¿Vacaciones tóxicas? Las seis playas mexicanas más sucias, que no pasaron la prueba sanitaria para Semana Santa 2025

Año tras año, las vacaciones de Semana Santa despiertan en millones de personas el impulso casi ritual de empacar toalla, bloqueador solar y la esperanza de un descanso digno frente al mar. Pero antes de lanzarse al paraíso costero más cercano, vale la pena revisar una advertencia poco glamorosa pero esencial: no todas las playas están listas para recibir a los turistas.
De acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), seis playas mexicanas fueron declaradas no aptas para uso recreativo por superar los límites establecidos de enterococos fecales, una bacteria asociada a enfermedades gastrointestinales, infecciones en la piel y hasta conjuntivitis. El límite permitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 200 NMP (número más probable) por cada 100 mililitros de agua. Estas seis zonas superaron con creces ese umbral.
Las seis playas más contaminadas de México (Semana Santa 2025)
- Playa Tijuana – Tijuana, Baja California
- Playa Tijuana I – Tijuana, Baja California
- Playa Rosarito – Rosarito, Baja California
- Playa Rosarito I – Rosarito, Baja California
- Playa Icacos – Acapulco, Guerrero
- Playa Sayulita – Bahía de Banderas, Nayarit
Aunque algunos medios mencionaron erróneamente a Playa Oasis en Puerto Vallarta, Jalisco, como una de las contaminadas, Cofepris actualizó la información confirmando que esta playa logró revertir su condición de “no apta” gracias a mejoras recientes en su calidad de agua. Un caso que sirve para ilustrar que el saneamiento sí tiene efectos visibles y medibles… cuando hay voluntad y coordinación.
Diagnóstico completo: lo bueno, lo malo y lo preocupante
El muestreo que respalda estos resultados fue ambicioso: más de 2,300 muestras de agua en 393 puntos de 289 playas, abarcando 76 destinos turísticos en 17 entidades costeras del país. El 98% de ellas pasó el examen, lo que, dicho sea de paso, habla de un esfuerzo sostenido en vigilancia ambiental. Pero la estadística no borra el problema puntual: cuatro de las seis playas reprobadas están concentradas en Baja California, específicamente en Tijuana y Rosarito, dos destinos que también padecen una histórica falta de infraestructura sanitaria.
En Acapulco, el caso de Playa Icacos, uno de los puntos más emblemáticos del puerto, encendió las alarmas por razones no sólo ambientales, sino también económicas: la ciudad aún intenta recuperarse del impacto del huracán Otis y de años de desgaste en su imagen turística. Sumemos ahora la etiqueta de “no apta para bañistas” y el panorama se complica.
Sayulita, por otro lado, representa un caso simbólico. Este destino ha gozado de popularidad entre surfistas y viajeros bohemios, pero arrastra desde hace tiempo problemas relacionados con aguas negras y falta de tratamiento de residuos. La presencia sostenida de enterococos no es una sorpresa, sino más bien la confirmación de un diagnóstico que ya había sido advertido en otras evaluaciones sanitarias.
¿Y ahora qué? Entre advertencias y acciones
Cofepris afirmó que ya se trabaja con las autoridades estatales de Baja California, Guerrero y Nayarit para implementar acciones correctivas. Se mencionan los Comités de Playas como los entes responsables de coordinar limpieza y vigilancia, aunque la eficacia de estos grupos varía ampliamente entre estados. No basta con colocar señalizaciones preventivas; el saneamiento costero requiere inversión, políticas públicas coherentes y presión social.
En paralelo, la dependencia sanitaria ha recomendado al público consultar los reportes oficiales antes de viajar, evitar actividades acuáticas en las playas no aptas y, desde luego, mantener una actitud responsable frente al medio ambiente. En otras palabras: no dejar basura, respetar la flora y fauna local, y no asumir que “el mar todo lo limpia”.
Entre la postal y la realidad
México cuenta con una vasta línea costera y una industria turística que depende, en buena medida, de la buena salud de sus playas. La noticia de que 283 de las 289 playas analizadas están en condiciones óptimas es alentadora, pero las excepciones no deben minimizarse. Detrás de cada playa contaminada hay un cúmulo de decisiones postergadas, de obras no ejecutadas y de responsabilidades diluidas entre niveles de gobierno.
Que los turistas elijan bien su destino vacacional no sólo es una cuestión de salud individual, sino también una oportunidad para exigir que las postales se parezcan más a la realidad. Porque no basta con tener playas bonitas en Instagram si, al sumergirse en ellas, el riesgo supera al descanso.