Iñigo Álvarez: disputar la política desde la sociedad civil

Iñigo Álvarez Ibargüengoitia es un conocido activista leonés que, tras un largo proceso de trabajo con la sociedad civil, hoy compite electoralmente por una diputación local en el distrito VII de la ciudad de León por Movimiento Ciudadano. Desde 2012 ha tenido una intensa actividad política como vocero de #YoSoy132, cooperativista y agente de cambio en un estado que a últimas fechas se encuentra comprometido en una espiral de violencia, precariedad económica para los jóvenes y graves problemas de contaminación.

 

¿Cómo te vinculaste al activismo y en qué momento decidiste apostar por la vía electoral?

Siempre me interesó mucho la incidencia, aunque fue en 2012 que comencé a trabajar de manera sostenida. Primero en la emergencia de los jóvenes de #YoSoy132, donde participé de manera muy activa, y luego en un grupo conocido como “Trabajadores Solidarios con el Medio Ambiente”, que está vinculado a pepenadores.

En ese espacio algunos querían un proceso más serio, con más beneficios. Así comenzamos a formular ideas y a planear procesos, y de ahí salió una cooperativa. Fue muy interesante. Hasta me mudé con los compañeros de la pepena, que me veían cargando barcinas, separando la basura y los materiales revalorizables, conviviendo con todos, por lo que al final fueron ellos quienes me animaron a dar el paso de esos espacios de incidencia hacia otra clase de responsabilidades públicas.

Pero para que me decidiera también existen otros antecedentes. En el 2015 yo estaba en el activismo y me invitaron a un partido. La primera vez no acepté. Luego, ponderando su propuesta, les pedí que me dejaran de relleno, en el último lugar: me pusieron de séptimo regidor, lo que acepté con la condición de no tener que afiliarme, porque quería seguir trabajando desde sociedad civil.

 

¿Cómo es la experiencia de hacer política -en cualquiera de sus formas- desde una ciudad como León, que es tan importante industrialemente y a la vez tan políticamente conservadora?

Los jóvenes difícilmente tenemos trabajos bien remunerados que nos permitan ejercer el derecho a construir una familia
León es mi ciudad, pero admito que aquí y en todo el estado se reproducen lógicas muy jerárquicas; hay que reconocer que cuando logramos romper con ellas, dábamos bandazos. No había un proceso gradual de cambio. Creo que a lo largo de estos años hemos ido aprendiendo a mediar intereses y hemos madurado todos. Por mi parte, además, me dediqué a escribir en un portal digital local, que se llama Zona Franca, con el ánimo de que eso ayudara a desbloquear diversas problemáticas.

Y es que León tiene muchos problemas. A mi me duele mucho la violencia que se ha desatado: se volvió común ver noticias de ejecuciones. Por otro lado, la economía local está por los suelos, está destrozada: los jóvenes difícilmente tenemos trabajos bien remunerados que nos permitan ejercer el derecho a construir una familia. También la contaminación es un tema central, porque la ciudad está creciendo sin planeación: el año pasado hubo 167 días con índices fuera de la norma en que no se podía respirar. Faltan muchos parques y la política municipal ha sido no conservar ni respetar creativamente el arbolado. Mi resumen es: las condiciones para el desarrollo humano están limitadas, y por eso tenemos es una lenta y gradual obstrucción del ejercicio de los derechos humanos.

 

¿Cómo puede comenzar a cambiar esa realidad?

Percibo que primero necesitamos un buen diagnóstico, porque hay mucha falta de análisis, de pensamiento crítico y dialogante. Hay que empezar por ahí. Después, asumir que hay un Estado débil, por lo que tendremos que reconstruirlo empujando desde la sociedad civil.

 

¿Es compatible el desarrollo industrial y la activación de la economía con el cuidado del medio ambiente en una ciudad como León?

Es un hecho que existen tecnologías de desarrollo con menor impacto ambiental; también estamos conscientes que la necesidad de retransformación de toda la cuestión vehícular, pero

estos son temas que no dependen sólo de un gobierno, sino también de las compañías y del mercado. Sin embargo, si la sociedad adquiere consciencia de la necesidad de otro tipo de demanda de productos medioambientales, la cosa puede cambiar: eso sería un elemento de poder para presionar a que las empresas tuvieran que modificar sus productos.

 

Con todos estos problemas…¿Cuál es tu margen de maniobra como diputado?

Este año no da para un cambio como el que queremos, porque nuestro proyecto es para el 2024. Pero estamos dando un paso necesario para construir una sociedad civil más fuerte. Además, creo que hay un buen margen de maniobra: en el contexto local tenemos oportunidades de cambiar el curso con agentes de cambio de otros espacios políticos y de otros partidos, porque en varios temas queremos lo mismo.

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