El día que el CNI eligió a su vocera

He pisado estas tierras varios días, cuarenta y cuatro exactamente, y lo primero que aprendí fue que cruzar las puertas abiertas, que se abren por centenas en estas calles, es entrar a otras dimensiones; San Cristobal de las Casas es, literalmente, “Un Mundo donde caben muchos Mundos”.

La soledad tiene algunas ventajas, y una de ellas es que puedes escuchar. Si quieres explorar un lugar, quizá te apresures a visitar sus museos, iglesias, monumentos y demás sitios históricos, siempre con la disposición de capturar decenas de fotografías para luego compartirlas a tu regreso. Pero escuchando también puedes aprender: tomar un café o una comida corrida significa un registro. La gente habla y en su hablar perfila un paisaje múltiple de estas calles y sus habitantes.

Algunas de estas puertas abiertas están gestionadas por colectivos que viven en comunas, muchas de ellas atraídas por el relato zapatista y que se dan a la tarea de crear sus propias autonomías. Las expresiones artísticas tampoco faltan, las calles pululan de música, pinturas, artesanías y artes circenses que compiten por clientela frente a los textiles, el café, las tortillas, los tamales de chipilín y el tascalate. Al mismo tiempo, esta región parece ser un lugar cargado de misticismo: muchos vienen en la búsqueda de algo que le de sentido a su existencia y no es difícil detectar conversaciones que tengan como eje las ventajas de practicar el Yoga y combinarlo con una dieta orgánica y una terapia Reiki.

Todo esto se mezcla en un paisaje colorido, bajo hermosos cielos y rodeados de un ardiente verde. Pero hay que darse un poco de tiempo para notar que San Cristobal es mucho más que la cuidada escenografía de los andadores y las plazas centrales. Basta caminar unas cuantas cuadras fuera del centro para notar que la miseria se extiende y que entre más te adentras en la periferia, mayor es la carencia para sus habitantes.

Sigo escuchando y entre lo que escucho encuentro variadas conversaciones sobre la propuesta del Congreso Nacional Indígena (CNI) de conformar un Concejo Indígena de Gobierno (CIG), mi percepción es que impera la incertidumbre, el desconcierto; ¿Es vocera o candidata?… ¿Es la candidata del EZLN?… ¿Si no es del EZLN entonces porque la apoyan?… Sólo quieren dividir el voto de la izquierda… Es la prueba de que Marcos es del PRI… ¿Si no quieren el poder para que se meten en eso?… Ya se vendieron, la lucha es para destruir al Estado compañera, esto sólo sirve para validarlo… ¿Si no buscan votos para que lanzan una candidata?… Para chingarse a esos cabrones hay que ir con todo. Quitarles el poder es la única vía, ojalá no se queden en el mero discurso.

Todos buscan entender, sin notar que entender significa empaquetar lo incomprensible en los códigos que nos habitan y que para conocer auténticamente es necesario soltar las certezas. Es por eso que cuando nos encontramos con lo Otro nos golpea como un reflejo luminoso que en principio aturde y sólo resistiendo el resplandor superficial se logra mirar lo que hay de verdadero en ese encuentro y en ese reflejo.

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El Concejo es un levantamiento indígena

No hay de otra, si quiero claridad hay que subir al CIDECI y escuchar de cerca la propuesta. Pero escuchar no es suficiente cuando te esperan cincuenta y ocho lenguas. Ahí se necesitan unos ojos profundos y atentos, así que quedo con Lorena (T’zunun por acá, Colibrí por allá) para levantar un registro visual que acompañe estas palabras.

“Es como hacer una enorme revolución desde los pueblos, para desde nuestras raíces, volver a resurgir juntas y juntos”. – Maricarmen de la Ponce, Delegada del CNI de Michoacán

La propuesta del CNI de entrada nos muestra que vivimos una época resplandeciente que a la vez produce una ceguera que no termina y un reflejo que nos restituye; ahí, en ese espacio intermedio, se ha gestado durante décadas una revuelta silenciosa. Revuelta que es continuidad de la resistencia milenaria de los pueblos que hoy nos han reunido aquí. Por eso el Maestro Filo, de la Mixteca Poblana y uno de los integrantes que conforman el Concejo Indígena de Gobierno, lo define como “el alzamiento indígena más grande en la historia de México”.

