Godzilla vs. Quetzalcóatl vs. Cthulhu, una triple amenaza en la CDMX

“Si Lovecraft hubiera vivido en la CDMX, habría escrito realismo costumbrista”, se puede leer en una de las múltiples y esquizofrénicas pintas de las paredes del Metro. La frase podría parecer exagerada pero engendra algo de sentido común, es el mejor homenaje que la sociedad mexicana le puede dedicar al célebre ermitaño de Providence. Debajo de la macabra caligrafía se puede leer esto otro: “Mancera púdrete, Godzilla rules!”. Seguida de esta: “¿Yessenia, quieres ser mi novia?, atentamente El Brayan”. Uno de los últimos reductos de la fantasía es, sin lugar a dudas, el Metro.

No sé si quien escribió la primera frase acababa de leer “Picnic en la fosa común”, una extraordinaria novela de Armando Vega-Gil, el bajista del grupo de rock Botellita de Jerez. En la novela, hay una atmósfera tan perturbadora como hilarante. De corte lovecraftiano, la trama combina el horror que suscita la existencia de un monstruo bajo la Ciudad de México y el melodrama de una telenovela mesiánica donde el humor y el misterio van de la mano. Un reportero de nota roja trata de resolver el oscuro caso, en el camino sólo encuentra putrefacción, muerte y delirios cósmicos. ¿Será posible que la locura tenga un rostro más fiero debajo de la CDMX que encima de ella? 

En la biografía “H,P. Lovecraft: Contra el mundo, contra la vida” de Michel Houellebecq, hay un pasaje que me inquieta. Alguna vez el autor estadounidense se interesó por la mitología azteca, no obstante, al parecer el interés le duró poco. Puesto que sus obsesiones se hallaban más en el interior de su cabeza que fuera de ella. Algo que le aterraba de sobremanera al creador de Cthulhu era el mestizaje cultural, sus ficción era puras dentro de su propio género: el terror cósmico. Por esta razón, Quetzalcóalt y Huitzilopochtli fueron sólo meros datos culturales.

No sucedió lo mismo para Michael Dougherty y su equipo de guionistas, quienes decidieron que aquello que habitaba el subsuelo de la urbe azteca tendría un digno rival en “Godzilla: King Of Monsters. No vendría nada mal a los seguidores de Lovecraft que la próxima película inspirada en su obra también tuviera como locación a la Ciudad de México. Alguna conexión debe de haber. O al menos que lleven al cine a “Picnic en la fosa común”, más de un millón de personas lo agradeceríamos.

Dicen las malas lenguas que, para el 2019, buscarán hacer otra gran película en la mítica urbe mexicana. Se trata de una biopic sobre Robert Hayward Barlow, el pupilo de H.P. Lovecraft que vivió en Azcapotzalco. Si no termina siendo una biopic por lo menos será un cortometraje documental.

Hayward Barlow es muy conocido dentro de la comunidad LGBTTTTI y bastante desconocido fuera de ella. La razón es bastante reduccionista, dentro de los recorridos literarios es común que las anécdotas alrededor de este pupilo oscuro giren en torno a su orientación sexual. A diferencia de su maestro, el alumno se interesó demasiado por las culturas precolombinas, sobretodo por la maya, del cual se convirtió en un verdadero estudioso.

“Para el mundo académico era el profesor emérito que todos citaban, para sus allegados era el amante de los gatos que de pronto estaba eufórico de alegría, y de un momento a otro se volvía obscuro y depresivo. Pero en la era dorada de la Liga de la Decencia, el más profundo secreto de Barlow era su homosexualidad”, escriben los críticos sobre este alumno gay. Hombre de distintas facetas, sin lugar a dudas el filme no le vendría mal. Y por qué no, sería increíble plantear otro guión para la película ya en marcha, un triangular que causaría el paroxismo total: el agarrón mortal entre Godzilla vs. Cthulthu vs. Quetzalcoátoatl. ¿Quién de estos tres sería el verdadero rey de los monstruos?

 

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