«No podemos vender la tierra, ¿tu venderías a tu madre?» La tierra de Marichuy organizada frente al despojo y la explotación

Por Heriberto Paredes

 

María de Jesús Patricio Martínez, fue recibida la noche del sábado por su comunidad, Tuxpan, estado de Jalisco. En un acto al que asistieron amistades, personas que en la comunidad la conocen y conocen su larga trayectoria de lucha, también se congregaron otro tipo de habitantes, aquellos que no habían escuchado hablar de ella, algunos no sabían que Marichuy es originaria de este municipio y que lleva prácticamente toda su vida dedicada a la sanación y a la lucha de los pueblos indígenas por una vida libre, justa y digna.

En un costado de la plaza se colocó un templete y frente a él sillas de metal, algunos grupos de jóvenes tocaron rock y abrieron el evento para atraer a más personas. En un segundo momento se presentó la «danza de los Negritos», un baile caracterizado por niñas y niños en donde se toca el violín y se agitan sonajas, se usan trajes blancos de manta y fajas y distintivos con los colores tradicionales de la comunidad: blanco, negro y rojo.

Se ubica alrededor del año 1775, el momento en el que una gran epidemia de viruela negra azotó la región donde hoy se encuentra Tuxpan y en la cual muchas personas fallecieron, según permanece esta remembranza en la memoria popular de sus habitantes de hoy. Fue a partir de este momento que el color negro se incorpora a la vestimenta  tradicional, para recordar la dualidad en la que se encuentra el ser humano, la vida y la muerte. El color rojo se asocia, en los pueblos nahuas, a la fertilidad, a la reproducción de la vida. De estos colores es la ropa tradicional que usa Marichuy cuando usa el traje de su comunidad, así estuvo vestida en este acto.

La danza de las niñas y niños estuvo a punto de perderse pero el esfuerzo de algunas familias, entre ellas la de la vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), fue clave para que volviera a presentarse. Más adelante, en el acto, hubo otras danzas de bienvenida, el acto protocolario a la usanza nahua en donde se entregaron collares de piloncillo y flores, una botija con el ponche tradicional y se presentaron las y los concejales asistentes.

Sin embargo, pese a lo festivo del evento, y la tranquilidad que se mostró en las calles de Tuxpan es importante contar un poco las razones de lucha que han llevado a la población indígena de esta comunidad a organizarse y a vincularse con el Congreso Nacional Indígena desde su formación en 1996. No ha sido fácil hacerle frente al despojo y explotación que se vive en esta región.

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Escasez de agua

«El río Tuxpan nace en la sierra del Tigre, lo que viene siendo del pueblo mágico de Mazamitla, Jalisco y cruza por Tuxpan. El problema de la contaminación del río es que está contaminado por empresas que arrojan sus desechos, estamos hablando de una empresa que se llama Cementos Tolteca, también estamos hablando del ingenio Tamazul, otra que se llama Promapesa y está otra que se llama Las Caleras y se encuentra en el municipio de Zapotiltic», comenta Osvaldo Romero, concejal del CIG y paisano de Marichuy, al comenzar una charla sobre los problemas principales que aquejan a esta población y a la región.

Osvaldo refiere también que las empresas son avisadas, de algún modo, para que en los distintos estudios de impacto ambiental no se tiren al río sus desechos y de esta manera aparezca como un río no contaminado, aunque, afirma, que se han hecho otros estudios y «efectivamente, los estudios, arrojan que el río está contaminado y una vez que se van estas personas que miden el impacto ambiental, [las empresas] otra vez vuelven a sacar los desechos».

«Antes las personas  –continúa el concejal nahua– iban al río, se bañaban, incluso se iban a lavar, hacían sus comidas, convivían en familia, pero ahorita ya no se puede hacer eso, hay anuncios de que no te puedes meter. Esta es una cosa que nosotros como comunidad, vemos que nuestras familias ya no conviven en comunidad, tantas personas que iban al río, tantas familias»

Pero la contaminación del río no es todo lo que ocurre, también existe una explotación desmedida de los mantos acuíferos a partir de dos actividades principales: la creación de pozos profundos, tanto para las empresas constructoras como para el uso particular, y la proliferación en aumento de plantaciones de aguacate.

