Los niños y niñas que juegan en áreas verdes mejoran en aprendizaje

El análisis, publicado en la revista Environment Health Perspectives, se basó en datos de 1.500 niños y niñas de las cohortes de nacimiento del Proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente) en Sabadell y Valencia (España), recogidos entre los años 2003 y 2013, y llega a la conclusión de que los niños y niñas que están más tiempo en espacios verdes alrededor de sus viviendas presentan mejores resultados en las pruebas de la capacidad de la atención.

Es la primera vez que se estudia el impacto de la exposición residencial a espacios verdes desde el nacimiento en la capacidad de atención de los niños y niñas. Esta investigación demuestra además la importancia de las zonas verdes en las ciudades para la salud y el desarrollo del cerebro infantil, según los investigadores.

Los espacios verdes en las ciudades promueven vínculos sociales y actividad física, así como también disminuyen la exposición a la contaminación del aire y el ruido. Por tanto, son imprescindibles para el desarrollo de los cerebros de las nuevas generaciones, señalan los investigadores.

El estudio deja la puerta abierta a nuevos desarrollos, ya que la posibilidad de que la exposición a diferentes tipos de vegetación tenga diferentes impactos en el desarrollo neurológico sigue siendo una pregunta abierta para futuros estudios. Aunque se sabe que los entornos naturales, incluyendo los espacios verdes, pueden tener beneficios para el desarrollo del cerebro, la evidencia científica de esta certeza en la infancia es todavía limitada.

 

Atención a la contaminación

Un estudio anterior del mismo equipo había constatado ya que la contaminación atmosférica que reciben los niños en su trayecto a la escuela puede provocar perjuicios en su desarrollo cognitivo. La investigación, publicada recientemente en Environmental Pollution, ha hallado que la exposición a las partículas PM2.5 y al carbono negro de camino al colegio está asociada con una reducción en la memoria de trabajo.

En este estudio, se propuso evaluar el impacto de la contaminación que los niños reciben cuando van caminando al centro educativo, ya que un estudio previo había concluido que el 20% de la dosis de carbono negro —uno de los contaminantes directamente asociados al tráfico— que reciben los menores cada día se da durante sus desplazamientos urbanos.

En este estudio participaron más de 1.200 niños y niñas de entre 7 y 10 años, de 39 escuelas de Barcelona, que realizaban el desplazamiento hasta el colegio a pie. Todos ellos fueron sometidos a diversos tests a lo largo de un año para evaluar la evolución de la memoria de trabajo y de la capacidad de atención, mientras que la exposición a la contaminación atmosférica se calculó a partir de estimaciones con respecto a la ruta más corta entre el domicilio y la escuela.

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El análisis estadístico mostró que la exposición a PM2.5 y carbono negro está asociado a una reducción del crecimiento de la memoria de trabajo, concretamente un incremento de un rango intercuartílico en PM2.5 y carbono negro representó un descenso del 4,6% y 3,9%, respectivamente, en el crecimiento de la memoria de trabajo esperado a lo largo de un año.

No se hallaron asociaciones significativas en el caso de la exposición al NO2, ni tampoco entre ninguno de los contaminantes estudiados y efectos en la capacidad de atención. Se da la circunstancia de que los niños se mostraron mucho más sensibles a los efectos de las partículas PM2.5 y del carbono negro que las niñas.

Finalmente, un tercer estudio, realizado en año 2015 también por este equipo, descubrió que los espacios verdes dentro y alrededor de las escuelas podrían mejorar el desarrollo cognitivo de los niños y niñas entre 7 y 10 años. Los tres estudios reseñados han sido realizados por Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

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