Testimonios de la inundación en el Metro: “Era una lucha feroz por salvarte del agua”

“Orines, ni más ni menos. La Ciudad de México estaba orinándose sobre nosotros. Nos lo merecemos, ni quién lo niegue. Lo bueno es que estábamos dentro del vagón, los que no alcanzaron a entrar, esos sí que se jodieron.” Esto me cuenta Antonio Ramírez, de 34 años, quien trabaja como promotor de ventas en la zona poniente de una laguna sobre la que construyeron una ciudad.

El pasado miércoles 28 de junio había salido “temprano” de la chamba. Cuando se dirigía rumbo a su casa hacia Iztapalapa, se quedó atrapado durante 40 minutos en la estación Panteones.  La tormenta que azotó esa noche a la ciudad causó severas afectaciones en las instalaciones de esta red de transporte público.

¿Qué pasó con los que se quedaron afuera?, le pregunto. “Sólo puedo decirte lo que alcancé a ver, una señorita que traía tacones se resbaló. Ya te imaginas, si normalmente es peligroso andar en zapatillas… Lo peor de todo, es que la muchacha fue arrastrada por la fuerza del agua. Yo nada mas vi como se la iba llevando.”

¿Y a dónde se la llevó?

“Pues no sé, supongo que no muy lejos. Yo por mi parte corrí hacia el vagón. Lo cual no fue fácil, porque tuve que luchar contra otras treinta personas que intentaban lo mismo. Era una lucha feroz por salvarte del agua”.

¿Realmente se inundó la estación?

“No, pero nosotros no sabíamos lo que sucedería. La lluvia caía por todos lados. Pensamos que sí se inundaría, y por eso buscamos refugiarnos en el vagón. Me sentí como en el Arca de Noé, lo único que quería era salvar mi especie”.

Belem Malpica, de 47 años,  me cuenta otra perspectiva de aquel día. Había salido de su trabajo como diseñadora gráfica cerca de la estación Barranca del Muerto. Acostumbra tomar el Metro porque es más rápido, así que se dirigía hacia la estación Polanco, pero se quedó atrapada a mitad del trayecto, “porque el Metro ya no podía avanzar”.

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“Anunciaron por el intercomunicador que el Metro ya no seguiría su marcha normal, que llegaríamos a Tacubaya solamente porque las próximas estaciones estaban inundadas. ¡De [la estación] San Pedro de los Pinos a Tacubaya nos tardamos casi una hora! Fue muy angustiante.”

¿Puedes compartirnos aquella experiencia?

“Creo que exageré, pero lo que sí es cierto es que me hice una hora de la estación Barranca del Muerto a Tacubaya, en total. La situación en el vagón era bastante sad, una señora se desmayó, otras lloraban, y los hombres no hacían otra cosa que mirar por las ventanas y rezar. Se sentía un ambiente como del fin del mundo, ya sabes, el apocalipsis.”

¿Qué pasó con la señora que se desmayó?

“Obvio trataron de reanimarla. Aunque me dio coraje porque unos estúpidos solamente estaba tomando videos por el celular, ni hacían nada por ayudar. Entre los pasajeros intentamos darnos ánimos, y ofrecernos ayuda. Una señora se puso a llorar en mi hombro, me contó que tenía a su hijo malito en casa y que tenía que regresar a cuidarlo. Yo le dije que todo iba a estar bien.”

¿Cuándo llegaron a la estación Tacubaya qué pasó?

“Pues también estaba encharcada, fue muy feo. El área de los torniquetes era una laguna, había mucha gente que no podía hacer otra cosa más que quedarse ahí a esperar a que les salieran aletas.”

¿Y usted, cómo vivió aquel día en el Metro capitalino? Cuéntenos su experiencia. 

 

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