Música hay para todo, el reguetón es para bailar

Seguir hablando de dualidad en 2017 es una posición arriesgada. La idea de que algo tiene que ser negro o blanco, suena absurda. Basta asomar la cabeza a la calle o tener un tuiter para saber que todo está a discusión. La democracia, las formas de amar, la manera en la que nos hemos relacionado, lo que escuchamos, etc. Todo lo que nos enseñaron sobre la vida ya no parece responder a las preguntas del mundo en el que nos tocó vivir y por eso está a debate.

Tomasa del Real | Foto: Annick Donkers

En esencia el reguetón es eso, no es bueno, ni malo. Es multicolor. Pero también es motivo de interminables debates. Para Tomasa del Real, una reguetonera chilena, es una liberación, un lubricante que toma los elementos de la vida actual, donde hay amor informal, faltas de respeto, tentaciones, traiciones, odio, amor, para ponerles buen ritmo y llevarlos a otro nivel.

Si es que alguna vez existieron el príncipe azul, la mujer virgen y abnegada y el amor romántico, ¿siguen aquí?. Tomasa cree que no y explica que, por ejemplo, el pop latinoamericano de antes era Chayanne hablando de una fantasía de Disney que jamás nos va a pasar. En cambio el reguetón es sobre lo real, sobre la calle, sobre lo que estamos viendo todos los dias. No es “me voy a casar contigo para siempre”, es más un:

Suena el celular
Ya se que es tu wasap
A ver que me mandaste
Seguro no se puede mostrar

Me dicen mis amigos
Tenis fama de cochino
Te recomiendan todas
Algo tendran esos besitos

No soy celosa
No quiero ser tu polola
Espero esta noche
Nos encontremos a solas

Que nadie nos vea
Vamo a hacer una tarea…

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Lizz y Tomasa

Tomasa del Real es de Iquique, una ciudad al norte de Chile que queda más cerca de Perú que de Santiago, la capital chilena. La zona franca (territorio con beneficios tributarios como la exoneración de algunos impuestos), el puerto y la actividad minera han contribuido a la construcción de una escena cultural particular. “Hay mucha tecnología y autos baratos. La gente sin educación tiene acceso a buenos sueldos. Toda esta gente anda en la calle escuchando reguetón, fuerte, así con los bajos gigantes. O en un estacionamiento se juntan cientos de autos a escuchar reguetón. Yo crecí con eso”, relata Tomasa.

Comenzó haciéndolo por aburrición con sus amigos, se grababa con la computadora y cantaba, pero nada más.

Este Iquique de coches tuneados y música alta impactó tanto a esta chilena que cuando decidió hacer música nunca pensó hacer otra cosa más que reguetón. Comenzó haciéndolo por aburrición con sus amigos, se grababa con la computadora y cantaba, pero nada más. Un día una amiga suya la invitó a tocar a una fiesta a la capital, ahí todo cambió.

Lizz Lov3 y Guey Jhonson, comenzaron a hacer las primeras fiestas de reguetón en Santiago. Lizz, originaria de Concepción, regresó a Chile después de una temporada en Londres para dedicarse a la música. El rap y el trap eran lo suyo y aunque en Chile predominaba una escena dividida, logró convencer a artistas independientes de varios géneros para comenzar a caminar juntos. “Chile está en el fin del mundo, si solo quieres ser puro y no experimentar, nadie te va a escuchar”. Y lo lograron, sus fiestas comenzaron a democratizar espacios que permanecían cerrados, ellas pudieron vivir de su música y viajar por el mundo.

Hace un par de meses Lizz y Tomasa llegaron a México. El primer show que tuvieron fue en un lugar debajo de un puente vehicular en Circuito Interior. Las parede sudaban, en un punto respirar se volvió una odisea, pero nadie quería salir de ahí. El espacio era escaso, pero los cuerpos sudorosos hacían lugar para chocar sus caderas.

Tomasa del Real el día de la entrevista | Foto: Annick Donkers

 

“Obviamente vivimos en un mundo en el que pasan cosas horrendas, pero eso no es culpa del reguetón, ni de nada. Es de que todavía queda gente loca en el mundo que se pitió (se echó a perder)” | Foto: Annick Donkers

Desde un tiempo para acá el reguetón en la zona metropolitana pasó de ser una escena marginada a inundar la vida nocturna de la ciudad. No es difícil encontrar un “perreo” cada semana. En un acto más irónico que transgresor, hasta los centros nocturnos más fresas y clasistas de la ciudad anuncian noches de reguetón. Hace unos años estos eventos eran casi exclusivos de delegaciones como Iztapalapa o Azcapotzalco, en realidad la mayoría se llevaban a cabo en el Estado de México.

Los estereotipos permanecen, pero la incursión de artistas como Jbalvin y Maluma han logrado que el género se abra paso en la industria cultural. Con letras más sutiles y ritmos más pop, este tipo reguetón se ha colocado en la cúspide, muchos quieren subirse a la ola. No importa si eres Ricky Martin, Shakira, Franco de Vita, Justin Bieber o Luis Fonsi.

