o por la controversia de 2022, cuando Zegler reveló no haber sido invitada a los Oscar pese a protagonizar la nominada West Side Story. Todo mientras justifica a Gal Gadot porque ella sí “se limitó a hacer comentarios sobre Hamás y no mezcló ese mensaje con la promoción de la película”. Este doble estándar es muy común entre artistas latinxs y racializadxs, como sucedió con la actriz mexicana Melissa Barrera, despedida de la saga Scream debido a su apoyo público hacia Palestina en redes sociales. Ah, la incongruencia.

La verdad: Rachel Zegler no tiene (toda) la culpa del fracaso de Blancanieves

Sea o no controversial la actitud de Rachel Zegler en redes sociales, la realidad es que no tiene nada que ver con la recepción de Blancanieves. Al público en general no solo no le interesa lo que opine sobre Palestina, sino que ni siquiera tiene idea de que esa supuesta controversia está sucediendo.

Incluso en medio del escándalo, figuras públicas han salido a respaldar públicamente a Rachel Zegler. Tal es el caso de Diego Calva, Melissa Barrera y Pedro Pascal, quienes han utilizado sus plataformas para expresar su apoyo y evidenciar los ataques que ha recibido. Por su parte, Rachel no ha dejado de mostrarse firme y auténtica. Continúa trabajando, asistiendo a eventos y dejando claro que, más allá de lo mediático, sigue siendo una persona talentosa, carismática y comprometida con su carrera. Y esto es lo que necesitamos: una postura clara frente a la narrativa que ha intentado convertirla en chivo expiatorio del fracaso de Blancanieves.

La cruda verdad: tal vez el mundo no necesita más remakes de Disney

Es claro que Disney busca irse por una alternativa: la reinterpretación de historias para ajustarlas a las problemáticas y necesidades actuales. Pero la realidad es que está fallando miserablemente. Si Disney va a lanzar producciones que promueven la diversidad, la representación y el empoderamiento, tiene que empezar a hacerlo de una manera digna, respetuosa y congruente. Porque lanzar un remake de una película de hace casi un siglo, poner al frente a una actriz racializada y luego responsabilizarla de su fracaso en taquilla no es el avance progresista que Disney pretende mostrar.

El problema no son las posturas políticas de su protagonista, aunque Disney insista en que sea así. Tampoco se trata de reapropiarse de sus narrativas viejas con discursos nuevos. El verdadero problema radica en que Disney está atrapado entre dos caras de la moneda.

Por un lado, intenta encajar y adaptarse a la cultura woke, pero por otro, teme incomodar a la audiencia más conservadora. Y en esa misma línea, se refugia en sus clásicos, va por la “vía segura”, mientras pone a mujeres racializadas al frente sin ofrecerles protección ni reparación de daños.

En lugar de voltear a ver a sus actrices, Disney debería empezar a ver cómo opera desde adentro: desde la toma de decisiones creativas, la falta de autocrítica frente a las reacciones negativas, el presupuesto inflado y mal gestionado, hasta la formación de un público que ya está acostumbrado a esperar tan solo unos meses para ver una película nueva en su plataforma Disney+, con tal de evitar pagar una exagerada cantidad de dinero en una salida al cine.

¿Será que Disney empezó a cavar su propia tumba sin darse cuenta?

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