Foto: Lorena F. Magdaleno

Además de enfatizar el valor de que sea un levantamiento no violento, también nos advierte que la iniciativa va mucho más allá de la participación de los pueblos en el proceso electoral, se trata de un choque civilizatorio. Y pienso que no podría ser de otra forma, en tiempos donde la propuesta irrumpe en una sociedad trabajadora que sucumbe al impulso tecnológico y se transforma poco a poco en una sociedad del ocio.

Pero sin importar el tipo de sociedad quimérica que se ha producido en ese desgarre histórico, lo que me queda claro es que seguimos siendo el resultado de lo ritual. El ritual nos convoca en todo momento, en la faena que preside al alimento o en los cuerpos que se agolpan para mirar una pelota penetrando en el arco. Nos reunimos desde ahí y desde ahí nos tejen frágiles esperanzas que de vez en cuando se estiran el tiempo necesario para encontrar nuestras miradas y sentir nuestras sonrisas.

Y entones uno cae en cuenta que cada seis años asistimos a un ritual que perdió todo valor y que por eso cabría esperar un éxodo hacia estas otras latitudes que unificadas concentran una carga espiritual que trasciende lo meramente político. Es cierto que la ruta electoral, incluso con la propuesta del CNI, es inservible en los términos políticos actuales porque los procesos electorales no desmontan por sí mismos las estructuras de control.

“Nosotros no pensamos que la solución va a venir de una sola persona, no sólo nos referimos a Andrés Manuel sino a toda esa clase política de arriba que sigue pensando que va a venir un rayito de esperanza o una persona en lo individual a salvar este país”. – Fortino Dominguez Rueda, integrante del Concejo Indígena de Gobierno.

La concentración de poder político-económico es tan grande, que ninguna transición dentro de las instituciones gubernamentales (ni siquiera una como la que representa el CIG) podrían detener la norma paradigmática del sistema-mundo moderno; la destrucción de lo esencial, es decir, de los recursos naturales procomunes, su privatización y la subsecuente transformación a la que son sometidos, que a la vez es una reconfiguración de sus valores inherentes convertidos en mecanismos de control ideológico y concentración monetaria. (Para entender esto, basta reflexionar en los procesos tecnológicos e intereses económicos que conducen a la emergencia de tecnologías digitales [computadores, televisores, radioreceptores, teléfonos inteligentes, tabletas electrónicas] a partir de la destrucción de múltiples ecosistemas fundamentales para la perpetuidad de lo vivo).

Foto: Lorena F. Magdaleno

Es por causa de esta racionalidad del exterminio que el proyecto capitalista es una trampa para los cuerpos y las almas y no parece haber respuestas dulces a su violenta imposición. Debemos partir de esta certeza, el futuro diseñado por la élite viene cargado de genocidio y su Ciencia camina en una búsqueda frenética por substituir a los pueblos que hoy siguen siendo esenciales; robots en lugar de manos, inteligencia artificial en lugar de mentes, cálculos en lugar de pensamientos, apenas unas horas de reacciones bioquímicas dirigidas en sustitución de 4000 millones de años de sabiduría acumulada en el formidable despliegue evolutivo de la materia viva.

Un relato tejido en cincuenta y ocho lenguas

Pero si algo aprendemos por acá, en el encuentro con estas mujeres y estos hombres, es que lo político también se siembra. El ritual nos había exigido una faena de simpleza brutal, depositar el voto no era más que lanzar una frágil semilla en un campo abierto. Semillas devoradas por una parvada de aves que sólo permiten crecer la maleza. Semillas que si florecen terminan secas, invadidas por una plaga que no suelta.

