Artistas oaxaqueños agredidos por extranjero en la playa: cultura sin protección oficial

El 27 de abril, en plena luz del día y frente a decenas de testigos, dos músicos tradicionales fueron agredidos por un hombre extranjero en Playa Zicatela, Oaxaca. El ataque —lanzamiento de arena, insultos y expulsión del sitio— quedó registrado en video y se viralizó de inmediato, provocando una oleada de indignación en redes sociales. Lo que no se viralizó fue la respuesta oficial: porque no la hubo.
🤬 EXTRANJERO AVIENTA ARENA, AGREDE Y CORRE a Músicos Indígenas que se ganaban la vida en la playa de Zicatela, en Oaxaca 🤬
pic.twitter.com/RYQuo635Te— 🇲🇽 México Mágico ✨ (@EnMexicoMagico) April 28, 2025
El agresor, aún no identificado, se comportó como si las expresiones culturales fueran basura en su camino. Y aunque los músicos no respondieron a la violencia, lo que siguió fue aún más violento: el abandono institucional. Ni el gobierno municipal de San Pedro Mixtepec ni el estatal de Oaxaca han emitido un pronunciamiento sobre el hecho, en un silencio que hace eco de una práctica constante: ignorar las agresiones cuando el agresor es turista y la víctima, habitante.
Organizaciones civiles, usuarios en redes y testigos del hecho no solo han condenado la agresión, sino que han señalado un patrón: este tipo de ataques no son casos aislados. En Zipolite, Mazunte y otras playas oaxaqueñas, se han documentado múltiples enfrentamientos entre residentes extranjeros —frecuentemente de paso largo— y pobladores locales, por el uso del espacio público, la música tradicional o incluso la simple presencia de las y los artistas ambulantes.
El discurso del “paraíso” turístico se está cobrando una factura: proteger al turista por encima de quienes sostienen el atractivo cultural de los destinos. Los músicos, que recorren Zicatela ofreciendo arte y buscando sustento, no solo dan vida al paisaje: son parte de la identidad del lugar. Pero en la lógica del turismo extractivo, donde la tranquilidad del visitante vale más que la dignidad del residente, sus derechos parecen opcionales.
Testimonios señalan que la agresión se dio mientras los músicos solicitaban cooperación a los paseantes, una práctica común y aceptada en la playa. “Nos gritó y luego nos echó arena como si fuéramos animales”, declaró uno de ellos. La frase no solo duele: retrata con precisión cómo se sienten quienes han sido desplazados simbólicamente de sus propios espacios.
Ante esta agresión, colectivos culturales han exigido sanciones, medidas de protección y políticas públicas que regulen la convivencia en espacios turísticos. Proteger la cultura no puede seguir siendo una frase para folletos de promoción: debe ser política pública firme, con presupuesto, personal y castigo para quien la pisotee, venga de donde venga.