General Motors detiene producción en México ante crisis arancelaria de Estados Unidos

En un país donde casi un tercio de las exportaciones depende del sector automotriz, un paro técnico no es solo un alto temporal en la producción: es una señal de alerta industrial. General Motors (GM) ha detenido durante al menos una semana la operación de su planta en Ramos Arizpe, Coahuila, afectando directamente a 3,500 trabajadores. Aunque el comunicado oficial habla de “mantenimiento programado en las líneas de producción”, el contexto geopolítico sugiere otra narrativa: el fantasma de los aranceles de Donald Trump empieza a cobrar cuerpo en las líneas de ensamble.

Desde el 3 de abril, Estados Unidos impone un arancel del 25% a vehículos importados. Y aunque México y Canadá obtuvieron un descuento condicionado al contenido estadounidense por unidad, el sobrecoste existe y desbalancea la competitividad de empresas como GM, Stellantis o Hyundai, cuya operación en México es vital para su cadena de suministro global. Solo en 2023, México exportó al mercado estadounidense 2.9 millones de vehículos terminados, equivalentes a 78,500 millones de dólares; si sumamos motores y autopartes, el monto supera los 182 mil millones, según cifras del Departamento de Comercio de EE.UU.

En ese escenario, la pausa técnica que afecta también a proveedoras en cadena no es menor. Aunque los trabajadores mantendrán el 65% de su salario y prestaciones, el trasfondo no es una simple revisión técnica, sino la respuesta a una coyuntura de incertidumbre. Tereso Medina, líder estatal de la CTM, ha confirmado que el paro busca preservar empleos en medio de una tormenta comercial que ya ha provocado el despido de al menos 750 personas en semanas previas y otro recorte adicional de 200 trabajadores.

La afectación no es exclusiva de GM. Trinity, dedicada a la producción ferroviaria, también pausó actividades por la caída de pedidos provenientes del norte. Stellantis suspendió operaciones días atrás y no se descarta que repita la medida. Incluso Julian Electric, en Saltillo, ha sido señalada por posibles recortes, aunque el gobierno estatal aún no lo ha confirmado. La Cámara Nacional de la Industria de la Transformación advirtió que los efectos podrían recrudecerse en mayo si Trump mantiene su línea proteccionista.

La planta de Ramos Arizpe no solo produce SUV como Blazer y Equinox, sino también el eléctrico Cadillac Optiq. Si se trastoca su cadena logística, se compromete no solo la producción mexicana, sino la rentabilidad y distribución del portafolio global de GM. En este marco, el paro técnico de 5 o 15 días –según las distintas fuentes– es solo el primer eslabón visible de un efecto dominó en plena ejecución.

El gobierno de Claudia Sheinbaum ha declarado prioridad renegociar los términos del intercambio automotriz, intentando obtener un “trato preferente” que reduzca aún más los aranceles para autos y autopartes mexicanas. Pero el reloj corre: el plazo de gracia otorgado por Trump para responder con aranceles recíprocos vence en menos de 90 días.

No es la primera vez que un paro técnico en Ramos Arizpe aparece como válvula de escape ante crisis internacionales. Pero esta vez, el contexto pospandemia, el debilitamiento del TMEC y la volatilidad electoral en EE.UU. hacen que cada jornada sin producción sea también una pérdida de confianza en el futuro del ensamble en México. Como en una consola de videojuegos retro, las reglas han cambiado… pero los jefes finales siguen siendo los mismos: aranceles, despidos y ajustes que golpean al eslabón más débil de la cadena: el trabajador.

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