Por ejemplo, «el ingenio Tamazula abarca varias hectáreas alrededor, al sur de Jalisco, y llegan y ponen sus pozos para extraer el agua de los mantos acuíferos y luego hace falta el agua, ya no hay agua, al grado de que son saqueados los mantos acuíferos y se empieza a acabar el agua, empieza la escasez. Estamos hablando de que hace unos 20 años en Tuxpan no pasaba nada de esto, ahorita empieza a hacer falta el agua pero porque no hay un control de los mantos acuíferos» señala Osvaldo.

«Cualquier empresa que te viene a hacer una irrigación o que te viene a sacar agua de los pozos, se hace la validez, incluso hasta en la radio dicen: ‘para hacer tu pozo profundo, para sacar el agua’; entonces no hay un control».

En el caso de las plantaciones de aguacate, la problemática es aún más visible e involucra a toda la región del sur de Jalisco, ya que se trata de empresarios aguacateros que no han podido continuar con su actividad intensiva en Michoacán y se trasladan a las regiones colindantes en busca de nuevas tierras. «Si ustedes conocen la planta del aguacate sabrán que necesita mucho agua, entonces empiezan a jalar mucha humedad y no deja nada» me precisa Osvaldo.

La intención de los empresarios aguacateros, como sucede en la región de Uruapan o como quieren que suceda en la meseta p’urhépecha, es quedarse por un tiempo indefinido. Antes de intentar comprar la tierra empiezan por la renta, saben que rentando por varios años, la venta es casi inminente: «Cuando llegan estos aguacateros llegan unas personas que se les llama corredores, son aquellos que te dicen: ‘¿cuántas hectáreas tiene? Tengo 10 hectáreas. Ok, yo te las voy a rentar pero te las voy a pagar en dólares’; te hablan en dólares para que él se sorprenda, pero pagan el equivalente a 120 mil pesos. Si te va bien con el producto mejor, dicen ‘si me rentas por 20 años te voy a dar dos plantas de trabajo’; ¿qué quiere decir dos plantas? Quiere decir que van a meter dos hijos tuyos o a dos hermanos para que estén trabajando en tu mismo terrenos y sirviéndole para ellos».

 

«Si te das una vuelta por el lado del volcán de Colima y para la zona de El Llano que comprende los municipios de Tolimán, San Gabriel, Zapotitlán de Vadillo, Tuxcacuesco, Tonaya, ahí vas a ver mucho invernadero y pegado a las faldas del volcán mucho aguacate». El negocio aguacatero continúa en expansión y en muchas ocasiones ha sido fortalecido por la participación del crimen organizado, sea por las amenazas contra los comuneros que siembran o los ejidatarios que no quieren vender, aunque el nivel de participación ha sido tal, que ha llegado hasta financiar la mejora genética de la planta para tener una mayor productividad a menor costo y menor uso del agua, según recientes investigaciones hechas en centros especializados del bajío mexicano.

A decir del propio Luis Herrera, director del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV), a quien entrevisté en agosto de 2016,  «el negocio del aguacate tiene un futuro próspero y por eso estamos trabajando en mejorar la planta, para obtener mejores resultados al menor costo». Y eso es lo que estamos viendo.


 

La esclavitud moderna

Miles de jornaleros se levantan muy temprano para asistir a sus lugares de trabajo, invernaderos de enormes proporciones que producen fresas, arándanos, frambuesas y mora azul, o tal vez tomates cherry y pimientos morones; trabajan más de diez horas y al regresar a sus casas miran la televisión hasta caer dormidos. Al comenzar el fin de semana, sus patrones les piden que cobren su sueldo en los cajeros automáticos que se encuentran al interior de los supermercados, Bodega Aurrerá o Soriana, y luego, con ese dinero hacen la compra semanal de comida y finalmente no les queda mucho. De manera automática, se les descuenta el pago por la casa en la que viven, una casa de interés social en la que caben apretados junto a sus familias.

«Vienen las empresas trasnacionales y vienen con invernaderos, al llegar al pueblo, llegan los invernaderos y te empiezan a hablar de que va a ser productivo, lo ves como trabajo aquí en el pueblo, ‘van a tener trabajo para sus hijos’, pero lo que pasa es que les tienes que rentar tu tierra y ellos mismos te vuelven a emplear», explica Osvaldo.


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Las personas que trabajan en estos invernaderos, inhalan, además, pesticidas y herbicidas, terminan por enfermarse y no tienen prestaciones médicas.