Foto: Lorena F. Magdaleno

Por eso el llamado del Concejo Indígena de Gobierno no podría ser más claro, ni más congruente cuando surge de miles de manos campesinas; el ritual hoy, con urnas o sin ellas, será remover la tierra. Un sistema-mundo se desmorona y en su lugar se levanta una marea silenciosa llena de Apache, Amuzgo, Chatino, Chichimeca, Chinanteco, Chol, Chontal (de Oaxaca y de Tabasco), Coca, Cuicateco, Mestizo, Hñähñü, Ñathö, Ñuhhü, Ikoots, Kumiai, Lakota, Mam, Matlazinca, Maya, Mayo, Mazahua, Mazateco, Me`phaa, Mixe, Mixe-Popoluca, Mixteco, Mochó, Nahua (o Mexicano), Nayeri, Popoluca, Purépecha, Q´anjob´al, Rarámuri, Tének, Tepehua, Tlahuica, Tohono Odham, Tojolabal, Totonaco, Triqui, Tseltal, Tsotsil, Wixárika, Xi´iuy, Yaqui, Binniza, Zoque, Akimel O´otham, Comkaac.

“La vocera sólo es el puente que realmente buscamos, no queremos una presidenta de la república, lo que buscamos es un parte aguas para visibilizar las luchas”.- Briselda Reyes, Delegada del CNI en Veracruz.


Cada una de esas lenguas contiene a la vez un Universo que para subsistir debió permanecer oculto y justo a eso me refiero cuando digo que entender, en el contexto del Congreso Nacional Indígena, implica soltar las certezas y acompañar con la mente y el corazón abierto la nueva experiencia que nos regalan. Por eso la propuesta es un Otro de los Otros, un cristal de setenta y un lados -el número de personas, mujeres y hombres, que conforman al Concejo Indígena de Gobierno- que son a la vez cincuenta y ocho formas de mirar el mundo, cincuenta y ocho formas de escucharlo y cincuenta y ocho formas de hablarlo, donde al final en un lenguaje común todas convergen en un cuidado trascendente de la Tierra.

Y es que si lo piensan bien sentir que somos tan lejanos es un error, nos habitan las mismas alegrías y los mismos dolores, también los mismos sueños. Una enseñanza de la tradición judeo-cristiana que irrumpió en estas tierras desde el salvajismo genocida del imperio español, también tenía en sus códigos señales de esperanza y rutas de emancipación. En los textos sagrados que todavía en estos tiempos vertebran los valores de una buena parte de esta sociedad, se dicta con una claridad irrefutable una poderosa sentencia: “La verdad nos hará libres”.

Quizá por eso, cuando entramos a la rueda de prensa, me molesta tanto estar tan cerca de los reporteros de una de las cadenas televisivas más grandes de este país (es fácil saber de cuál se trata porque la otra, que es todavía más grande, ni siquiera tuvo el interés por cubrir la noticia directamente); su intromisión al recinto para ubicar en primera línea sus ostentosas cámaras, sus aspavientos y la forma en la que se contorsionan sus cuerpos cuando Filo habla en Nahua, los obscenos cortes que hacen de su registro sólo para captar lo que hará su nota, la vulgar forma de abandonar la sala cuando tienen lo que quieren; la candidatura oficial de Marichuy, que previsiblemente sacarán de contexto.

 


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Foto: Lorena F. Magdaleno

 

 

 

 

El Maestro Filo (Foto; Lorena F. Magdaleno)

Todo eso me molesta porque me hace recordar el otro relato de la prensa, uno que en estos días se ha vuelto un ejercicio heroico. Me hace recordar que los cuerpos caídos de aquellas personas que a golpe de pluma y micrófono sostienen el éter libertario en estos tiempos, son herencia de las brutales matanzas que jamás pasaron por sus pantallas. Para mí, el estridente silencio de los medios oficialistas ante la guerra que se ha desatado sobre la prensa, es eco de los “días soleados” que escupieron las balas que atravesaron los cuerpos en Tlatelolco, balas que se extendieron desde Acteal hasta Ayotzinapa y que ahora llegan imparables a todo el territorio que nos identifica.

“Ya no sólo vamos a compartir nuestros dolores, también vamos a reconstruirnos como pueblos y naciones”.- Maricarmen de la Ponce, Delegada de Michoacán.