Al igual que en México, en Chile el reguetón tiene un estigma clasista y racista que intenta disimularse bajo un falso discurso de género y “apreciación musical”. Que es música para “chacas”, para pobres, para gente sin educación. Que denigra a las mujeres, que solo habla de sexo, que es vulgar y pornográfico. Parece que las críticas al reguetón están más cerca de los juicios de valor y la superioridad moral.

Lo nuevo siempre es visto con recelo, siempre vendrá algo más transgresor
No es la primera vez que se un género musical es estigmatizado. ¿Qué hubiera sido del mundo sin la “vulgaridad” de Pérez Prado?. Lo mismo pasó con el mambo, que con el jazz, el punk, el rock. Lo nuevo siempre es visto con recelo, siempre vendrá algo más transgresor, pero es tarea de cada generación derribar paredes de estereotipos y cuestionar la norma. El reguetón no es diferente en ese sentido. Lizz reflexiona al respecto, “mi música habla de lo que vivo. Por ejemplo el trap nació en Atlanta, donde la economía se sostenía de la droga y las mafias, ¿de qué iban a hablar si no era de eso?”. Lizz continua: “Nosotros como generación Millennial nos estamos haciendo cargo de algo de lo que la sociedad no se había ocupado: la libertad de expresión. Se acabaron las dictaduras, dijeron que éramos libres, pero luego ya nadie quería hablar por miedo al “qué dirán””.

“Yo no puedo volcar mi arte a una razón social porque yo no lo hice por la sociedad. Lo hice por mi, porque me dio la gana”.

Si algo hacen Tomasa y Lizz con su música, es retar ese límite invisible que han puesto nuestras sociedades católicas y machistas. Esas “reglas” que dicen que no puedes ser más de talla 5 y usar un top, que no puedes ser mujer y gozar tu cuerpo, que las mujeres no pueden tomar la iniciativa, que deben ser discretas y calladas.


“En redes siempre me dicen: ¡ah, que gorda!. Yo digo: sí, soy gorda. No pasa nada, para mi no es un insulto. Encuentro que es normal porque la gente tampoco está acostumbrada a ver otro tipo de cuerpos en situaciones de popularidad. Como que siempre lo popular es algo muy perfecto”.

En Chile alguien te invita a salir y te dice: Ya po, vamo al carreta mañana y vacilemos sin respeto. ¡OBVIO!. Yo no quiero que me tengas respeto, si me gustas y estamos los dos de acuerdo, ¡faltémonos al respeto!”.

Ser reguetonerA

Una mujer que te diga que hacer, que vestir y que pensar es lo mismo que el machista
En el reguetón, al igual que en otros espacios, los hombres dominan la escena. Pocas son las mujeres que logran tener un lugar. Tomasa y Lizz son conscientes de eso, pero no solo lo asumen, sino que intentan sacar la mayor ventaja de eso.


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“Feministas extremas me han dicho que debería taparme y callarme, no venderme como un objeto sexual. Yo digo, ¡a ver!. Sí, soy un objeto sexual porque yo quiero, hago la música que a mi me gusta. Una mujer que te diga que hacer, que vestir y que pensar es lo mismo que el machista”, relata Tomasa. Al respecto Lizz dijo:

“Ser mujer, talentosa, que además seas linda, provocativa y uses tu sensualidad a tu favor no te hace ser menos buena. Al contrario, te hace ser mejor. Los que te ven como un objeto son los hombres e igual te contratan y te venden como tal. Si ellos creen que lo soy, que lo crean. Total yo puedo seguir haciendo lo que hago. Si las minas me ven como competencia, bacán igual porque al final me van a ver. Al final es más la gente buena onda”.

Foto: Annick Donkers

 

Foto: Annick Donkers

Tomasa canta en fiestas grandes y pequeñas, al final en todas partes quieren tener su producto, “quieren consumir a la mujer reguetonera, a una chica siendo DJ como Lizz. Al menos yo me siento afortunada, porque capaz que si nacía hombre me llamaba Tomás y no me pescaba nadie, ¿cachai? (…) Hombres que están haciendo lo mismo que yo, hay en todos lo países y en todos lados, pero por ser mujer tengo más visibilidad que ellos.Como no hay más minas haciendo esto, entonces piensan que soy la única o la primera”.

De cualquier manera esta visibilidad logró concretar un sueño, estar en un cartel junto a Tego Calderón, J Balvin y Daddy Yankee en julio pasado. Fueron las únicas mujeres en el Cabuland, un festival regio que en su segunda edición reunió en un solo día a muchos de los más grandes exponentes del género.

Foto: Annick Donkers

Después se fueron de gira a Nueva York donde agotaron las entradas para varias de sus presentaciones. Luego de hacer un par de fechas más en México cerraron la temporada de “Neoperreo” con una fiesta en un lugar que de día es un restaurante de comida corrida, pero que de noche, sin mesas, con luces y un gran equipo de sonido se convirtió en un lugar para disfrutar, bailar y “perderse el respeto”.

Lizz regresa a Chile, pero volverá a México en octubre. Tomasa actualmente se encuentra de gira por europa.

LA GALERÍA

Todas las fotos: Annick Donkers

CRÉDITOS

Narrativa: Alexandria Sevilla

Foto: Annick Donkers

Diseño web: Francisco Trejo

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