Una tormenta solar podría derribar la Internet: Científicos se acercan a un modelo predictivo

La ‘dínamo solar’ es el proceso físico que genera el campo magnético del Sol: básicamente, es un generador eléctrico natural que trabaja en el interior del Sol, produciendo corrientes eléctricas y creando un campo magnético. Pero en realidad se conoce poco sobre este fenómeno y por ahora es imposible predecir la actividad solar, su influencia y sus características.

Lo que si sabemos es que una tormenta solar podría afectar gravemente a las comunicaciones humanas ya que en los casos más extremos, las tormentas geomagnéticas solares pueden bañar la Tierra con fuertes pulsos de radiación, capaces de destruir la infraestructura de comunicaciones y electrónica que es vital en un escenario globalizado.

Al respecto, una investigadora de la Universidad de California en Irvine sostuvo en un estudio presentado en la conferencia SIGCOMM 2021 que Internet podría sucumbir frente a una tormenta solar de gran intensidad. La mayor vulnerabilidad estaría en el mar, dado que podrían verse particularmente afectados los repetidores que se emplean para reforzar las señales en largas distancias.

La científica informática Sangeetha Abdu Jyothi cree que las comunicaciones globales de Internet podrían paralizarse si se vive un evento similar al de 1859, cuando se produjo una gran eyección de masa coronal o llamarada solar que interrumpió la red telegráfica global, principal herramienta de comunicación en ese momento.

Si en un mundo en que aún no se disponía de las redes y conexiones que disfrutamos en la actualidad el impacto fue trascendente, es fácil imaginar el caos que significaría un «apocalipsis» de Internet, eje de las comunicaciones y los negocios en una sociedad globalizada. ¿Es factible un escenario de semejante complejidad?

Fuente: Agencia T21

La fragilidad de los repetidores en el fondo del mar

Según un artículo publicado en Tech Xplore, en tierra no parece haber tantos inconvenientes, ya que los cables no se extienden lo suficiente como para necesitar repetidores, por lo menos en la mayoría de los casos. Pero en las profundidades del mar las condiciones son muy diferentes: se ubican repetidores separados entre sí de 50 a 150 kilómetros, dependiendo de las características de la red.

Los repetidores son dispositivos que amplifican la señal óptica, buscando que ningún fragmento de la información o los datos se pierda en el tránsito entre un punto y otro. Aunque el cable de fibra óptica no es directamente vulnerable a los eventos geomagnéticos, los componentes electrónicos internos de los repetidores sí lo son. Una sucesión de fallos en los repetidores inutilizarían un cable submarino completo.

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Si se produjera una gran tormenta solar, los repetidores quedarían inutilizados y las comunicaciones mediante Internet serían imposibles. El corte podría llevar semanas o meses, dependiendo de la rapidez con la cual puedan reemplazarse los equipos averiados y de acuerdo a la zona en la que habría que sustituirlos.

Otra comunicación

Mientras tanto, el mundo volvería a las condiciones existentes antes de la irrupción de las tecnologías digitales, y sería necesario «reinventar» las comunicaciones internacionales hasta tanto se solucione el problema. Además de los inconvenientes prácticos y en la estructura económica, el problema podría ser también psicosocial: nos hemos acostumbrado tanto a la comunicación instantánea y permanente sin limitaciones espaciales, que probablemente muchas personas sentirían un «vacío» que podría afectarles en su estabilidad emocional.

Las probabilidades de que una tormenta solar extrema impacte en la Tierra en algún momento durante la próxima década oscilan entre el 1,6 y el 12%, de acuerdo a las últimas estimaciones científicas. En el nuevo estudio, la especialista sostuvo que el gran problema es que la infraestructura no está preparada para un evento solar a gran escala. Para la científica informática, disponemos de un conocimiento muy limitado sobre el alcance del daño.

Las tormentas solares muy intensas no ocurren con frecuencia, pero las eyecciones de masa coronal son una amenaza real para la resistencia de Internet. Teniendo en cuenta que se han vivido tres décadas de baja actividad en cuanto a evento solares de este tipo, los investigadores señalan que la probabilidad de un incidente similar al de 1859 está aumentando.

Nuevas pistas para lograr la predicción

Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Sydney, en Australia, y que contó con la participación de especialistas estadounidenses, podría proporcionar un marco teórico sólido para ayudar a mejorar nuestra comprensión de la dínamo magnética interna del Sol, que ayuda a impulsar el clima espacial cercano a la Tierra.

El eje del descubrimiento es la identificación de nuevos parámetros de rotación rápida que influyen en la dinámica magnética del Sol: si fuera posible contabilizar adecuadamente estos parámetros de rotación, el nuevo modelo de los investigadores se ajustaría a los datos extraídos de observaciones y podría mejorar drásticamente nuestra comprensión del comportamiento electromagnético solar.

Uno de los grandes misterios en torno al Sol es el denominado «enigma convectivo». Se ha indicado que una de las regiones solares es la zona de convección: se trata de un océano de 200.000 kilómetros de profundidad compuesto por un plasma fluido turbulento y con temperaturas abismales, que ocupa el 30 por ciento del diámetro de la estrella en su cara exterior.

Las teorías en vigencia sostienen que los remolinos y tormentas más grandes ocupan la zona de convección, en forma de áreas circulares gigantes. Sin embargo, estos sectores nunca se han encontrado ni identificado con precisión, quedando en el universo teórico. Esta gran incógnita es la materia principal del mencionado «enigma convectivo».

El nuevo estudio aporta una posible respuesta a este gran misterio. De acuerdo a los científicos, la zona de convección no se divide en áreas circulares, sino en altas columnas giratorias similares a un cigarro, con una magnitud de alrededor de 30.000 kilómetros de diámetro. El cambio de forma se origina en una influencia mucho más fuerte de la rotación del Sol, que tendría un impacto mucho mayor de lo pensado anteriormente.


Teniendo en cuenta que una rotación más intensa puede controlar y cambiar por completo la dínamo solar, los expertos sostienen que si fuera posible descubrir su funcionamiento al detalle estaríamos más cerca de entender los fenómenos que originan las tormentas geomagnéticas y poder predecirlos.

Con información de ACM Digital Library, PNAS, Universidad de Sidney y Agencia T21 | Comentarios y edición del Colectivo Alterius

 


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