La verdad la mataban ocultándola, esperando se ahogase en la desmemoria, pero hoy eso no es posible. Por eso la muelen y la regurgitan desde el absurdo, porque eso todavía no lo sabemos confrontar. A lo mucho lo tomamos y lo resignificamos para reír un poco, pero reír no es suficiente cuando el agua nos falta, cuando sólo nos queda tragar el veneno que siembran.

A esa forma de bordar el absurdo es a lo que se enfrenta desde ahora el CIG, no es casualidad que esas cámaras salieron deprisa justo cuando se cuestionaba el carácter racista y misógino de la sociedad mexicana y el impacto que esto tendría en la pretensión de obtener la candidatura para el siguiente año. Aunque el punto parece medular, no tiene caso registrar respuestas que no pasaran al aire, sobre todo cuando esa cultura inhumana ha sido tallada en gran parte por esas pantallas.

Nuestra voz es fortaleza

Sabemos que la imprescindible lucha feminista ha sido aprovechada por los de siempre para insertar la falsa idea de que basta con ser mujer para cambiar la política nacional. La tierra también es una mujer pero en estos nuestros tiempos debemos reconocer, de entre toda la tierra, la que da vida desde su inherente potencia creadora, haciendo brotar una luminosa y colorida diversidad, y la que ha sido rota, programada a cargas imparables de sustancias tóxicas para producir un verde artificial, breve y monótono… ¿Para que elegir a una mujer, si esta se ciñe a los intereses de aquellos que mantienen la explotación?

Por eso nada puede ser tan simbólico como el hecho de que la vocera del Concejo sea experta en salud y medicina tradicional. Marichuy -María de Jesús Patricio, Nahua originaria de Tuxpan Jalisco- lo ha dicho con toda claridad, no pretenden obtener votos, ni mucho menos sentarse en una silla que para los pueblos originarios solo significa traición y muerte.

“Las mujeres indígenas cargan leña, caminan horas, cargan agua, cuidan y paren a los niños sin ayuda de ningún doctor, entonces para nosotras la mujer es una imagen fuerte y lo que queremos mostrar hoy es fortaleza”.- Briselda Reyes, delegada del CNI de Veracruz.

La Tierra nos rodea, la Tierra nos sostiene, la Tierra nos alimenta, nada es más fuerte que la Tierra. Por eso cuando Claudia von Werlhof grita ¡Madre Tierra o Muerte! no lanza una consigna, más bien hace una irrefutable declaración.

Foto: Lorena F. Magdaleno

Foto: Lorena F. Magdaleno

Entre los rostros conocidos que me encuentro por acá se encuentra Doña Fili, mujer octogenaria que no claudica. Su voz es una fuerza que alimenta la resistencia de barrios y colonias de la CDMX que confrontan el arrebato ecocida de la inmobiliarias que, en contubernio con el gobierno local, levanta enormes condominios en sitios fundamentales para la sostenibilidad de los vecinos.

Doña Fili sabe lo que es perder una lucha desgastante. Apenas unos meses atrás centenas de granaderos destruyeron un plantón de vecinos en Pedregales de Coyoacán que impedía que la empresa “QuieroCasa” tirara miles de litros de agua potable al caño para continuar una enorme obra. En nuestra conversación se mezcla el dolor, al recordar con la voz partida el momento en el que volvieron a encender las bombas que succionaban el fundamental líquido, y una alegre esperanza por lo que sucede en este lugar.

“La iniciativa es importante porque solo hermanados haremos visibles nuestras luchas”.- Yamileth García, Delegada del CNI en Veracruz.

La brutalidad de la inmobiliaria, el desprecio y corrupción de las autoridades que concretaron el despojo, sirvió para detonar la organización de los barrios aledaños. Como ellos vienen ya organizados de muchos otros sitios, muchas veces de forma incipiente pero ya organizados. Hacia allá va la propuesta del CNI, a terminar de articular toda esa resistencia; a tender una base de unificación para millones de personas que han decidido transitar por el camino de la autonomía y la defensa de la Tierra.