Por si lo anterior no fuera suficiente, las empresas dueñas de los invernaderos, SunnyRidge Farmas, Orti-Frut y Berries Paradise, entre otras, han implementado un mecanismo para cambiar el ciclo del agua y evitar daños a la producción, se trata de cañones antigranizo: «el cañón antigranizo, suena como si fuera un cohetón y sube hasta arriba y se expande un gas tóxico, este gas lo que hace es ahuyentar las nubes, las disuelve y el agua se va para otro lado, aquí ya no vuelve a llover, para cuidar el producto de los invernaderos, porque si llueve mucho se daña el producto de los invernaderos».

El concejal nahua, explica que estos cañones afectan completamente a las personas que aún siembran las distintas variedades locales de maíz criollo y que se han cuidado de generación en generación. Asegura que «hay personas de la comunidad que tienen trabajando con el maíz 30 o 40 años para cuidar las variedades».

«¿Qué es lo que hace el gobierno municipal, el gobierno estatal?» se pregunta Osvaldo, un hombre formado en el campo y que conoce muy bien los detalles de la explotación que se vive en Tuxpan y en la región. «Hacen un programa de desarrollo urbano, donde le dicen al campesino: ‘aquí en el municipio se van a entregar 300 casas’; se las van a dar a la gente, una casita chiquita donde das un paso y está el baño, te das otro paso y está el cuarto de la cocina, están muy chiquitas y se las vas a pagar en plazos, durante mucho tiempo. La finalidad es que la gente no migre a los Estados Unidos o migre a otras partes, para que los trabajadores no se vayan y estén empleados en una empresa trasnacional, para que no se vayan y estén aquí como mano de obra barata».

«Aquí en Tuxpan vinieron empresas como Bodega Aurrerá o Soriana y mucha gente dice ‘vamos a tener Soriana, vamos a tener Bodega Aurrerá, muy bien’, pero nosotros lo vemos como si fuera la tienda del hacendado, porque todos los trabajadores, qué hicieron ahorita, lo acabamos de ver: si vas a Bodega o Soriana, vas a ver un cajero donde va el trabajador a cobrar su salario y luego compra en estas tiendas, es un círculo, una tienda de raya».

Para Osvaldo está muy claro, tal y como lo expresó en el acto junto a Marichuy: «esto es lo que ha venido ocasionando el despojo, la esclavitud y la resistencia de un pueblo. Debemos de cuidar las tierras, nuestra Madre Tierra, si no tenemos a la tierra no va a haber tradición, ni danzas ni lo demás, no somos nada si no tenemos tierras. No podemos vender la tierra, ¿tu venderías a tu madre?».

Marichuy en su tierra

La participación de la vocera del CIG retomó algo central: la historia del Congreso Nacional Indígena y el surgimiento de la propuesta de tener un gobierno indígena que surgiera de las diferentes luchas en las que está sostenida la organización indígena. Con la paciencia de una educadora, Marichuy hizo un recorrido por los primeros años del CNI y luego abordó la discusión de cara a la necesidad de fortalecer las distintas luchas a lo largo del país, sobre todo analizando las problemáticas que no dejan de aparecer en cada comunidad y en cada rincón del país.

«Es una propuesta que surge desde los pueblos para todo México, y yo creo que también para todo el mundo, porque el día que desaparezcan las comunidades con sus aguas, sus bosques, sus tierras, va a desaparecer la humanidad también. Y ya lo estamos viendo aquí, la modificación del ciclo del agua, que vemos que está la nube, ya va a llover y al ratito, por arte de magia, se desaparece y ya no llueve. Y ha modificado, algunos campesinos han dicho, ‘es que ya no sabemos si sembramos, porque ya no sabemos si va a llover o no’, ¿verdad? Porque dicen ‘luego perdemos’. Entonces todo eso está amañado ¿para qué? Para que las comunidades dejen sus tierras, dejen de sembrar, y dependan más de fuera. ¿Entonces qué queremos? Recuperar lo nuestro, fortalecer nuestra comunidad, hacernos fuertes aquí, y quede quien quede, lo que importa es que nos organicemos desde abajo y que salgamos fuertes para lo que viene después. Que lo que hayamos trabajado nosotros le va a quedar a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, pues, ¿verdad?. Entonces por eso nuestra lucha va mucho más allá del 2018», concluye la vocera frente a las personas que asistieron al evento y a toda su comunidad.

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