Dos tipos de artistas: La lección de grandeza que Javier Marín da al pintor del cuadro de Madero de la CNDH

En 2020 (es más, desde nunca) es válido decir el argumento de es que esas no son formas. No cuando se está protestando con el coraje que sólo puede sentirse cuando un ser querido (o tu mismo) fue secuestrado, violado o asesinado, y encima de eso con respuestas negligentes, incompetentes y hasta igual de violentas por parte de autoridades.

Por eso no importa un maldito retrato. Pero hay algunos que no entienden que no entienden.

Tenemos a Jomanu Art, un artista que -sin ser cínicos en Tercera Vía- tiene su punto más alto de reconocimiento con la intervención casi anónima del retrato que realizó de Francisco I. Madero en la sede de la CNDH. El hombre, en lugar de quedarse callado o apoyar la causa, decidió portarse tipo un septuagenario sin sensibilidad de género y aplicar un vamos machito di lo tuyo. 

Cumple varias de las convenciones del vamos machito en estos casos:

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  • Compara peras con manzana, y deja en el aire su duda “inocente” sobre sí las protestas en equis o ye forma, resuelven el problema de fondo. Que no, pero sirven para visibilizarlo y en este caso: ellas están hartas y les hemos fallado.
  • Usa el peor de los sarcarmos.
  • Tiene un “pero”. Y pésimamente aplicado: dice que vandalizar su cuadro es vandalizar la historia, no sin antes ponerlo en un segundo lugar en escala a “la vida”.

Durante la gestión fue cuando se gastó en la obra de Jomanu, como el cuadro en honor a un jurista (Héctor Fix Zamudio, que hace unos días cumplió 96 años) por el que le pagaron 82 mil pesos:

Poco después, reculó de su reacción inicial, la cuál no había sido muy diferente a la del presidente.

Algunos pueden opinar que es una reacción visceral de un artista, o al menos alguien cobra con esa etiqueta, pero el escultor Javier Marín (con más reconocimiento crítico, trayectoria y reconocimiento popular) hace meses dio una lección de grandeza:

“Ojalá así se quedara”.

Sí se puede, vatos.


Posdata

 


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