El fin del populismo mediático    

Estamos al borde de un final, por más que se pretenda continuidad: el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, terminará su mandato dentro de un par de meses, y con él se acabará un tipo de relación entre la prensa y el poder en México que no puede ser replicado por Claudia Sheinbaum, por más que ella anunció que “habrá información diaria” y que eso haya dado pauta a pensar en la continuidad de “Las mañaneras”, que fueron tan efectivas para AMLO.

Para entender el asunto hay que decir que el modelo de comunicación de AMLO es más amplio que las “Mañaneras”. El actual presidente de hecho estableció una estrategia que llamo “populismo mediático”, que tiene por lo menos tres componentes: a) un líder carismático que utiliza una estrategia de división del espacio de la discusión pública en dos polos, donde hay amigos y enemigos, sin reconocer matices o complejidades; b) el uso de herramientas “iliberales” de control de la prensa desde presidencia; c) las “Mañaneras” como el espacio concreto donde AMLO propone su agenda y gestiona los vaivenes de la opinión pública.

Utilizando este marco del populismo mediático consideremos lo siguiente: respecto al primer punto, no puede haber continuidad, pues el tipo de liderazgo carismático de AMLO es inimitable por su sucesora; por otro lado, ha sido común que se acuse al presidente de atacar a la prensa, pero de hecho es algo más amplio que eso: su estrategia de dividir el campo de los medios en amigo-enemigo, por lo que el presidente no solo critica a quienes define como su oposición, sino que además defiende, alaba, promociona y realiza reuniones en Palacio Nacional con moneros, periodistas y medios afines: ataca a unos mientras mima a otros. Por tanto, su relación con la prensa es más “complicada” de lo que se suele considerar, y eso no es algo menor, como veremos a continuación.

Respecto a las herramientas “iliberales” de control de la prensa, es la forma en que el Instituto Reuters refiere en sus informes al conjunto de capacidades con que distintos presidentes en el mundo buscan transformar un ecosistema mediático, lo que implica desde presiones fiscales y procedimientos administrativos contra opositores (como la sanción desproporcionada a la revista NEXOS), hasta financiar a medios que les favorecen (no es necesario mencionar al diario de izquierda favorito del gobierno actual, que de seguir la tendencia actual, al terminar el sexenio seguramente alcanzará los mil millones de pesos recibidos por propaganda gubernamental).

En cuanto a las “Mañaneras”, hay que recordar que existen similitudes al caso mexicano, con las 523 emisiones de “Las Sabatinas” de Rafael Correa en Ecuador, así como en las 378 transmisiones televisivas de la dominical “Aló Presidente” de Hugo Chávez en Venezuela; sin embargo, AMLO ha roto todos los récords, con más de mil Mañaneras y contando. Y este es uno de los puntos clave: considerando que cada Mañanera dura entre una hora y media y dos horas, digamos que al final de su sexenio AMLO habrá utilizado por lo menos 1750 horas a esta parte de su estrategia de comunicación. Y aquí surge una pregunta: ¿Vale la pena que un presidente en funciones dedique esa cantidad de tiempo a esta tarea, o existen otras cuestiones a las que podría avocarse en ese tiempo, delegando a alguien más esta parte de la comunicación?

Considerando lo anterior, aunque Claudia Sheinbaum pretenda hacer algo similar a “Las mañaneras”, su modelo de comunicación no puede ser el mismo que el de AMLO. Es el fin del populismo mediático…lo cual no excluye que nos encontremos al principio del establecimiento de otras modalidades de control de la prensa y de gestión de la opinión pública.

 

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