 

La vida es una ceremonia

Estamos por irnos y acá no para de llover, no solo cae el agua que nutre estos bosques sino que nos llueve de todo, sobre todo emociones. Tomamos un café y esperamos a que pase. Ni a T’zunun ni a mí nos importa mojarnos, pero ella trae la cámara y esa sí que nos importa; nos sentamos en el suelo y mientras me muestra algunas pocas fotos antes de que se termine la batería, Bernardo, Delegado de la Comunidad de Tila en Chiapas, se para y nos ofrece unas galletas. Es la última conversación que tenemos antes de tomar la micro que nos llevará de vuelta.

Hay alegrías extrañas, de esas que no terminan de ser alegrías, que se mezclan con otras sensaciones… creo que es miedo, miedo de encontrar las sonrisas de hoy en las planas más tristes y oscuras de mañana. Justo pienso en esto cuando sube al bus uno de los sobrevivientes de Ayotzinapa. Con él he coincidido en varias ocasiones, siempre se le ve muy serio pero ahora le miro distinto, incluso cuando después de preguntarle sus impresiones responde que él ya no puede ver nada bien. Sonríe y de pronto todas las personas que viajamos estamos platicando, coincidimos cuando nos explica que más allá de la emoción que se genera lo que viene se presiente complicado.

Foto: Lorena F. Magdaleno
Foto: Lorena F. Magdaleno
Foto: Lorena F. Magdaleno

De cualquier forma, alegra saber que cabe la posibilidad de mirar una propuesta honesta en el tortuoso montaje electoral que debemos soportar cada seis años. Fortino Dominguez Rueda, integrante del CIG y Zoque de Chapultenango desplazado a la ciudad de Guadalajara, lo pone en piedra cuando dice que “En este contexto que ha bañado de muerte nuestra tierra, son los pueblos indios de este país, los que están generando alternativas reales para la guerra que estamos viviendo”. Alternativas que dependen sobre todo de la colectividad, de la organización, del empeño y el trabajo de todas y de todos.

“En estos espacios nos sentimos parte de, no cómo en lo partidos políticos que nos imponen a quienes nos van a representar. Cuando ya sabemos que sólo representan a un sector pero no a un pueblo en sí, no a las luchas verdaderas, no a los dolores que se viven en nuestro país”.- Erika Sebastian, Delegada del CNI en Oaxaca

Se nos viene encima una estridente marea, ideologías de todo tipo que de múltiples formas van a desestimar este alzamiento. Creo que basta con tener presente que el llamado del Concejo Indígena de Gobierno, no es a tachar un frío papel, es a tomar el azadón y remover el país desde abajo. Sólo así se resuelve lo putrefacto que además suele ser superficial. Es un llamado a corazonarlo todo y a ritualizar cada una de nuestras labores.

Veintitrés años después estamos aquí, en pleno epicentro del levantamiento zapatista. Además de los pueblos, habemos muchos que, tocados por las capuchas que irrumpieron en nuestro primero de enero del noventa y cuatro, nos sentimos convocados. Supongo que vale decir que lo de hoy es tan sólo un momento más de nuestra historia, que nos espera el desconcierto, que tan sólo es un brote de un futuro que no puede fallar para después perderse eternamente. Desde la brava marea cósmica que nos gestó, la lección siempre es la misma: la belleza emerge imparablemente desde lo más brutal.

Foto: Lorena F. Magdaleno
Foto: Lorena F. Magdaleno

Shannon Rivers, originario de Arizona, lo expresa de forma hermosa; para el pueblo O’odham “la vida es una ceremonia” y con ello me deja claro de que va todo esto. Lo dijo la propia Marichuy, lo dijo en una pequeña frase que a mi parecer resume lo que cabe esperar de este Concejo Indígena de Gobierno, que durante años como Congreso Nacional Indígena ha sido fiel a sus principios; los de servir y no servirse; representar y no suplantar; construir y no destruir; obedecer y no mandar; proponer y no imponer; convencer y no vencer; bajar y no subir”. Lo dijo en tan sólo seis palabras… ¡Nuestra lucha es por la vida!

CRÉDITOS

Fotografías: Lorena F. Magdaleno

Narrativa: Jesús Vergara-Huerta

Edición: César Alan Ruiz Galicia

Diseño web: Francisco Trejo

 

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